Periodoncia.Eley.6a.Ed
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272 <strong>Periodoncia</strong><br />
Las cardiopatías congénitas de este grupo incluyen un conducto arterioso<br />
permeable no corregido, defecto del tabique ventricular, defecto del tabique<br />
atrioseptal, coartación de la aorta y válvula aórtica bicúspide. Las cardiopatías<br />
adquiridas incluyen defectos valvulares o disfunción como resultado de<br />
cardiopatía reumática, enfermedad vascular del colágeno o miocardiopatía<br />
hipertrófica.<br />
El prolapso de la válvula mitral (PVM) es una afección común y la necesidad<br />
de profilaxis en esta afección es controvertida, ya que sólo se desarrollan<br />
complicaciones a cualquier edad en un pequeño porcentaje de pacientes<br />
con PVM (Prabha y O’Rourke, 1997; Boudoulas y Wooley, 1995; Carabello,<br />
1993). El PVM representa diferentes cambios vasculares y de conducta clínica.<br />
Además, la deshidratación y la taquicardia son causas comunes de PVM<br />
intermitente (Dajani et al., 1997a). Es posible detectar un movimiento anormal<br />
de las válvulas mitrales mediante un ecocardiograma, hecho que puede<br />
observarse en adultos y adolescentes normales. La alta prevalencia en adultos<br />
jóvenes indica que el PVM con frecuencia es una anomalía valvular con<br />
cambios hemodinámicos mediante filtración de sangre hacia la valvula<br />
defectuosa, estado adrenérgico o fase de crecimiento y no de la estructura o<br />
función de la válvula.<br />
Cuando se produce PVM sin regurgitación y no hay demostración de regurgitación<br />
por Doppler, el riesgo de endocarditis después de la exposición a una<br />
bacteriemia no es mayor que el riesgo en la población normal (Saiman et al.,<br />
1993; Prabha y O’Rourke, 1997; Carabello, 1993) y no se requiere profilaxis<br />
antibiótica. Sin embargo, en los pacientes con vaálvulas mitrales que se prolapsan<br />
y con regurgitación, manifestado por chasquidos audibles como clics y<br />
soplos de regurgitación mitral, se recomienda administrar profilaxis antibiótica<br />
(Carabello, 1993; Devereux et al., 1986, 1994; Danchin et al., 1989; MacMahon<br />
et al., 1987; Marks et al., 1989; Zuppiroli et al., 1995; Wooley et al., 1991;<br />
Morelas et al., 1992; Weissman et al., 1994; Nishimura et al., 1985; McKinsey<br />
et al., 1987; Devereux et al., 1989; Stoddard et al., 1995; Awadallah et al., 1991;<br />
Cheitlin et al., 1997; La Porte et al., 1999; Waldman et al., 1997; Little, 1997).<br />
El PVM también se produce por degeneración mixomatosa de la válvula<br />
mitral y esta afección tiene diferentes manifestaciones (Skiest y Coykendall,<br />
1995; Wooley et al., 1991). Las válvulas mitrales en estas afecciones se<br />
muestran engrosadas en el ecocardiograma por la acumulación de depósitos<br />
de proteoglucano; la cantidad de engrosamiento es variable y puede aumentar<br />
con la edad. Se recomienda la profilaxis antibiótica en los pacientes con<br />
degeneración mixomatosa de la válvula mitral con regurgitación (Marks et<br />
al., 1989; Nishimura et al., 1985; McKinsey et al., 1987). En general se trata<br />
de pacientes mayores con riesgo incrementado de desarrollo de endocarditis<br />
infecciosa (Devereux et al., 1986; MacMahon et al., 1987; Marks et al., 1989;<br />
Devereux et al., 1989; Stoddard et al., 1995).<br />
La gran mayoría de los niños con dolor torácico o disnea no tienen forma<br />
alguna de cardiopatía pero se requiere una cuidadosa evaluación en niños con<br />
hallazgos clínicos aislados, como un chasquido mesosistólico, ya que puede<br />
ser un indicador importante de anomalía de la válvula mitral, que requiere<br />
profilaxis antibiótica (Awadallah et al., 1991). En algunos estudios el PVM se<br />
ha diagnosticado de manera subyacente asociado con endocarditis infecciosa<br />
en población pediátrica (Saiman et al., 1993; Awadallah et al., 1991).<br />
En la figura 18.1 se muestra un planteamiento clínico (Cheitlin et al.,<br />
1997) sobre la determinación de la necesidad de profilaxis antibiótica en<br />
pacientes con PVM.<br />
Riesgo leve<br />
Aunque la endocarditis infecciosa puede desarrollarse en cualquier individuo,<br />
incluidos los que no tienen ningún defecto cardíaco de base, la categoría<br />
de riesgo leve incluye las patologías cardíacas en las que el riesgo de desarrollo<br />
de endocarditis no es mayor que en la población general (Dajani et al.,<br />
1997a). Mientras que en los pacientes pediátricos, los soplos cardíacos inocentes<br />
o funcionales pueden estar claramente definidos por la auscultación,<br />
en la población adulta pueden requerirse otros procedimientos como el ecocardiograma<br />
para confirmar que el soplo es funcional. El corazón de los individuos<br />
con soplos inocentes es estructuralmente normal y éstos no requieren<br />
profilaxis antibiótica.<br />
Fig. 18.1 Esquema para la valoración del prolapso de la válvula mitral con relación a<br />
la necesidad de profilaxis antibiótica.<br />
La identificación de los sujetos de esta categoría implica un grado considerable<br />
de colaboración entre el médico y el odontólogo. El odontólogo sólo<br />
puede intentar identificar a los pacientes en riesgo obteniendo una cuidadosa<br />
historia médica, preguntando por la naturaleza precisa de cualquier cardiopatía<br />
y cualquier antecedente de fiebre reumática o de cirugía cardíaca.<br />
Una historia de fiebre reumática sola no constituye una razón para administrar<br />
profilaxis antibiótica, ya que estos pacientes pueden tener valvulopatía<br />
reumática o no tenerla. El valor de una historia sola es limitado, ya que el<br />
odontólogo no puede llevar a cabo una exploración física apropiada del<br />
paciente para confirmar los hallazgos. Además, los fenómenos anteriores en<br />
la historia del paciente como fiebre reumática pueden ser vagos y llevar a<br />
errores. Igualmente, el paciente puede ignorar la presencia de ciertos defectos<br />
cardíacos susceptibles que son asintomáticos, como válvulas aórticas<br />
bicúspides, o incluso es posible que quieran ocultarlos. Si hay algún motivo<br />
para sospechar una lesión cardíaca susceptible, lo mejor que puede hacer el<br />
dentista es ponerse en contacto con el médico del paciente para obtener<br />
información adicional o, en los casos no diagnosticados previamente, que el<br />
cardiólogo explore al paciente.<br />
Pacientes con prótesis articulares<br />
Se ha considerado que los procedimientos dentales que llevan a bacteriemia<br />
pueden ser la causa de algunos casos de infecciones tardías de las artroplastias<br />
de cadera y de rodilla (La Porte et al., 1999; Waldman et al., 1997; Little,<br />
1997; Skiest y Coykendall, 1995). Sin embargo, la incidencia es muy baja y<br />
el patrón cronológico de estas infecciones tardías no parece asociarse con el<br />
que se esperaría si se relacionaran con bacteriemias dentales. Así, el papel de<br />
la profilaxis antibiótica en los pacientes con prótesis articulares que requieren<br />
tratamiento dental es muy controvertido (Sandhu et al., 1997).<br />
La Porte et al. (1999) investigaron a un total de 2.973 pacientes con artroplastias<br />
totales de cadera y observaron que 52 de ellos tenían infecciones<br />
articulares tardías, de las que tres parecieron asociarse con procedimientos<br />
dentales extensos por la naturaleza de las bacterias que infectaban la articulación.<br />
Sin embargo, uno de estos pacientes era diabético y otro tenía artritis<br />
reumatoide; como se sabe, estas afecciones predisponen a la infección. La<br />
conclusión del estudio fue que sólo los pacientes con enfermedad sistémica