16.08.2019 Views

Periodoncia.Eley.6a.Ed

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Profilaxis antibiótica en pacientes susceptibles bajo tratamiento periodontal 279<br />

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.<br />

Por supuesto que esto no demuestra que el tratamiento dental no cause<br />

nunca endocarditis infecciosa, ya que se ha demostrado que en ocasiones sí<br />

ocurre (Okell y Elliot, 1935; Sale, 1938; Stortebaum et al., 1997; Droz et al.,<br />

1997). Además, una profilaxis antibiótica apropiada no siempre protege<br />

frente a la endocarditis infecciosa, ya que se ha publicado un artículo con dos<br />

pacientes con cardiopatía congénita conocida en los que se desarrolló endocarditis<br />

después de extracciones dentales, a pesar de una apropiada administración<br />

de los antibióticos recomendados (O’Sullivan et al., 1996). No<br />

obstante, el estudio de Strom et al. (1998) indica que este fenómeno es demasiado<br />

inusual para justificar la profilaxis antibiótica en todos los casos de<br />

riesgo. Coincide también con los resultados de estudios anteriores con casos<br />

y controles en los Países Bajos y Francia (van der Meer et al., 1992b, c;<br />

Lacassin et al., 1995).<br />

A diferencia de la irrelevancia del tratamiento dental, Strom et al. (1998)<br />

subrayan la importancia de una anomalía subyacente de las válvulas cardíacas<br />

y de los factores de riesgo de las prótesis valvulares y de unos antecedentes de<br />

endocarditis infecciosa anterior, ya que estos factores obtuvieron un cociente<br />

de probabilidad elevado en su análisis estadístico. En este estudio de Strom et<br />

al. (1998) no hubo un solo tipo particular de tratamiento dental, ni siquiera las<br />

extracciones dentales, que se asociara con endocarditis infecciosa. Sin<br />

embargo, las extracciones dentales eran el tratamiento dental que más se asociaba<br />

a casos de endocarditis infecciosa después de un tratamiento dental<br />

(Okell y Elliot, 1935; O’Sullivan et al., 1996; Droz et al., 1997; Doerffel et al.,<br />

1997). Además, las extracciones dentales fueron más propensas que cualquier<br />

otro procedimiento dental a producir bacteriemia (Okell y Elliot, 1935;<br />

Roberts et al., 1998b). A este respecto, Strom et al. (1998) describen que sólo<br />

6 de 273 pacientes con endocarditis infecciosa habían sido sometidos a extracciones<br />

dentales en los 2 meses anteriores en comparación con ninguno en los<br />

controles. Estas cifras eran demasiado pequeñas para ser estadísticamente significativas,<br />

pero sí indican la posibilidad real de un error estadístico de tipo II<br />

con respecto a las extracciones (Durack, 1998). Esta posibilidad era importante,<br />

pero no restó mérito a los principales hallazgos del estudio.<br />

En resumen, cuatro estudios principales con casos y controles (van der<br />

Meer et al., 1992a, b; Strom et al., 1998; Lacassin et al., 1995) y varios análisis<br />

y comentarios sobre el desenlace (Guntheroth, 1984; Clemens y<br />

Ransohoff et al., 1984; Bor y Himmelstein, 1984; Pallasch, 1989; Wahl,<br />

1994; Roberts, 1999; Epstein, 1999) han presentado razones sólidas para<br />

plantearse el valor de la práctica de administrar antibióticos antes de un tratamiento<br />

dental para prevenir la endocarditis infecciosa (Durack, 1998).<br />

En un comentario sobre el estudio de Strom et al. (1998), Durack (1998)<br />

sugería que ya había llegado el momento de reducir la profilaxis antibiótica.<br />

Este autor tenía la impresión de que debía reducirse la lista de procedimientos<br />

dentales que requerían profilaxis a sólo extracciones dentales y cirugía<br />

gingival, incluida la colocación de implantes. Y que las cardiopatías que<br />

requerían cobertura se debían limitar a las prótesis valvulares incluidas las<br />

válvulas bioprotésicas y homoinjertos, historia anterior de endocarditis infecciosa,<br />

cardiopatía congénita cianótica compleja (p. ej., ventrículo único,<br />

transposición de las grandes arterias y tetralogía de Fallot) y derivaciones o<br />

conductos sistémico-pulmonares construidos quirúrgicamente. Se corresponde<br />

con las cardiopatías clasificadas como categoría de alto riesgo. Su<br />

recomendación era que cuando hubiera algunas de estas afecciones la profilaxis<br />

siguiera las recomendaciones de la British Society for Antimicrobial<br />

Chemotherapy (BSAC, 1982; Littler et al., 1997) o de la American Heart<br />

Association (Dajani et al., 1997a, b) según su lugar de trabajo.<br />

En estas propuestas (Durack, 1998) no se incluyó el prolapso de la válvula<br />

mitral (PVM) en las afecciones que requerían cobertura a pesar de que se<br />

produjo una proporción significativa de casos de endocarditis infecciosa en<br />

pacientes con PVM. Este hecho se debe a que el número de pacientes con<br />

PVM era elevado y el riesgo incurrido por cualquier paciente con PVM,<br />

incluidos los que tenían confirmación ecocardiográfica o por Doppler de<br />

regurgitación, era mucho menor que el de un paciente con una prótesis valvular<br />

o un episodio anterior de endocarditis infecciosa o ambos (Strom et al.,<br />

1998). Además, el pronóstico de endocarditis debidas a infecciones por<br />

Streptococcus viridans era muy bueno después de un tratamiento antibiótico<br />

apropiado (Durack, 1998).<br />

Los cambios recomendados por Durack (1998) habrían eliminado la<br />

mayoría de las dosis de antibióticos profilácticos administradas a los pacientes<br />

dentales y dado lugar a diversos beneficios importantes. Un menor uso de<br />

antibióticos habría dado lugar a menos efectos secundarios como reacciones<br />

de hipersensibilidad y trastornos gastrointestinales. En este sentido, el<br />

número de personas que mueren por anafilaxia causada por antibióticos es<br />

tres veces mayor que el de los que mueren a causa de endocarditis (Clemens<br />

y Ransohoff, 1984; Bor y Himmelstein, 1984). También daría lugar a una<br />

comodidad considerablemente mayor para los pacientes y menos trabajo<br />

para el personal sanitario. La ganancia financiera resultante sería redirigida a<br />

los procedimientos y pacientes de alto riesgo. Los datos (Van der Meer et al.,<br />

1992b, c; Strom et al., 1998; Lacassin et al., 1995) demuestran que con esta<br />

política, es posible mantener el 80% de los beneficios posibles derivados de<br />

la profilaxis antibiótica actual por menos del 20% del coste.<br />

La selección de resistencia antibiótica probablemente es el principal argumento<br />

para este cambio. Los Streptococcus viridans son sensibles a las penicilinas<br />

pero se ha demostrado que están comenzando a desarrollar resistencia<br />

(Doern et al., 1996, 2001). Ya que son patógenos débiles en los huéspedes<br />

sanos, este cambio no ha obtenido la notoriedad de la resistencia que se origina<br />

en los neumococos, enterococos y estafilococos. Sin embargo, este<br />

hecho puede tener su propia significación oculta (Durack, 1998). La entrada<br />

al cuerpo en la orofaringe refugia a un ejército permanente de Streptococcus<br />

viridans que tienen no sólo el potencial de captar genes de resistencia por<br />

plásmidos y transposones de las bacterias pasajeras, sino también de donarlos.<br />

Ya se ha demostrado que esto sucede con los neumococos (Dowson et<br />

al., 1993). Aunque la magnitud de la presión selectiva debida al uso excesivo<br />

de antibióticos en la profilaxis de la endocarditis infecciosa es pequeña en<br />

comparación con sus usos en el tratamiento, no es despreciable (Durack,<br />

1998). Así, los argumentos contra el mal uso son muy sólidos.<br />

También se han considerado los probables resultados de la disminución<br />

gradual en la profilaxis (Durack, 1998). El aumento en la endocarditis infecciosa<br />

sería realmente muy pequeño (van der Meer et al., 1992b, c; Strom et<br />

al., 1998; Lacassin et al., 1995) y la endocarditis infecciosa después del tratamiento<br />

dental, cuando se diagnostica pronto y se trata, tiene un buen pronóstico<br />

(Durack, 1998). La mejor práctica indica la necesidad de vigilancia y<br />

seguimiento para alcanzar los mejores resultados, y la mejor educación de<br />

los trabajadores sanitarios en esta materia llevaría a mejores desenlaces que<br />

la profilaxis antibiótica habitual no seleccionada como se aplica en la<br />

actualidad.<br />

Los cambios en esta política podrían confundir a los trabajadores sanitarios<br />

y llevar también a reclamaciones por mala práctica (Martin et al., 1997).<br />

Este problema sólo se superaría con nuevas recomendaciones de los Working<br />

Parties de la British Society for Antimicrobial Chemotherapy y de la<br />

American Heart Association a tenor de estos nuevos hallazgos y afecciones.<br />

Las reclamaciones por mala práctica se reducirían al mínimo al subrayar que,<br />

en general, no se requieren antibióticos, a excepción de un grupo de pacientes<br />

de alto riesgo. En estas situaciones siempre habría que utilizar el juicio<br />

clínico (Dajani et al., 1997a).<br />

Los niños han quedado excluidos de los estudios de casos y controles (Van<br />

der Meer et al., 1992b, c; Strom et al., 1998; Lacassin et al., 1995) y no se han<br />

tratado los problemas de los patrones de las cardiopatías congénitas mayores<br />

y de la cirugía. Sin embargo, se aceptaba generalmente que la mayoría de los<br />

casos graves de esta categoría se incluyeron en el grupo de alto riesgo y, por<br />

ende, recibirían siempre profilaxis antibiótica.<br />

Ha habido nueve cambios en las recomendaciones norteamericanas en<br />

relación con la profilaxis antibiótica a lo largo de los años (Durack, 1998) y<br />

otros varios en Reino Unido y Europa. Al principio, estas recomendaciones<br />

fueron gobernadas por cardiopediatras expertos en la fiebre reumática. Las<br />

influencias posteriores procedían de especialistas en enfermedades infecciosas<br />

que originaron un uso más extendido. A continuación, hubo un gran entusiasmo<br />

por los regímenes parenterales alimentados por la publicación de<br />

numerosos estudios que demostraban que los antibióticos por vía parenteral<br />

eran muy efectivos en la prevención de la endocarditis experimental en animales<br />

causada por bacteriemia (Durack, 1995; Moreillon et al., 1986; Malinverni<br />

et al., 1987). A continuación se produjo una modulación por la aparición

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!