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Periodoncia.Eley.6a.Ed

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30 <strong>Periodoncia</strong><br />

antígeno que encuentran y fragmentándolo en péptidos antigénicos. En la<br />

célula, estos péptidos se unen a moléculas del complejo principal de<br />

histocompatibilidad (MHC, major histocompatibility complex) y se exponen<br />

en la superficie celular. Los linfocitos timodependientes (T) tienen receptores<br />

de superficie antigénicos que identifican combinaciones antigénicas específicas<br />

péptido-MHC. Este proceso activa los linfocitos T y se dividen para<br />

producir células memoria y efectoras. Las células efectoras segregan señales<br />

químicas (linfocinas) que movilizan otros componentes del sistema inmunitario.<br />

Un grupo de células que responde a estas señales son los linfoc itos B,<br />

que también tienen receptores específicos en su superficie pero que, a diferencia<br />

de los linfocitos T, pueden reconocer partes de todo el antígeno libre<br />

en solución. Al activarse, se diferencian en células plasmáticas que segregan<br />

anticuerpos específicos, que son formas solubles de sus receptores. Al unirse<br />

a los antígenos, los anticuerpos pueden neutralizarlos o precipitar su destrucción<br />

por la activación del sistema del complemento o permitiendo que las<br />

células fagocíticas los destruyan. Algunos linfocitos B también persisten<br />

como células memoria.<br />

Desarrollo de células inmunitarias<br />

Se sabe que las células relacionadas con la inmunidad se desarrollan a partir de<br />

células madre de la médula ósea (Weissman y Cooper, 1993). Un grupo de<br />

estas células, los linfocitos T, dependen del timo para desarrollarse y, si esta<br />

glándula se extirpa en un feto, no se desarrolla la inmunidad celular. En las<br />

aves, otro grupo de células depende de forma similar de un saco del intestino<br />

posterior conocido como bolsa de Fabricio y son linfocitos B o dependientes<br />

de la bolsa. En los mamíferos, los linfocitos B se producen en la médula ósea.<br />

Las células destinadas a ser linfocitos T migran pronto en la vida fetal al<br />

timo donde se dividen y diferencian. Dan lugar a sucesivas bandas de células<br />

que migran al epitelio que reviste orificios del cuerpo y más adelante a los<br />

órganos linfoides. Las primeras células que llegan al epitelio desarrollan<br />

receptores de células T (TCR, T-cell receptors) con cadenas g-d, mientras<br />

que las segundas que van a los órganos linfoides desarrollan TCR con cadenas<br />

a-b y se desarrollarán en linfocitos T colaboradores o «helper» (T4) y<br />

citotóxicos o «células NK» (T8).<br />

Los linfocitos B se desarrollan bajo la influencia de células de la estroma<br />

que producen los factores necesarios para su crecimiento y desarrollo.<br />

Desarrollan receptores de interleucina (IL) 7 que son estimulados por la IL-7<br />

de las células estromales. Luego se desarrollan progresivamente y expresan<br />

receptores específicos para los anticuerpos. Forman primero la cadena<br />

pesada, luego añaden la cadena ligera y, al final, expresan el receptor completo<br />

de la inmunoglobulina (Ig) específica. Producen cadenas a y b adicionales<br />

de Ig que se asocian con la molécula de Ig para producir el receptor completo.<br />

Si los linfocitos B en desarrollo reaccionan con grandes cantidades de<br />

antígenos propios van a sufrir una muerte programada (apoptosis). Los clones<br />

que sobreviven a este proceso migran a los órganos linfoides.<br />

La vía de los linfocitos T es más compleja y se enfrenta a diversos retos<br />

durante su desarrollo. Durante el desarrollo, forman y expresan receptores<br />

CD4 o CD8. Las células CD4 reaccionan con el MHC de clase II y se<br />

convierten en células T4 colaboradoras, y las células CD8 reaccionan con el<br />

MHC de clase I y se convierten en células T8 citotóxicas. Después, las células<br />

forman y expresan el TCR específico. Primero son probadas para ver si<br />

detectan antígenos presentados por otras células, una característica básica de<br />

las células T. Las células que reaccionan con el MHC propio sobreviven y las<br />

que no, sufren apoptosis. También mueren si reaccionan con grandes<br />

cantidades de autoantígenos propios. Los linfocitos T supervivientes migran<br />

a los órganos linfoides y son las células que pueden identificar péptidos no<br />

propios y MHC propio.<br />

Desarrollo de receptores específicos<br />

Existe una enorme diversidad de TCR y receptores de Ig en las células T y B,<br />

respectivamente (Janaway, 1993; Marrak y Kappler, 1993). Esto se determina<br />

durante su desarrollo de una forma excepcional. Los genes de los anticuerpos<br />

y de los TCR se heredan como fragmentos génicos conocidos como minigenes<br />

que funcionan solo después de juntarse para formar genes completos. Este<br />

proceso se produce solo en linfocitos individuales a medida que se desarrollan.<br />

El orden en el que se unen y el proceso de unión producen una gran diversidad.<br />

Las inmunoglobulinas constan de cadenas pesadas y ligeras que se unen para<br />

adoptar una forma en Y. Cada célula produce un tipo de cadena pesada y uno<br />

de cadena ligera para producir juntos el receptor Ig único. Cada cadena consta<br />

de combinaciones de los productos de los minigenes que son reorganizados<br />

para producir miles de combinaciones diferentes. La diversidad surge del<br />

tamaño de las familias de minigenes, que se dividen en variables (V), que hay<br />

más de 100; diversidad (D, Diversity), que hay 12, y unión (J, Joining), que<br />

hay 4. También hay minigenes constantes (C) que varían solo ligeramente<br />

para alterar la función del anticuerpo y no su especificidad. Durante el<br />

desarrollo, la reorganización de estos minigenes en diferentes combinaciones<br />

de VDJC produce 4.800 cadenas pesadas diferentes y 400 combinaciones<br />

VDJ en las cadenas ligeras que forman 1.920.000 genes de anticuerpos.<br />

Además, enzimas especiales insertan algunas unidades extra de codificación<br />

de ADN en las uniones VD o DJ, que aumentan aún más la diversidad.<br />

Las cadenas a-b o g-d del TCR de los linfocitos T se construyen de forma<br />

similar, con niveles similares de diversidad.<br />

Tejidos linfáticos<br />

Casi todos los linfocitos T de los órganos linfáticos y más del 90% de los de<br />

la sangre tienen TCR a-b, mientras que prácticamente todas las células<br />

asociadas al epitelio tienen TCR g-d (Lydyard y Grossi, 1993). En los órganos<br />

linfáticos, las células T y B que han madurado, pero que no se asocian a<br />

respuestas inmunitarias, residen en dominios distintos. Después de ser<br />

estimuladas por un antígeno, las células que participan en la producción de<br />

anticuerpos forman estructuras nuevas conocidas como centros germinales.<br />

En la interfase entre los dominios de células T y B predominan tres tipos de<br />

células: linfocitos T4 «helper», linfocitos B y células dendríticas.<br />

Circulación linfocítica<br />

Los linfocitos circulan constantemente por el cuerpo para que todos los<br />

órganos linfáticos tengan alcance a todos los linfocitos que puedan tener un<br />

receptor de los antígenos foráneos que llaman la atención del cuerpo<br />

(Weissman y Cooper, 1993). Llegan a los órganos linfáticos a través de unos<br />

vasos sanguíneos especializados llamados vénulas de endotelio alto (HEV,<br />

high endothelial venule). Sólo pueden pasar linfocitos que expresan receptores<br />

de localización (homing) compatibles con los receptores de la HEV. Hay dos<br />

tipos de receptores, uno compatible con los ganglios linfáticos y otro que es<br />

compatible con los órganos linfáticos del tubo digestivo. Cuando las células<br />

T y B se activan dejan de producir estos marcadores de localización y producen<br />

otra integrina VCAM-1 compatible con receptores de los vasos sanguíneos,<br />

de forma que pasan a través de vasos inflamados hacia los tejidos infectados.<br />

Respuesta inmunitaria y función (fig. 3.2)<br />

Los antígenos son incorporados primero por células presentadoras de antígenos<br />

(Janaway, 1993; Marrak y Kappler, 1993; Paul, 1993). Incluyen macrófagos<br />

de todo el cuerpo, células dendríticas foliculares de órganos linfoides y células<br />

dendríticas y de Langerhans presentes en las superficies mucosas. Todas estas<br />

células llevan un marcador de superficie CD4. Los antígenos en forma de<br />

organismos infectantes son fagocitados por estas células y se descomponen<br />

dentro de los fagolisosomas en sus péptidos constituyentes. Una molécula de<br />

clase II del MHC formada en el retículo endoplásmico (RE) es transportada a<br />

la vesícula. Una cadena proteica mantiene la molécula inactiva hasta que llega<br />

al péptido antigénico en su vesícula de procesamiento. En este vehículo, la<br />

cadena desaparece y permite la unión de la molécula del MHC a los péptidos<br />

antigénicos. Entonces el complejo va a la superficie celular donde es presentado<br />

para que pueda ser detectado por las células T y B con el receptor antigénico<br />

específico correspondiente.

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