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el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

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que quedó pendiente, historia frustrada como la llama Araujo (“Ensayo sobre la obra literaria”<br />

24)−, la avanzada neocolonial alrededor d<strong>el</strong> petróleo (como la globalizadora actual) intentaría la<br />

paradoja de postular una nación sin proyecto propio. 205<br />

Guillermo Sucre ha definido la visión de Núñez como la de un fundador, <strong>el</strong> que busca en<br />

lo inédito, en lo “aún no construido”, precisamente, en lo no escrito: “Con paciencia, con esa<br />

lucidez de los solitarios, supo encontrar los que podrían ser los grandes lineamientos de una<br />

acción colectiva” (9). Y ésta sería <strong>el</strong> acto descolonizador que pasaría por <strong>el</strong> rechazo de la<br />

también persistencia caudillesca, hasta llegar a manos de un pueblo dispuesto a producir −y<br />

reconocer− a sus propios dirigentes, como él mismo afirmó: “[…] fundar un país es una empresa<br />

hermosa y grande. No puede ser obra sino de un pueblo. Pero ese pueblo ha de encontrar<br />

dirigentes capaces, con visión bastante, que defiendan su territorio y encaucen y favorezcan <strong>el</strong><br />

esfuerzo de los pobladores…” (cit. en Mieres 34).<br />

De esta manera, Núñez está consciente de que las clases dominantes (Leiziaga tanto<br />

como <strong>el</strong> resto de los “notables” que participan en la discusión inicial) no romperán la inercia que<br />

las favorece, <strong>el</strong> marco de su hegemonía. Si <strong>el</strong> “secreto de la tierra” estuviera en sus manos –de no<br />

ser una contradicción–, sería insuficiente. En su sorprendente “Discurso” planteará a los mismos<br />

académicos e historiadores <strong>of</strong>iciales, con un énfasis benjaminiano, la necesidad de pr<strong>of</strong>undizar<br />

en la otra historia, la no escrita o escrita “al detal”, la historia de los vencidos, la d<strong>el</strong> hombre<br />

205 Intuimos que Núñez hereda esta visión de Blanco Fombona, en particular de Los conquistadores d<strong>el</strong> siglo XVI,<br />

de 1922. Allí, <strong>el</strong> furioso antiimperialista y antigomecista detecta <strong>el</strong> interés de historiadores norteamericanos en<br />

ensalzar la gesta conquistadora española. En su introducción escribe: “Remontándose a los orígenes de aqu<strong>el</strong>los<br />

pueblos curiosean, y aplauden con frecuencia, la epopeya, mitad odisea, mitad ilíada, de los homéricos<br />

conquistadores. Nada de extraño que Yanquilandia los aplauda. ¿No descubre en <strong>el</strong>los, aunque empleada en otra<br />

forma, aqu<strong>el</strong>la energía dinámica que caracteriza a los sobrinos d<strong>el</strong> Uncle?” (4-5) Para más ad<strong>el</strong>ante describir: “Los<br />

yanquis, pues, como los hechos y las doctrinas lo demuestran, aspiran, de algún tiempo a esta parte, a imponerse en<br />

<strong>el</strong> Nuevo Mundo en aqu<strong>el</strong>la extensión y grado que nuestra imprevisión les permita. ¿Cómo extrañar que ahora<br />

c<strong>el</strong>ebren a los conquistadores cuyos pasos, con cuatro siglos de retardo, aspiran a seguir?” (9)<br />

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