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el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

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El manejo peculiar de la sintaxis −como se ha visto en algunas notas al pie− también<br />

expresa la complejidad temporal de los personajes, a través d<strong>el</strong> empleo de diversas<br />

concordancias, tiempos verbales y géneros, con los cuales <strong>el</strong> autor ratifica las identidades, las<br />

continuidades o las permanencias. Nila es <strong>el</strong>la y es su pueblo. Leiziaga responde a los deseos<br />

propios y a los de Lampugnano. Fray Dionisio es su presente, cientos de años antes y su propia<br />

muerte. En <strong>el</strong> lenguaje, como si fuera la misma isla, replica <strong>el</strong> paral<strong>el</strong>o entre <strong>el</strong> siglo XVI y <strong>el</strong><br />

XX, y así, en una oración puede invertir <strong>el</strong> pasado y <strong>el</strong> presente (lo que también hace en algunas<br />

de sus crónicas históricas), porque no hay orden en la permanencia: “Al amanecer se llevaron <strong>el</strong><br />

cadáver, que está hinchado./ Días después murió Diego de Ordaz [...]” (37). 226<br />

Y si hay todavía dudas sobre la consciente manipulación estética y la conciencia<br />

escrituraria d<strong>el</strong> autor, bastaría con sopesar sus recursos metanarrativos. La pluralidad quijotesca<br />

d<strong>el</strong> texto en <strong>el</strong> texto, 227 <strong>el</strong> texto que se narra a sí mismo, <strong>el</strong> autor que se desvanece en su diálogo<br />

con <strong>el</strong> texto −tan usado una vez más por las vanguardias, y que pasará por manos de buena parte<br />

de los escritores posteriores−, es presentado en Cubagua con una carga implosiva que deja de<br />

lado la posibilidad de definir un punto de vista narrativo único y determinado.<br />

La nov<strong>el</strong>a es las diversas alternativas <strong>narrativas</strong> y meta<strong>narrativas</strong> a la vez, que forman una<br />

mezcla de <strong>el</strong>ementos desestabilizadores de la verdad, o sea, una verdad ambigua. El <strong>el</strong>íxir de<br />

Atabapo o la droga inhalada en <strong>el</strong> areito, la picadura de las arañas o <strong>el</strong> sereno de la noche en la<br />

isla, la ilusión, <strong>el</strong> deseo, <strong>el</strong> sueño, 228 la desestabilización psíquica de Leiziaga en la cárc<strong>el</strong>, <strong>el</strong><br />

r<strong>el</strong>ato robado o <strong>el</strong> publicado por Mendoza, todo pudiera <strong>of</strong>recer explicaciones posibles,<br />

226 Sin embargo, hay que señalar que esta es una variante de las ediciones póstumas de Núñez, ya que en las<br />

ediciones en vida aparecen ambos verbos en imperfecto.<br />

227 Creemos que nadie ha investigado la presencia cervantina en la obra de Núñez, no obstante son muy evidentes en<br />

sus dos nov<strong>el</strong>as anteriores. Tienen no pocas referencias textuales: parodias de pasajes (la venta y los venteros, por<br />

ejemplo en ambas, como escenario de otras historias, o <strong>el</strong> camino por la Sierra Morena), y hasta los subtítulos de<br />

Después de Ayacucho, por no ver a Migu<strong>el</strong> Franco como un Quijote malvado.<br />

228 En Don Pablos en América ya Núñez había usado algunos de estos <strong>el</strong>ementos para enrarecer la “verdad” contada.<br />

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