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Periodoncia.Eley.6a.Ed

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134 <strong>Periodoncia</strong><br />

de los estudios clínicos longitudinales que condujeron al desarrollo de la teoría<br />

de «brotes» de la progresión periodontal (Goodson et al., 1982; Lindhe et al.,<br />

1983; Haffajee y Socransky, 1986) se empleaba un sondaje manual, que no<br />

puede medir con fiabilidad cambios en la PI menores de 2,5-3 mm. Por tanto,<br />

sólo detectarían una pérdida de inserción rápidamente progresiva (PIR), perdiendo<br />

dicha cantidad o más, y no detectarían las pérdidas de inserción graduales<br />

(PIG), en las que se van perdiendo cantidades mucho menores a lo largo de<br />

mucho más tiempo. Esto, por tanto, conduce a la idea de que toda la progresión<br />

periodontal se produce en brotes de actividad a lo largo de períodos breves.<br />

Recientemente se han desarrollado sondas electrónicas que medirán la PI<br />

con mayor fiabilidad y precisión, y cuyos umbrales oscilan entre 0,3 y 0,8 mm<br />

(v. cap. 13). Usando una sonda electrónica que detecta y mide desde la línea<br />

amelocementaria (UEC) con un umbral de 0,25 mm, Jeffcoat et al. (1991)<br />

monitorizaron a 30 pacientes con una periodontitis crónica moderada-avanzada<br />

durante 6 meses. Aplicando un umbral de 0,4 mm, observaron un 29% de<br />

localizaciones con pérdida de inserción (PI), mientras que si utilizaban uno de<br />

2,4 mm, las localizaciones de PI se reducían a un 2%. Esta última cifra es similar<br />

al porcentaje observado en los estudios anteriores en los que se utilizaba un<br />

sondaje manual. Esto indicaba que, con la aplicación de umbrales grandes,<br />

solamente se detectarían PIR, mientras que la aplicación de umbrales menores<br />

detectaría tanto PIR como PIG, con una proporción de localizaciones de PIG<br />

mayor. Así, parece que durante la progresión de la periodontitis crónica se<br />

producen tanto PIR, progresando en «brotes», como PIG. Esta última pérdida<br />

de inserción gradual podría deberse tanto a «minibrotes» pequeños de actividad<br />

generadora de una PI de menos de 0,5 mm como a una PI progresiva lenta,<br />

o a ambas. Es probable que los pacientes sensibles a la enfermedad periodontal<br />

tengan más propensión a progresar mediante brotes de PIR, mientras que aquellos<br />

con sensibilidades menores lo hagan de una forma más lenta y gradual.<br />

También se ha demostrado que, en los pacientes con una periodontitis<br />

crónica moderada, se producía una pérdida de inserción adicional, principalmente<br />

en focos con profundidades de sondaje anteriores mayores de 5 mm<br />

(Gribic y Lamster, 1991, 1992).<br />

Actualmente existen dos limitaciones principales que impiden llegar a<br />

diagnósticos y pronósticos precisos:<br />

1. Se carece de marcadores fiables de la presencia de actividad de la<br />

enfermedad (v. cap. 14).<br />

2. Se carece de criterios fiables para identificar a los individuos «de riesgo».<br />

Fig. 8.8 Aspecto radiográfico de un defecto óseo asociado a una bolsa intraósea<br />

mesial al primer molar inferior izquierdo. El defecto óseo se describe frecuentemente<br />

como un defecto «intraóseo». Obsérvese la resorción alveolar precoz en otras zonas<br />

que están relacionadas con bolsas supraóseas.<br />

Fig. 8.9 Diagrama para demostrar ciertos tipos de defectos óseos: (A) cráter<br />

interdental, (B) defecto de tres paredes, (C) defecto de dos paredes, (D) defecto de<br />

una pared o hemitabique.<br />

Defectos Óseos<br />

El patrón de resorción alveolar puede variar de un diente a otro y en las diferentes<br />

superfícies de un mismo diente.<br />

Parece que la inflamación se disemina desde las encías a tejidos más profundos<br />

a través de tres vías: por el hueso alveolar, por la encía insertada y por<br />

el ligamento periodontal. La vía principal parece ser el hueso alveolar, donde<br />

la inflamación sigue una trayectoria a lo largo de los canales perivasculares y<br />

perinerviosos hacia los espacios trabeculares. A continuación, puede discurrir<br />

lateralmente desde el hueso al ligamento periodontal y a la encía insertada. Si<br />

la resorción de la cresta alveolar es uniforme, la base de la bolsa permanece<br />

en una posición coronal a la cresta ósea y se forma una bolsa «supraósea», es<br />

decir, una bolsa rodeada por completo de tejido blando (fig. 8.2C). Si la resorción<br />

de la cresta alveolar evoluciona más rápidamente en una parte que en<br />

otra, la base de la bolsa se sitúa en una zona apical respecto a la cresta ósea.<br />

Esto se conoce como bolsa «intraósea» (figs. 8.2E y 8.8).<br />

Como el hueso esponjoso está más vascularizado y es menos denso que el<br />

cortical, es probable que, como ya se ha comentado antes, en un tabique<br />

interdental ancho se reabsorba más rápidamente la parte central del hueso<br />

esponjoso que las porciones laterales compuestas de hueso cortical, de modo<br />

que se forma una bolsa intraósea asociada a un «cráter» interdental.<br />

La variedad de defectos óseos es infinita, pero con fines descriptivos se<br />

han clasificado según su morfología en defectos marginales, defectos intraalveolares,<br />

perforaciones y defectos de furca. Estos grupos son muy generales<br />

y pueden solaparse entre ellos. La respuesta ósea reparadora que tiene lugar<br />

en el proceso inflamatorio crónico puede sobrecompensar la resorción ósea,<br />

Fig. 8.10 Diagrama para demostrar defectos de furca: (A) clase 1, (B) clase 2, (C) clase 3.<br />

de manera que se forma un margen alveolar de mayor grosor. Los defectos<br />

intraalveolares, es decir, los que se producen en el interior de las apófisis<br />

alveolares, suelen clasificarse normalmente según el número de paredes<br />

óseas remanentes, esto es, con una, dos o tres paredes (fig. 8.9). Este grupo<br />

abarca además a los cráteres interdentales y a los hemitabiques.<br />

Los defectos de furca se han clasificado según el grado de pérdida ósea en<br />

la zona de la furcación medida en un plano horizontal (fig. 8.10). Un defecto<br />

de clase 1 o inicial es aquel en el que la pérdida ósea es inferior a 2 mm en la<br />

zona de la furca; un defecto de clase 2 es aquel en el que la pérdida ósea es<br />

superior a 2 mm en la zona interradicular, pero sin atravesar por completo la<br />

furcación, de manera que una cara del hueso permanece intacta; en un defecto<br />

de clase 3 se ha perdido gran parte del hueso interradicular, de modo que es<br />

posible pasar con una sonda completamente entre las raíces desde un lado al<br />

otro (fig. 8.11).

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