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Periodoncia.Eley.6a.Ed

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Tratamiento de los defectos óseos y afectación de la furcación 307<br />

(Gottlow et al., 1986) se ha confirmado. La base de la técnica es la exclusión<br />

del epitelio y del tejido conjuntivo gingival de la herida mediante la membrana,<br />

para dar tiempo a que las células del ligamento periodontal migren<br />

coronalmente y a que se diferencien en células funcionales para los tres tejidos<br />

periodontales (hueso, cemento y ligamento periodontal).<br />

Membranas<br />

Los criterios importantes para diseñar las membranas para la RTD son<br />

cinco (Greenstein y Caton, 1993; Scantlebury, 1993; Hardwick et al.,<br />

1995): (1) biocompatibilidad, (2) oclusividad celular, (3) creación de espacio,<br />

(4) integración del tejido y (5) manejabilidad clínica. Para lograr la<br />

separación y el soporte mecánicos del tejido, se han desarrollado diversos<br />

tipos de materiales que se pueden agrupar en membranas no reabsorbibles<br />

o reabsorbibles.<br />

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.<br />

Membranas no reabsorbibles<br />

Las primeras membranas utilizadas experimentalmente por el grupo de<br />

Nyman en su trabajo inicial estaban construidas a partir de filtros de Millipore ®<br />

(acetato de celulosa) puesto que estaban fácilmente disponibles en el laboratorio<br />

y se empaquetaban y almacenaban en condiciones de esterilidad.<br />

Sin embargo, cuando se comprendió el potencial de esta técnica, se desarrollaron<br />

membranas comerciales para uso clínico. La primera de ellas estaba<br />

hecha de Teflon ® (politetrafluoroetileno expandido, PTFEe). Este material se<br />

eligió porque es biocompatible en el cuerpo humano y se ha utilizado durante<br />

un tiempo en cirugía vascular reconstructiva para sustituir las arterias.<br />

Esta membrana estaba constituida por dos partes: (1) una porción cervical,<br />

con poros abiertos para permitir el crecimiento del tejido conjuntivo y evitar<br />

la migración epitelial, y (2) una porción oclusiva, para evitar que los tejidos<br />

del colgajo entren en contacto con la superficie de la raíz (Scantlebury, 1993).<br />

El espacio era definido y estaba protegido por la membrana y determinaba el<br />

volumen de tejido regenerable, por lo que el material se rediseñó con una<br />

porción central rígida para tratar los defectos óseos (Scantlebury, 1993;<br />

Hardwick et al., 1995) y fue reforzado con titanio para los defectos óseos y<br />

periodontales (Hardwick et al., 1995; Cortellini et al., 1995; Sigurdsson et<br />

al., 1995b).<br />

Estas membranas están hechas de un material no reabsorbible, por tanto es<br />

necesario un segundo acto quirúrgico para retirarlas. Este procedimiento<br />

tiene el inconveniente del traumatismo adicional para el paciente, además de<br />

para la curación de los tejidos periodontales.<br />

Procedimiento clínico<br />

La zona se expone primero mediante el levantamiento de un colgajo desarrollado<br />

con una incisión intercrevicular para conservar la encía queratinizada.<br />

Se elimina todo el tejido de granulación y las raíces se raspan y alisan exhaustivamente<br />

(fig. 20.7A). Se recorta con cuidado una membrana flexible de<br />

Teflon ® (PTFEe) (Gore-Tex ® ) para cubrir la lesión (fig. 20.7B). Ésta consiste<br />

en un margen de microestructura abierta estrecha diseñada para permitir la<br />

penetración de tejido conjuntivo con el fin de producir un sellado en el margen<br />

coronal de la raíz, además de una membrana oclusiva (figs. 20.6, 20.7B).<br />

Se adapta para que se ajuste sobre el defecto intraóseo y la raíz del diente,<br />

extendiéndose 2-3 mm por debajo del borde del hueso hasta justo por debajo<br />

de la unión entre el cemento y el esmalte en la raíz (figs. 20.6, 20.7C, D).<br />

Esto evita el contacto del epitelio y del tejido conjuntivo gingival con la<br />

superficie de la raíz durante la curación. Y se mantiene en su sitio mediante<br />

una sutura de Teflon ® que pasa a través de ambos bordes del margen superior<br />

de la membrana y alrededor del diente (fig. 20.7B, C). Después se sutura el<br />

colgajo de nuevo con puntos de Teflon ® para cubrir la membrana. La membrana<br />

se deja en su lugar durante 4-6 semanas y después se retira. Una incisión<br />

intrasulcular posterior expone la membrana, que se separa con mucho<br />

cuidado del delicado tejido de curación que parece una vaselina gelatinosa de<br />

color rojo. Después se vuelve a suturar el colgajo.<br />

Fig. 20.6 Esquema que muestra la técnica de regeneración hística dirigida descrita<br />

originalmente por Nyman et al. (1983). Después de la exposición de la zona<br />

mediante la elevación de un colgajo, se retira todo el tejido de granulación y se raspa<br />

y alisa con cuidado la superficie de la raíz. Se recorta una membrana de Teflon ® o<br />

biorreabsorbible y se ajusta para cubrir la superficie de la raíz desde inmediatamente<br />

por debajo de la unión entre el cemento y el esmalte hasta la extensión apical de la<br />

lesión ósea. Se interpone entre estas estructuras y el colgajo, de forma que evita que<br />

las células epiteliales migren apicalmente y que tanto éstas como el tejido conjuntivo<br />

entren en contacto con la raíz.<br />

Hay que insistir en que esta técnica es aplicable sólo al tratamiento de un<br />

diente con defectos intraóseos de dos o tres paredes (fig. 20.7A). Este procedimiento<br />

requiere valoraciones clínicas cuidadosas anteriores. Como se<br />

explica a continuación, la RTD se puede utilizar para tratar defectos intraóseos<br />

o de furcación.<br />

Ensayos clínicos de regeneración de tejido dirigida con<br />

membranas no reabsorbibles<br />

Las técnicas de RTD se han utilizado para tratar los defectos intraóseos interproximales<br />

y los defectos de furcación en humanos. Existen numerosos estudios<br />

clínicos a corto y largo plazo sobre su uso. La evaluación histológica del resultado<br />

de este tratamiento en humanos ha presentado algunas dificultades debido<br />

a consideraciones éticas. Por tanto, se utilizan parámetros clínicos para valorar<br />

la respuesta de la curación en investigaciones longitudinales de pacientes sometidos<br />

a este tratamiento. Estos parámetros incluyen el NI, la PS, la recesión gingival<br />

y el relleno óseo además de la densidad y la altura óseas empleando<br />

radiografías (Garrett, 1996). Los resultados se valoran comparando los datos<br />

previos y posteriores al tratamiento sobre una escala de tiempo razonablemente<br />

larga. La respuesta del hueso a la RTD también se ha valorado mediante radiología<br />

de sustracción digital cuantitativa (v. cap. 13 y Christgau et al., 1996).<br />

En estudios en seres humanos, sólo son posibles las determinaciones clínicas<br />

y radiológicas y en este sentido, Yun et al. (2005) han demostrado en<br />

perros de raza Beagle que las determinaciones del nivel del hueso con el<br />

sondaje óseo (sondaje), la determinación radiológica y el nivel óseo histométrico<br />

eran comparables en gran medida.<br />

Los estudios clínicos en humanos utilizando membranas no reabsorbibles<br />

(PTFEe) han demostrado que el tratamiento con RTD mejora de forma significativa<br />

el resultado clínico en comparación con la cirugía convencional a<br />

colgajo. Así, varios estudios clínicos a corto plazo han descrito reducciones<br />

significativas de la PS (intervalo, 3,5-5,9 mm) y aumentos importantes del NI<br />

(intervalo, 3-6 mm) y de los niveles óseos (intervalo, 2,7-4,7 mm) después<br />

del tratamiento con RTD (Gottlow et al., 1986; Schallhorn y McClain, 1988;<br />

Becker et al., 1988; Pontoriero et al., 1988, 1989; Cortellini et al., 1990;<br />

Caffesse et al., 1990; Gottlow, 1993; Tonetti et al., 1993; Cortellini et al.,<br />

1993a, b, 1995b, 1996a; Kilic et al., 1997; Eickholz et al., 1998). Todos estos<br />

estudios han demostrado que se puede hacer aumentar el NI en dientes con<br />

una serie de defectos intraóseos y de furcación mediante esta técnica.

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