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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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278 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

das las distinciones que soportan el mundo inteligible. <strong>La</strong><br />

palabra «extraño» se transforma en el nombre para un tipo de<br />

conducta más que para una clase de estatus existencial. Una persona<br />

para la cual la relativ natürliche Weltanschauung [la «relativa<br />

cosmovisión natural»] del grupo al que pertenece físicamente<br />

(aunque no por fuerza mentalmente) «no es un refugio, sino un<br />

campo de aventura», 38 muestra una llamativa similitud con el<br />

fmnc-tireur intelectual mannheimiano, freelance por definición,<br />

ese insidioso e impenitente «desenmascarador, revelador de mentiras<br />

e ideologías, relativizador y devaluador del pensamiento inmanente,<br />

desintegrador de Weltanschauungen» Aquí se contempla<br />

la categoría de chivo expiatorio, guarda de la cohesión del<br />

grupo y siempre pendiendo sobre las traicioneras tierras de la<br />

frontera, <strong>como</strong> centrada en un fenómeno mucho más amplio que<br />

los existencialmente ambiguos grupos de frontera: recae sobre todo<br />

aquel que se atreve a cuestionar el carácter natural, suprahumano<br />

y eterno del orden impuesto por y para la <strong>praxis</strong> común.<br />

Vale la pena hacer notar que, demasiado a menudo, los estudiosos<br />

que tratan con el fenómeno de la marginalidad caen<br />

en la trampa de los prejuicios populares, particularmente en la<br />

creencia popular profundamente arraigada de que cruzar reinos<br />

existencialmente separados testimonia el poder sobrehumano<br />

del intruso en cuestión; ese acto de atravesar fronteras y<br />

entrar en territorios que le son ajenos a uno —modelado tal vez<br />

a partir del sentido común, pero arquetípico, de la violación sexual<br />

de la oposición primordial entre macho y hembra— se entiende<br />

<strong>como</strong> la medida definitiva de la sagacidad, la destreza y<br />

la potencia dinámica del transgresor. Los científicos, que si algo<br />

no son es inmunes a los mándalas casi arquetípicos, raramente<br />

son capaces de librarse con éxito de los vestigios del respeto<br />

a los vagabundos <strong>cultura</strong>les sin hogar. Fue el gran Gilbert<br />

Murray quien adscribió la milagrosa erupción de la creatividad<br />

helénica a la marginalidad endémica de los conquistadores nórdicos<br />

del Egeo. 40 Los sociólogos de la Escuela de Chicago casi<br />

LA CULTURA COMO PRAXIS 279<br />

se mostraban encantados con su propio diseño del «tipo de<br />

personalidad marginal». El hombre marginal, según Robert<br />

Park, «vive en dos mundos y en los dos es más o menos un extraño».<br />

Por esta razón, su personalidad conduce hacia «la inestabilidad<br />

espiritual, la intensificación de la conciencia de sí mismo,<br />

la inquietud y el malestar». Así es mientras nos movemos<br />

en los límites del discurso empírico, pero, de repente, se nos pide<br />

saltar hasta una conclusión más bien inesperada: «Es en la<br />

mente del hombre marginal [...] donde mejor podemos estudiar<br />

el proceso de la civilización y del progreso». 41 Siguiendo<br />

esta receta, Peter Gay explicaba recientemente el meteórico estallido<br />

de creatividad <strong>cultura</strong>l en la República de Weimar <strong>como</strong><br />

consecuencia de la inquietud de algunos elementos externos<br />

que resultaban estar dentro [de la sociedad alemana] en ese período.<br />

42 De hecho, es difícil pasar por alto la impresionante afinidad<br />

entre la persistente creencia en la potencia artística de<br />

los híbridos <strong>cultura</strong>les y la fe igualmente persistente en las proezas<br />

sexuales insuperables del negro norteamericano o en la astucia<br />

sobrenatural de los peregrinos perennes, los judíos, o en<br />

el conocimiento mágico de los gitanos.<br />

En el estudio más global publicado hasta ahora sobre los marginados,<br />

Everett V. Stonequist sólo expresa compasión y piedad<br />

por los «híbridos raciales». Al mismo tiempo, reconoce respetuosamente<br />

el papel clave presuntamente representado por esos «híbridos<br />

<strong>cultura</strong>les» en la impulsión del progreso humano: 43<br />

En razón de su situación entre dos aguas, el hombre marginal<br />

se puede convertir en un crítico preciso y capaz del grupo dominante<br />

y de su <strong>cultura</strong>. Esto es así porque combina el conocimiento<br />

y la percepción del de dentro con la actitud crítica del de<br />

fuera. [...] Es hábil en percibir las contradicciones e hypókrisis<br />

en la <strong>cultura</strong> dominante. Le salta a la vista la distancia entre sus<br />

pretensiones morales y sus logros.

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