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Periodoncia.Eley.6a.Ed

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42 <strong>Periodoncia</strong><br />

Efecto en la prevalencia y la gravedad de las enfermedades<br />

periodontales<br />

Gingivitis ulceronecrosante aguda (GUN)<br />

Hace más de 50 años se demostró una asociación clara entre el tabaco y la<br />

GUN (v. también cap. 25) (Stammers, 1944; Pindborg, 1947, 1949).<br />

Stammers (1944) examinó 1.017 casos de GUN y observó que casi todos<br />

eran fumadores. Más recientemente, en un estudio de <strong>Ed</strong>imburgo, Kowolik y<br />

Nisbet (1983) hallaron que 98 de 100 individuos con GUN eran fumadores.<br />

Estos resultados fueron revisados por Macgregor (1992). Más recientemente,<br />

se halló una asociación similar entre el hábito tabáquico y lesiones similares<br />

a la GUN en individuos infectados por VIH (Swango et al., 1991).<br />

Gingivitis crónica y periodontitis<br />

Los primeros estudios transversales de la relación entre el tabaco y la gravedad<br />

de la enfermedad periodontal fueron contradictorios y no concluyentes<br />

(Massler y Ludwick, 1952; Arno et al., 1958; Schei et al., 1959; Solomon et<br />

al., 1968; Sheiham, 1971; Preber et al., 1980; Bergström, 1981; Preber y<br />

Kant, 1973; Bergström y Floderus-Myrhed, 1983; Macgregor et al, 1985;<br />

Preber y Bergström, 1986a). Algunos investigadores describieron menos<br />

inflamación gingival y, especialmente, menos sangrado gingival en fumadores<br />

en comparación con no fumadores (Massler y Ludwick, 1952; Bergström<br />

y Floderus-Myrhed, 1983; Preber y Bergström, 1985; Bergström, 1990),<br />

mientras que en otros estudios (Arno et al., 1958; Preber y Kant, 1973; Preber<br />

et al., 1980) se observó más inflamación gingival en fumadores. Ha habido<br />

estudios en los que se ha observado un aumento (Sheiham, 1971; Preber y<br />

Kant, 1973; Preber et al., 1980; Bergström 1981; Bergström y Floderus-<br />

Myrhed, 1983) o ninguna diferencia (Macgregor et al., 1985; Bergström y<br />

Preber, 1986; Bergström, 1990) en el cúmulo de placa en fumadores comparado<br />

con no fumadores. Se observó que el flujo de líquido crevicular gingival<br />

(LCG) aumentaba inmediatamente después de fumar (McLaughlin et al.,<br />

1993). Sin embargo, se halló que disminuía en fumadores crónicos (Bergström<br />

y Preber, 1986).<br />

Estudios previos demuestran una clara relación entre la profundidad de<br />

sondaje y la pérdida de hueso alveolar (Arno et al., 1959; Schei et al., 1959;<br />

Solomon et al., 1968; Summers y Oberman, 1968; Ismail et al., 1983;<br />

Bergström y Floderus-Myrhed, 1983), pero otros (Sheiham, 1971; Preber<br />

y Kant, 1973) no hallaron una relación clara. Algunos autores (Schei et al.,<br />

1959; Sheiham, 1971; Preber et al., 1980; Ismail et al., 1983) han sugerido<br />

que las diferencias en la pérdida de inserción entre fumadores y no fumadores<br />

pueden deberse a la mala higiene oral de los fumadores.<br />

Sin embargo, en los últimos 10-12 años, estudios transversales en grupos<br />

mucho más grandes de sujetos han demostrado una relación más clara entre<br />

el tabaco y enfermedad periodontal (Ryder, 1996; Molloy et al., 2004). En<br />

algunos de estos estudios, los niveles de placa acumulados eran similares<br />

entre grupos de fumadores y no fumadores (Bergström y Elíasson, 1987a,<br />

1987b; Bergström, 1989; Linden y Mullally, 1994) o los niveles de la placa<br />

fueron mínimos en ambos grupos (Grossi et al., 1994, 1995). En las dos<br />

situaciones, el grupo de fumadores tenía bolsas periodontales más profundas<br />

y mayor pérdida de inserción clínica (Bergström y Elíasson, 1987a;<br />

Bergström, 1989; Linden y Mullally, 1994; Grossi et al., 1994; Martínez-<br />

Canut et al., 1995) y/o pérdida de hueso alveolar (Bergström y Elíasson,<br />

1987a; Grossi et al., 1995) que el grupo de no fumadores. Se han obtenido<br />

resultados similares en otros estudios transversales amplios (Feldman et al.,<br />

1983; Anerud et al., 1991).<br />

La fuerza de la asociación entre dos parámetros, en estudios de casos y<br />

controles y prospectivos, puede medirse con el riesgo relativo, que a menudo<br />

se expresa como la disparidad o el cociente de posibilidades (odds ratio). En<br />

este proceso, los factores de riesgo se asignan en grupos y luego se correlacionan<br />

estadísticamente entre sí para obtener las posibilidades de riesgo relativo.<br />

En numerosos estudios transversales se han descrito cocientes de<br />

posibilidades (Ismail et al., 1983; Haber y Kent, 1992; Jette et al., 1993;<br />

Grossi et al., 1994, 1995) generalmente de entre 2 y 6. En uno de estos estudios<br />

(Haber y Kent, 1992) se observó que la presencia de pacientes fumadores<br />

actuales y exfumadores era más prevalente en consultas periodontales<br />

norteamericanas, con periodontitis de moderada a avanzada en comparación<br />

con la práctica general o la población general.<br />

Más recientemente, se han publicado varios estudios longitudinales sobre<br />

la relación entre el tabaco y la enfermedad periodontal (Bolin et al., 1986;<br />

Bergström y Preber, 1994; Beck et al., 1997; Machtei et al., 1997; Bergström<br />

et al., 2000). En un estudio radiográfico longitudinal de 10 años de duración<br />

sobre la pérdida de hueso alveolar que empezó en 1970, se observó que en<br />

los sujetos que tenían 20 o más dientes al inicio del estudio, el tabaco fue un<br />

predictor significativo de futura pérdida ósea (Bolin, 1986). En un estudio de<br />

5 años sobre la pérdida de inserción en 800 adultos residentes de una comunidad,<br />

los fumadores tenían un mayor riesgo de pérdida de inserción (Beck<br />

et al., 1997). En otro estudio longitudinal (Machtei et al., 1997), en el que un<br />

amplio intervalo de indicadores clínicos, microbiológicos e inmunológicos<br />

se correlacionaron con la progresión de la enfermedad, se describió que, en<br />

más 1 de año de investigación, los fumadores tenían mayor pérdida de inserción<br />

clínica y de soporte óseo en comparación con los no fumadores. Se<br />

observó que los fumadores tenían un riesgo significativamente mayor de pérdida<br />

de inserción en comparación con los no fumadores, con una odds ratio<br />

de 5,4. Se hallaron resultados similares en un estudio prospectivo de 10 años<br />

(Bergström et al., 2000).<br />

Paulande et al. (2004) realizaron un estudio prospectivo de 10 años en<br />

individuos de 50 años para comparar la incidencia de la pérdida de soporte<br />

óseo con factores de riesgo potenciales. La muestra de sujetos se obtuvo a<br />

partir de una encuesta epidemiológica realizada en 1988 a sujetos que<br />

vivían en un distrito de Suecia. Se obtuvo una muestra aleatorizada del<br />

15% de los habitantes de 50 años. En el seguimiento a los 10 años en 1998,<br />

320 (75%) de los 449 individuos incluidos en el estudio se reexaminaron.<br />

Se realizaron exploraciones clínicas y radiológicas de toda la boca y cuestionarios<br />

en 1988 y 1998. Un total de 295 individuos (69%) se incluyeron<br />

en el análisis de cambios óseos radiológicas a lo largo de 10 años. Para el<br />

análisis estadístico de los datos se utilizaron pruebas no paramétricas,<br />

correlaciones y modelos de regresión múltiple gradual. El nivel medio de<br />

hueso alveolar en 1988 fue de 2,2 mm y se perdieron 0,4 mm durante los 10 años.<br />

De la muestra de sujetos, un 8% no mostró pérdida, mientras que un<br />

5% presentó una pérdida ósea media de más de 1 mm. Se observó que el<br />

tabaquismo era el principal predictor de riesgo individual. Cuando se incluyeron<br />

solo los individuos que habían seguido fumando durante los 10 años<br />

de duración del estudio, el riesgo relativo aumentó, pero no fue así en sujetos<br />

que lo habían dejado antes del examen inicial. El análisis de regresión<br />

múltiple gradual reveló que al fumar el porcentaje de sitios interproximales<br />

con profundidad de sondaje >4 mm, el número de dientes y la enfermedad<br />

sistémica fueron factores asociados significativos de pérdida ósea durante<br />

10 años. En no fumadores, los predictores estadísticamente significativos<br />

fueron el número de dientes, la pérdida media de hueso alveolar, el porcentaje<br />

de sitios interproximales periodontalmente sanos y el nivel educacional.<br />

Es posible que la inclusión de fumadores en el análisis del riesgo de<br />

enfermedades periodontales pueda impedir la detección de otros factores<br />

de riesgo.<br />

Respuesta a la dosis<br />

Se ha hallado una relación entre la prevalencia de periodontitis moderada a<br />

avanzada y el número de cigarrillos diarios (Brandtzaeg y Jamison, 1964;<br />

Ismail et al., 1983; Haber y Kent, 1992; Haber et al., 1993; Grossi et al.,<br />

1994, 1995) y el número de años que los pacientes han fumado (Haber y<br />

Kent, 1992; Martínez-Canut et al., 1995; Jette et al., 1993; Grossi et al.,<br />

1994, 1995). Para cuantificar este efecto actualmente se utiliza el término<br />

«cajetillas por años» (número de cajetillas fumadas cada día multiplicado<br />

por el número de años que el sujeto ha estado fumando). Uno de los estudios<br />

más importantes (Grossi et al., 1995) que investigó la pérdida ósea en 1.361<br />

sujetos de entre 25 y 75 años, el cociente de posibilidad en grandes fumadores<br />

fue de 7,28 y 3,25 en fumadores leves. En otro estudio (Alpagot et al., 1996)<br />

se describió que la profundidad de sondaje se correlaciona significativamente<br />

con el número de cajetillas fumadas al día y el número de años de duración<br />

del hábito tabáquico. Además, en un estudio a 1.156 ancianos residentes en la

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