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el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

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y la autora pudieron despertar sospechas de los mismos grupos con los cuales trabajaba, <strong>el</strong><br />

Estado y sus fuerzas de represión sí las vieron y aceptaron como p<strong>el</strong>igrosas y revolucionarias,<br />

conduciendo a Galvão a sufrir años de prisión política (en Brasil y en Francia) y de torturas,<br />

llegando al ex abrupto de considerar su propio seudónimo Pagu (su obra), 138 como evidencia de<br />

su culpabilidad (Jackson, Afterword 120-1).<br />

Volviendo a la condición de nov<strong>el</strong>a proletaria y comunista, y a su voluntad de ser<br />

aceptada por <strong>el</strong> Partido Comunista, habría que ver que ésta se apartaba de ciertas direcciones<br />

partidistas: la agencia femenina como centro de la acción, <strong>el</strong> énfasis sobre la autorepresentación<br />

obrera, la ambigüedad en <strong>el</strong> cuestionamiento int<strong>el</strong>ectual (condena imprecisa al “gran” burgués),<br />

los conflictos irresolubles entre sentimiento y activismo, ciertos procesos de lumpenización que<br />

no excluyen la posibilidad revolucionaria, como plataforma de una nueva epistemología de lo<br />

social redimible. De hecho, <strong>el</strong> epígrafe que utiliza en su último capítulo, sacado de El capital,<br />

habla d<strong>el</strong> “verdadero proletariado miserable”, formado por vagabundos, criminales y prostitutas,<br />

que cruza la nov<strong>el</strong>a. Sin duda, estos fueron algunos de los puntos que llevaron al Partido a ver en<br />

la obra una “inherente anarquía” (Jackson, Afterword 126). Pero la nov<strong>el</strong>a plantea (quizás,<br />

demasiado evidentemente) las alternativas diversas de una recomposición social desde abajo, en<br />

la cual, si hay compartimientos estancos inamovibles (expresado en una tendencia estereotipante<br />

de los personajes), también hay otros que dejan abiertas posibilidades de transformación y<br />

cuestionamiento diversos. La presencia mayoritaria de lo proletario, entonces, no lo totaliza<br />

138 Son interesantísimas sus r<strong>el</strong>aciones con los seudónimos, y habría que ver hasta dónde la condicionaban desde<br />

afuera, siendo parte de la complejidad de su personalidad y de sus propias decisiones radicales. Al parecer, ya los<br />

venía utilizando antes de su encuentro con los modernistas, en sus trabajos periodísticos juveniles. Bopp le daría <strong>el</strong><br />

de Pagu, equivocando su ap<strong>el</strong>lido, que fue <strong>el</strong> asociado a su presencia modernista, seudónimo que al parecer <strong>el</strong>la<br />

misma quiso borrar más tarde de su vida (como recuerda su hijo en varios textos, entre <strong>el</strong>los, en la introducción de<br />

Safra macabra). Sin embargo, ya radicalizada, lo usa junto a otros, en sus trabajos periodísticos de 1931. El partido,<br />

entonces, le exige que use seudónimo en la nov<strong>el</strong>a, por <strong>el</strong> que la publica como Mara Lobo. Finalmente, aparecen<br />

otros en obras y escritos literarios y periodísticos, como Ari<strong>el</strong>, King Sh<strong>el</strong>ter, Solange Sohl, a lo que habría que<br />

sumarle su nombre clandestino en su trabajo político en París: Léonie.<br />

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