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el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

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han r<strong>el</strong>acionado al autor con Huanca, éste sí un int<strong>el</strong>ectual obrero, en cuanto Vallejo fuera testigo<br />

(en esto igual también a Benites) y pudiera haber sufrido de un sentimiento de culpa similar por<br />

la complicidad implícita en su actitud pasiva (O’Connor xviii) , como veremos más ad<strong>el</strong>ante. Al<br />

final de la nov<strong>el</strong>a podemos comprobar que si Benites es una suerte de “mala conciencia de<br />

Vallejo”, sólo Huanca termina asumiendo <strong>el</strong> punto de vista d<strong>el</strong> autor implícito, travestido en la<br />

figura de un líder indígena capaz de comprender las exigencias de su comunidad y, al mismo<br />

tiempo, darle un sentido político.<br />

En <strong>el</strong> siguiente subcapítulo, 103 por <strong>el</strong> contrario, <strong>el</strong> narrador toma una visión externa y<br />

objetiva, de testigo, representando una escena de violencia que articula las r<strong>el</strong>aciones intrapoder,<br />

cohesionándose frente a los estratos inferiores. Es una visión antifundacional que muestra la<br />

repetición, en su contexto neocolonial, d<strong>el</strong> impulso conquistador de la tierra y de la vida, como<br />

en <strong>el</strong> resto de la obra, mostrando la violencia que une Estado y explotación capitalista (militares,<br />

empresarios capitalistas y estrato hegemónico, frente a indígenas-obreros), como fractura entre<br />

nación constituida y colectivo, si bien en una articulación imperialista, de condiciones casi<br />

feudales. El subcapítulo desarrolla una orgía macabra en <strong>el</strong> bazar de José Marino, orquestada por<br />

<strong>el</strong> mismo comerciante como forma de adulación al poder, en <strong>el</strong> mismo lugar donde se había<br />

discutido <strong>el</strong> comportamiento de los soras. Los personajes principales de Quivilca reunidos se<br />

juegan a los dados a la amante de Marino, la serrana Graci<strong>el</strong>a “la Rosada”, chichera de 18 años,<br />

quien también había partido de Colca por la fiebre de las minas. Luego de emborracharla,<br />

Marino la <strong>of</strong>rece “generosamente” al grupo, en cuya agresión:<br />

103 No queremos hacer numerología, pero es evidente que los subcapítulos d<strong>el</strong> d<strong>el</strong>irio y de la violación están<br />

exactamente en la mitad de la nov<strong>el</strong>a, subacpítulos 4 y 5, mientras que la matanza d<strong>el</strong> pueblo, en <strong>el</strong> 6, lo que sería<br />

una suerte de punto de oro formal y temático.<br />

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