el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...
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Lo que también sorprende, visto en perspectiva, es que esa retórica resultara fuertemente<br />
ex-céntrica –y no sólo en <strong>el</strong> santiagueño Vallejo–, constituyendo una vanguardia poderosa en<br />
diferenciales (en particular, por lo indígena) y estableciendo vínculos entre los grupos no<br />
hegemónicos. Entonces, más bien que pátina, quizás sea justo verlo como instrumento de esa<br />
aspiración común de modernidad, que intentaba en su propio gesto exponer una nación falseada<br />
desde la Conquista, buscando una vía de manifestarse, o como afirma <strong>el</strong> mismo Lauer: “un<br />
intento de cultura propia de los sectores modernizantes (populares y burgueses) en <strong>el</strong> país” (79) o<br />
de “sectores antihispánicos (léase antioligárquicos)” d<strong>el</strong> Perú (82).<br />
El desarrollo de esta compleja vanguardia tuvo lugar durante lo que se ha llamado la<br />
“Patria Nueva” o <strong>el</strong> “oncenio” de Augusto B. Leguía, que constituía su segundo gobierno, y<br />
abarcó desde 1919 a 1930. Visto como una dictadura progresista (Halperin Donghi 349), fue un<br />
caudillo lleno de paradojas, 76 pues no obstante sus vínculos de clase –propietario de tierras y<br />
exportador de algodón–, desplazó a la oligarquía tradicional d<strong>el</strong> poder político (sin afectarla en lo<br />
económico), fortaleciendo <strong>el</strong> estatus militar y policial como garante de la estabilidad y<br />
permanencia d<strong>el</strong> control d<strong>el</strong> Estado. Entre sus objetivos, planteó la modernización d<strong>el</strong> Perú y la<br />
unión nacional, buscando, supuestamente, resolver <strong>el</strong> antagonismo entre sierra y costa. Para <strong>el</strong>lo,<br />
actuó en dos direcciones simultáneas, en contra de la vieja oligarquía y contra <strong>el</strong> proletariado<br />
76 Poco después de la caída de Leguía, Basadre escribió: “El caudillaje, de tan vieja raigambre en <strong>el</strong> Perú, resurgió<br />
aquí hipertr<strong>of</strong>iado. El señor Leguía no tenía d<strong>el</strong> caudillo antiguo la vida aventurera y arriesgada, pero sí la leyenda<br />
viril, la seducción y la inescrupulosidad. Careciendo d<strong>el</strong> lastre de las ideologías, podía maniobrar ágilmente por los<br />
altibajos de la política, apoyarse en <strong>el</strong>ementos heterogéneos y cambiar de política. Siendo masón grado 33 tuvo <strong>el</strong><br />
apoyo d<strong>el</strong> clero, con <strong>el</strong> cual siempre fue deferente. Habiendo sido chauvinista hizo la paz con Chile, país de cuyo<br />
odio hizo plataforma, y con Colombia, con cuyas fuerzas combatieron en <strong>el</strong> río Caquetá, cedido ahora, las tropas<br />
peruanas en <strong>el</strong> primer gobierno leguiísta. Siendo oligarca, habló en algunos discursos de socialismo. Ajeno a las<br />
reivindicaciones de la raza oprimida, exaltó a ‘nuestros hermanos los indios’. Con optimista resolución, abordaba las<br />
soluciones, ajeno al miedo ante las responsabilidades. Sin trabas éticas ni de casta, una vez satisfecha su ambición,<br />
aceptaba a quien habiendo sido su enemigo de ayer, quisiera acomodarse bajo su égida. [...] No era <strong>el</strong> suyo, en suma,<br />
<strong>el</strong> viejo y sombrío caudillaje bárbaro a base de violencia <strong>el</strong>emental que quizás ahora tiene un representante en [Juan<br />
Vicente] Gómez: era <strong>el</strong> caudillaje amansado, que empleaba, por cierto, la intimidación, pero, al mismo tiempo y,<br />
acaso en mayor grado, la corrupción”. (113)<br />
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