13.06.2013 Views

el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

porque su condición inabarcable, inconquistable, la coloca en <strong>el</strong> ámbito de la necesidad, de la<br />

aspiración, d<strong>el</strong> deseo. Por eso permanece d<strong>el</strong> lado de lo sagrado de su propio ap<strong>el</strong>lido, allí donde<br />

se cruza con una violencia que se enfrenta a un orden descompuesto por la avaricia, la<br />

acumulación, la hybris no reconocida. Desde allí es entonces inalcanzable, <strong>el</strong>la impone<br />

condiciones previas. Nila afirma lo femenino en una pr<strong>of</strong>undización de las luchas<br />

reivindicadoras d<strong>el</strong> colectivo:<br />

Pienso que inútilmente hemos andado hasta hoy, que hemos perdido <strong>el</strong> alma, la<br />

vida. Antes apenas lo presentía. Ahora ya sé, ya conozco. El hombre rara vez<br />

entiende esto, nunca lo entendería, así como tampoco que <strong>el</strong> amor sin un ideal es<br />

inútil. En la mujer se halla todo, la vida, la fuerza. El hombre se precipita a <strong>el</strong>la<br />

con un impulso ciego e ignora que él apenas es un instrumento. [...] No es hora de<br />

pensar en <strong>el</strong> amor. Primero será preciso recuperar la vida. (42-3)<br />

Como vemos, los nombres son parte de la clave temporal y de las equivalencias de<br />

identidades: “¿Sería él acaso <strong>el</strong> mismo Lampugnano? –piensa Leiziaga– Cálice, Ocampo,<br />

Cedeño. Es curioso. Recordó este aviso en <strong>el</strong> camino de La Asunción a Juan Griego: ‘Diego<br />

Ordaz. −Detal de licores’. Los mismos nombres. ¿Y si fueran, en efecto, los mismos?” (25).<br />

Cubagua puede ser Nila (asociada a las perlas); sus ruinas, la lepra de Pedro Cálice, o S<strong>el</strong>im<br />

Hobuac, <strong>el</strong> traficante de perlas, cuyo ap<strong>el</strong>lido es casi anagrama de la isla. La nov<strong>el</strong>a juega,<br />

incluso, con la ap<strong>el</strong>ación plural como un recurso para subvertir los lugares sociales que ocupan<br />

algunos personajes en la historia. “¿Conoces la antigua costumbre? –pregunta fray Dionisio a<br />

Leiziaga–. Los indios trocaban sus nombres. Había <strong>el</strong> cacique don Diego, <strong>el</strong> Gil González, don<br />

Alonso, y así muchos. Un indio a quien llamaban Orteguilla dio muerte a fray Dionisio” (44). Es<br />

“barbarie” d<strong>el</strong> poder, cuando se convierte en madre de una hija d<strong>el</strong> dictador (la referencia a Gómez es directa, no<br />

está escondida ni simbolizada, es él). No sólo se pliega, sino que se convence de su rol, se subsume en <strong>el</strong> poder.<br />

272

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!