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el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

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Ponte Grande, Sr. Presidente (circula en 1943), Ecua-Yamba-O (comenzada en 1927), son de<br />

1933, sumándos<strong>el</strong>es las primeras obras de Amado que van de 1928 a mediados de los treinta.<br />

Las coordenadas tiempo y espacio de la nov<strong>el</strong>a tradicional, entonces, ya no eran capaces<br />

de captar complejidades de historia, producción, comunidad, que con una u otra intensidad<br />

reflejaban la situación poscolonial d<strong>el</strong> continente, ya descritas por Mariátegui. Mientras que la<br />

desestabilización narrativa vanguardista aparece como herramienta y expresión en sí d<strong>el</strong><br />

fenómeno, la nov<strong>el</strong>a contaminada problematiza <strong>el</strong> carácter orgánico de sus estructuras <strong>narrativas</strong>,<br />

y convierte su escritura en performance (<strong>el</strong> fenómeno de la “mala escritura” como anti-literatura,<br />

su incompletud, su fracaso, su hibridez...) a los ojos d<strong>el</strong> lector, exponen la inorganicidad de la<br />

situación (parafraseando a Adorno) 67 y ponen en juego un doblez en <strong>el</strong> que la literatura muestra<br />

una cara de imposibilidad, producto d<strong>el</strong> revés que la crisis de los centros produce como<br />

reducción de aspiraciones sociales en la periferia (y no sólo en <strong>el</strong>la). Esta experiencia es<br />

manifiesta en <strong>el</strong> orden de lo estético en la construcción problemática de la nov<strong>el</strong>a. La posición<br />

crítica se transforma en resistencia (no hay esperanza per se), la especulación psicológica d<strong>el</strong><br />

narrador en primera persona se vu<strong>el</strong>ca a una carga testimonial (incluso literal) o en una voluntad<br />

más bien colectiva, que ap<strong>el</strong>a a los márgenes de la experiencia social, y se explicitan y dibujan<br />

posibilidades que, al mismo tiempo, van siendo clausuradas (incluso la versión socialista, que se<br />

radicalizará en la denuncia descarnada de la nov<strong>el</strong>a social). El público al que se dirigen no es<br />

parte de las aspiraciones utópicas de los escritores −como pretende Unruh percibir en los<br />

manifiestos (39)−, sino un cuestionamiento al interior d<strong>el</strong> ámbito de los lectores de clases medias<br />

y altas (si llegan a <strong>el</strong>los), en cuanto enrarecen los conceptos de literatura por <strong>el</strong>los mismos<br />

67 “En <strong>el</strong> intento de crear obras orgánicas, cerradas sobre sí mismas (que Lukács llama realistas), Adorno ve no solo<br />

la renuncia a un niv<strong>el</strong> alcanzado por la técnica artística, sino incluso una voluntad sospechosa de ideología. Pues la<br />

obra orgánica, a pesar de descubrir las contradicciones de la sociedad presente, cae por su forma en la ilusión de un<br />

mundo perfecto, aunque su contenido explícito indique todo lo contrario”. (Burger 155-6)<br />

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