Zygmunt Bauman La cultura como praxis
Zygmunt Bauman La cultura como praxis
Zygmunt Bauman La cultura como praxis
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
308 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />
pecífica y ampliamente difundida. Su sensibilidad hacia la amenaza<br />
de la viscosidad no surge del proyecto que trataría de enganchar<br />
al mundo, pero que todavía divergiría de éste, sino<br />
que, al contrario, selecciona la realidad habitual, difundiéndose<br />
por el entorno, bien fundamentado, reflejado en los resultados<br />
de acontecimientos que se refuerzan recíprocamente, predecible<br />
y obvio <strong>como</strong> el único mundo tolerante o, incluso, el<br />
único mundo habitable. Una carencia endémica de todo proyecto<br />
es la exploración fuera de los caminos trillados; de hecho,<br />
el radicalismo se motiva en el miedo intrínseco a lo inusual, al<br />
extraño, a lo no materializado, a lo desconocido, miedo de la<br />
idea contrapuesta a la realidad. El radicalismo de derechas no<br />
puede trascender la perspectiva privilegiada de lo real. Por eso<br />
se aterroriza ante una idea que cuestione el monopolio sin rivales<br />
y la sabiduría de lo real y, consecuentemente llama al escrutinio<br />
de lo obvio, es decir, de lo inescrutable. Por lo tanto,<br />
la intolerancia de la derecha carece de enfoque, igual que la<br />
realidad que defiende. En su lugar, yace a la espera del resultado<br />
de emboscadas tendidas allí donde la realidad se encuentra<br />
con su propio futuro.<br />
Existe un tipo social (más que una clase), cuyo estatus lo<br />
predestina para el rol de principal fuente del radicalismo de<br />
derechas. Desde Marx, este tipo se ha llamado el petit-bourgeois,<br />
el «pequeño burgués». Por citar de nuevo a Roland Barthes,<br />
«el petit-bourgeois es un hombre incapaz de imaginar al<br />
Otro. Si se tropieza con él cara a cara, se ciega, lo ignora y lo<br />
niega o, si no, lo transforma en él mismo. [...] Esto se debe a<br />
que el Otro es un escándalo que amenaza su propia esencia». 75<br />
No hay sitio para el Otro en el universo de significado finito<br />
del petit-bourgeois, dado que la esencia del petit-bourgeois es el<br />
reflejo universal, inacabable y monótonamente repetido de un<br />
único patrón existencial, siempre el mismo, es el Promedio elevado<br />
a las alturas absolutas de la Universalidad. <strong>La</strong> manera de<br />
ser del Promedio es la de lo viscosos; de hecho, es el prototipo<br />
I<br />
LA CULTURA COMO PRAXIS 309<br />
de la viscosidad. El Promedio rumia cualquier cosa con la que se<br />
topa. Devora, digiere y metamorfosea cualquier cosa a la que<br />
eche el diente. Como un pasto alpino comido hasta la última<br />
brizna por un voraz rebaño de ovejas, el mundo suavizado por<br />
el Promedio se vuelve una tierra uniformemente aburrida y lóbrega.<br />
Cualquier cosa que salpique imprudentemente en la superficie<br />
engañosamente pacífica y suave del Promedio desaparece<br />
para no volver: de hecho, el Promedio obtiene sus fuerzas<br />
y perpetúa su existencia desintegrando todo aquello que tiene<br />
alrededor y convirtiéndolo en su propio cuerpo, cada vez más<br />
grande, sin alcanzar nunca sus límites. El Promedio no es la sola<br />
entidad codiciosa y expansiva; sin embargo, lo que le caracteriza<br />
es su glotonería, que aparece <strong>como</strong> su único modo de supervivencia<br />
posible. O bien traga y asimila aquello que toca o<br />
bien muere. Para el Promedio, el resto del mundo se divide nítidamente<br />
entre la sustancia que se puede tragar y el enemigo<br />
que hay que combatir sin descanso y sin piedad. No hay lugar<br />
para distinciones sutiles ni para contemplar tonos y matices.<br />
Como consiste en una generalidad pura, sin forma, el petitbourgeois<br />
no puede evitar ver a su Enemigo <strong>como</strong> el Archienemigo,<br />
<strong>como</strong> el omnipotente poder de Satán, una concentración<br />
de todo aquello que lo amenaza, genuina o supuestamente. Fue<br />
el petit-bourgeois el que se agarró avariciosamente a la sencilla,<br />
por generalizada, fórmula de Dan Smoot acerca de las complejidades<br />
del mundo de la política: «Hago equivaler el crecimiento<br />
del Estado del bienestar con el socialismo y el socialismo<br />
con comunismo». 76 O el que leyó con entusiasmo las<br />
estadísticas del boletín de la John Birch Society, que tasaban<br />
el control comunista sobre Estados Unidos en un 20-40% en<br />
1958,30-50% en 1959 y 40-60% en 1960 (ese año, la estimación<br />
para Gran Bretaña se situaba en el 50-70 %). 77 O el que<br />
se embebía ávidamente de las emocionantes noticias del concentrado<br />
total del Enemigo, en las cuales, los rebeldes religiosos,<br />
los barrenderos afrocaribeños, Harold Wilson, los pe-