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el ...narrativas contaminadas - D-Scholarship@Pitt - University of ...

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acionales d<strong>el</strong> texto final, pero a la vez son <strong>el</strong>ucubraciones d<strong>el</strong> personaje, puntos de vista que se<br />

cruzan, y hasta parte de la vivencia mítica 229 que se presenta en <strong>el</strong> texto. Esto puede ser<br />

extendido al desenlace de la nov<strong>el</strong>a, que no ratifica la percepción d<strong>el</strong> personaje ni la d<strong>el</strong> lector,<br />

sino que queda abierta, por la inclusión de dos variaciones casi simultáneas d<strong>el</strong> mismo motivo,<br />

desdoblando <strong>el</strong> antes y después como manifestación escritural en una pre/visión de Leiziaga, 230<br />

que sólo luego escapa de la cárc<strong>el</strong> (64-5). De aceptarse como equivalentes, la existencia de dos<br />

variantes d<strong>el</strong> final (en ediciones distintas) se transforma, incluso, en un juego de la realidad<br />

literaria, coherente con la dinámica expuesta dentro de la nov<strong>el</strong>a. En una, la narración y Leiziaga<br />

retornan al discurso de la Cubagua-isla impertérrita; en la otra, se van como los viejos<br />

colonizadores en busca de El Dorado, hacia las corrientes d<strong>el</strong> Orinoco (lo que retoma en La<br />

galera de Tiberio), sobre las cuales se fundará la promesa de un proyecto de desarrollo<br />

económico d<strong>el</strong> país (verdadera premonición). Así, <strong>el</strong> propio texto conflictúa la verdad narrada (y<br />

no sólo <strong>el</strong> narrador) y también la capacidad d<strong>el</strong> personaje que la vive (en particular, Leiziaga) de<br />

expresar esa misma verdad.<br />

Esta vivencia será cuestionada desde la perspectiva de autoridad de los personajes planos<br />

de la nov<strong>el</strong>a: Tiburcio Mendoza (la historia), <strong>el</strong> doctor Almozas (la ciencia positivista), <strong>el</strong> juez<br />

Figueiras (<strong>el</strong> derecho). Por eso en <strong>el</strong> capítulo final, <strong>el</strong> médico dice, una vez más en casa de<br />

Stak<strong>el</strong>un: “El mundo cree aún en leyendas y fantasmas. El progreso tiene que luchar todavía<br />

contra la ignorancia” (62), mientras <strong>el</strong> narrador afirma “que la realidad, como la luna, siempre<br />

nos muestra un solo lado” (ibíd.). Figueiras, una vez más da <strong>el</strong> veredicto final, afirmando que<br />

229 Como funciona la rosa en <strong>el</strong> paso por <strong>el</strong> Paraíso soñado, en “La flor de Coleridge” (1952) de Borges, también la<br />

pérdida d<strong>el</strong> anillo genealógico de Leiziaga –símbolo de su historia familiar y de la historia nacional de la clase<br />

hegemónica– en <strong>el</strong> areito anuncia la unión de realidad e imaginación, a la vez que, en manos de Vocchi, <strong>el</strong> mito se<br />

apodera de la historia. Recordemos <strong>el</strong> anillo de Tiberio, en La galera de Tiberio, pasando de mano en mano desde<br />

Babilonia a Panamá, trayendo <strong>el</strong> símbolo de la historia al r<strong>el</strong>ato. (20-2)<br />

230 Esta también es una variante póstuma.<br />

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