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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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246 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

<strong>La</strong>s relaciones sociales son en sí mismas el «núcleo duro» de la<br />

interacción real (<strong>como</strong> la estructura social es el núcleo duro de<br />

la organización social, de «la manera en que se hacen las cosas en<br />

la comunidad a lo largo del tiempo»). 2 Componen el esqueleto<br />

de la práctica social, duradero, persistente y poco cambiable.<br />

En realidad, son pautas, semillas de estabilidad entre la cascara<br />

desechable de los acontecimientos. Durante bastante tiempo,<br />

muchos antropólogos británicos parecían más bien satisfechos<br />

con este compromiso teórico del tipo de los que se quedan a<br />

medio camino; raramente o nunca se preguntaban cómo se habían<br />

originado las pautas o, lo que viene a ser lo mismo, cuál era<br />

su naturaleza real y qué las mantenía continuamente «operativas».<br />

Con seguridad, la noción de estructura se acercaba semánticamente<br />

lo suficiente a la intuición de cohesión y equilibrio.<br />

Evans-Pritchard hizo particularmente explícita esta asociación:<br />

para él, el uso mismo de la palabra «estructura» «implica que<br />

ésta alberga coherencia entre sus partes —en cualquier caso,<br />

siempre por encima de un mínimo que evite la contradicción<br />

abierta y el conflicto— y posee una durabilidad superior a la<br />

mayoría de las efímeras cosas de la vida humana». 3 Pero, una<br />

vez más, se dice poco sobre los orígenes de la coherencia y sobre<br />

los factores responsables de su perpetuación. Si se hiciera<br />

la pregunta de una manera sistemática, probablemente la respuesta<br />

andaría cerca de la «acción societal» de Durkheim, sea<br />

en la forma de mentalité collective o, menos metafísicamente,<br />

en la de ritos, usos, socializaciones tradicionales, etc. Lo importante<br />

es que, al margen de de los factores que se apunten,<br />

probablemente formará parte sin excepción de las interacciones<br />

humanas «materiales», empíricamente observables; paralelamente,<br />

la búsqueda de causas y fuerzas motrices apenas<br />

llevará a los exploradores más allá del dominio de las instituciones.<br />

Este «más allá» ha sido, sin embargo, el territorio nativo de<br />

la antropología norteamericana desde sus inicios. Incluso cuan-<br />

LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

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do los antropólogos estadounidenses abordan explícitamente<br />

el concepto de estructura social, cosa que pocos de ellos hacen<br />

en comparación con los británicos, se apresuran a enfatizar que<br />

la ven de manera distinta a estos últimos. Para Redfield, la estructura<br />

social «se puede ver <strong>como</strong> un sistema ético. Es una<br />

disposición ordenada de concepciones sobre lo que es la buena<br />

conducta». No se trataría «tanto de nudos de personas<br />

—conectados por las cuerdas de su red social, sus relaciones<br />

sociales—, sino de estados mentales de la gente, característicos<br />

e interrelacionados, referidos a la conducta de los hombres para<br />

con los hombres». 4 Así pues, reduce la estructura social a un<br />

conjunto de preceptos morales y sustituye la cuestión más amplia<br />

(o, quizá, meramente distinta) de la integración de la sociedad<br />

por la integración de normas y expectativas. A. L. Kroeber<br />

desarrolló la dicotomía entre superficie y profundidad de<br />

eidos y etbos paralelamente a <strong>como</strong> Radcliffe-Brown estableció<br />

la relación entre organización social y estructura social: el eidos<br />

de una <strong>cultura</strong> «seria su apariencia, sus fenómenos, todo aquello<br />

que se puede describir explícitamente», mientras que la realidad<br />

escondida, más profunda, que proporciona coherencia y<br />

regularidad a la superficie fenoménica es el ethos, «la cualidad<br />

total» de la <strong>cultura</strong> que resume simultáneamente «aquello que<br />

constituye la disposición o el carácter de un individuo» y «el<br />

sistema de ideales y valores que domina la <strong>cultura</strong> y tiende, así,<br />

a controlar el tipo de conducta de sus miembros». Con esta<br />

existencia algo etérea y espiritual, el ethos es la cualidad «que<br />

penetra toda la <strong>cultura</strong>, <strong>como</strong> un aroma, a diferencia del agregado<br />

de constituyentes separados que confeccionan su apariencia<br />

formal, configurando el eidos»? El fundamento último<br />

del universo del «ser» se traslada, por lo tanto, al universo del<br />

«debería», y el misterio de la cohesión aparente del plano fenoménico<br />

observable encuentra una explicación concluyeme<br />

en el campo de las normas y de las evaluaciones morales. <strong>La</strong><br />

emergencia y la continuidad de un sistema social se convierten

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