13.06.2013 Views

el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

importante de una realidad que postulaba alternativas diversas a las que finalmente se<br />

impondrían (desde arriba).<br />

A estas descalificaciones, que podemos llamarlas internas, Lambie suma otras externas,<br />

la supuesta intervención de los editores, que estarían interesados en presentar “a su autor como<br />

viajero perceptivo y desinteresado, ansioso de comprender la realidad de la vida diaria en la<br />

sociedad soviética [...]” (145). Es decir, según <strong>el</strong> crítico, su “objetividad” sería una apuesta<br />

comercial. Sin embargo, no vemos porqué no pueda ser aceptada como la posición real d<strong>el</strong> autor,<br />

como algo cierto aunque ideológicamente condicionado, <strong>el</strong> que Vallejo quisiera ver la revolución<br />

desde abajo, y que su objetividad no fuera ni recurso retórico ni una trampa panfletaria, sino una<br />

disposición consciente hacia una experiencia, si bien limitada (como todas), real. No sólo esto,<br />

sino que Lambie también cuestiona la recepción positiva que tuvo <strong>el</strong> libro en España,<br />

interpretándolo, sorprendentemente, como un error colectivo, fruto de un cándido optimismo de<br />

la izquierda que hizo que “Rusia en 1931 fuera considerada ‘imparcial’ por algunos críticos en <strong>el</strong><br />

momento en que fue escrita” (145). En cambio, en diversos textos, Víctor Fuentes demuestra que<br />

España vivía una revolución cultural, manifiesta particularmente en <strong>el</strong> ámbito editorial, a todo lo<br />

largo de los años veinte, producto no sólo de las inquietudes despertadas por la Revolución rusa,<br />

sino por la “desintegración d<strong>el</strong> Estado oligárquico” (La marcha al pueblo 30), situación que<br />

favoreció a Vallejo, quien ya era conocido antes de su llegada a España por sus artículos en<br />

Bolívar (la revista madrileña de su amigo Pablo Abril) y por la reedición española de Trilce, en<br />

manos de dos importantes poetas españoles, José Bergamín y Gerardo Diego. Es decir, <strong>el</strong> mismo<br />

Vallejo había abierto un espacio favorable para la producción y lanzamiento de sus dos nuevos<br />

libros: Rusia en 1931 y El tungsteno (402 et passim).<br />

89

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!