Periodoncia.Eley.6a.Ed
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146 <strong>Periodoncia</strong><br />
factores genéticos que influyan en la vulnerabilidad del tejido a los productos<br />
de la placa (como parece ser el caso en la periodontitis juvenil), es más<br />
probable que esta diferencia pueda explicarse por distintos hábitos de higiene<br />
oral, que se asocian a los niveles educativos y los ingresos económicos. El<br />
papel de la nutrición en el estado gingival no está claro, pero es probable que<br />
en las personas de los países desarrollados con una buena nutrición estos<br />
factores tengan un impacto escaso o nulo (cap. 6).<br />
La prevalencia de la gingivitis ulcerativa necrosante es muy baja en los<br />
países ricos y mayor en los países más pobres, afectando a menudo a los<br />
niños malnutridos (cap. 25).<br />
Prevalencia De La Periodontitis<br />
Niños Y Adolescentes<br />
Las alteraciones periodontales en los niños suelen asociarse, a menudo, a<br />
determinados déficits en la respuesta del huésped, como sucede en el síndrome<br />
de Down, la hipofosfatasia, la diabetes juvenil, etc. (v. cap. 6), pero la<br />
enfermedad periodontal destructiva precoz, es decir, la periodontitis juvenil<br />
(v. cap. 23), ha sido mencionada por Cogen et al. (1992) en niños sanos de<br />
Alabama. Este estudio radiográfico de 4.757 niños, 3.172 de raza negra y<br />
1.585 de raza blanca de menos de 15 años, reveló una prevalencia de<br />
periodontitis juvenil del 1,5% en los niños de raza negra y del 0,3% en los<br />
niños de raza blanca. Entre los primeros, la proporción de periodontitis juvenil<br />
entre niñas y niños era prácticamente la misma, mientras que entre los niños<br />
de raza blanca era de 1:4. Un hallazgo adicional fue que en el 71,4% de los<br />
niños de raza negra con periodontitis juvenil, las radiografías previas<br />
mostraban también menos pérdida ósea alrededor de los dientes temporales.<br />
Miyazaki et al. (1991a) han publicado el resultado de más de 100 estudios<br />
de la OMS en más de 60 países realizados en adolescentes (15-19 años)<br />
utilizando el CPITN. El estado observado con más frecuencia fue una<br />
puntuación de 2 (cálculo con o sin sangrado gingival), que fue mucho más<br />
prevalente en los países no industrializados que en los industrializados. En<br />
dos tercios de la población estudiada se detectaron bolsas periodontales de<br />
4-5 mm, aunque sólo en una pequeña parte de la muestra y en uno o dos<br />
sextantes. En parte esto se debía probablemente a bolsas falsas secundarias a<br />
gingivitis y edema gingival o hipertrofia fibrosa.<br />
En un estudio más reciente, se examinó a 360 niños de colegios públicos<br />
brasileños en busca de pruebas de periodontitis crónica y en 44 de ellos se<br />
obtuvieron datos de pérdida de inserción clínica de ≥ 4 mm (Costa et al.,<br />
2007). A ellos se les consideró muestra de referencia y se les citó para una<br />
segunda exploración al cabo de 1 año, sin recibir asistencia dental durante ese<br />
tiempo. En la segunda exploración mostraron un incremento notable en el<br />
número de localizaciones con pérdida de inserción durante dicho período.<br />
Esto indica que la periodontitis crónica precoz puede estar presente en un<br />
pequeño número de niños y adolescentes, y en ellos hay una tendencia a la<br />
progresión en determinadas localizaciones de sus bocas.<br />
Adultos<br />
Hay infinidad de pruebas paleontológicas de enfermedad periodontal en los<br />
individuos prehistóricos; en los estudios epidemiológicos antiguos se hacía<br />
hincapié en la prevalencia general de la enfermedad. Éste es el motivo de la<br />
creencia generalizada de que todos los adultos experimentarían en algún<br />
momento de sus vidas un deterioro de los tejidos periodontales y que una gran<br />
proporción de pérdidas completas de la dentición se debieran a una enfermedad<br />
periodontal. De hecho, muchos consideraban a las anomalías periodontales<br />
como una parte inevitable del proceso de envejecimiento.<br />
Los primeros estudios epidemiológicos llevados a cabo entre 1950 y 1970<br />
empleaban sobre todo pruebas radiográficas de pérdida de hueso alveolar como<br />
instrumento para distinguir entre una gingivitis y una periodontitis. Uno de los<br />
estudios más influyentes fue el realizado por Marshall-Day et al. (1955) en<br />
1.187 individuos con dientes, en el que se demostraba que hacia la edad de 40<br />
años, el 90% de los adultos padece cierto grado de enfermedad periodontal.<br />
Los resultados de otros estudios epidemiológicos durante este período (Schour<br />
y Massler, 1948; Belting et al., 1953; Sandler y Stahl, 1954; Bossert y Marks,<br />
1956; Russell, 1957; Shei et al., 1959; Gupta, 1962; Littleton, 1963; Johnson et<br />
al., 1965; Ramfjord et al., 1968; Sheiham y Hobdell, 1969), a pesar de ciertas<br />
diferencias en el diseño, han demostrado también una prevalencia muy elevada<br />
de periodontitis en la población adulta con un claro incremento de la prevalencia<br />
con la edad. Sherp revisó en 1964 la bibliografía epidemiológica de aquel<br />
momento y llegó a la conclusión de que la enfermedad periodontal parece ser<br />
un problema sanitario global importante que afecta a la mayoría de la población<br />
adulta una vez superados los 35-40 años. Este trabajo señalaba que la<br />
enfermedad parece comenzar como una gingivitis en el adulto joven, de manera<br />
que, si no se trata, progresa hacia una periodontitis con más de un 90% de<br />
variabilidad en la gravedad explicable por la edad y por la higiene oral.<br />
Estos datos indican la actitud para la conservación de la dentición. El<br />
planteamiento de ¿por qué meterme en este problema si voy a perder mis dientes?,<br />
reflejaba gran parte de la actitud de las personas con respecto a la conservación<br />
de la dentición. Como ya hemos señalado antes, estas ideas se basaban en<br />
métodos de recogida e interpretación de datos imperfectos. Como señalaba Pilot<br />
(1992), «nos han lavado el cerebro con promedios; los informes sobre la media<br />
de la pérdida de inserción por año no muestran las localizaciones que están<br />
progresando a un ritmo más rápido que la media, ni las personas que presentan<br />
muchas de esas localizaciones y que de hecho tienen un mayor riesgo de su<br />
dentición a una etapa más temprana. Las personas y las localizaciones sin pérdida<br />
de inserción están ocultas en los valores medios» y «en los primeros estudios<br />
epidemiológicos sobre procesos periodontales se registraba cualquier desviación<br />
del valor de referencia e implícitamente se consideraba como una enfermedad».<br />
Los estudios epidemiológicos en la década de 1980 aportaron una descripción<br />
detallada de la elevada variación existente en las enfermedades periodontales en<br />
poblaciones e individuos diferentes. Hugoson y Jordon (1982) examinaron a<br />
600 individuos seleccionados al azar en Suecia con edades de entre 20-70 años<br />
con registros clínicos y radiológicos. Al comparar los resultados con los de<br />
1973, observaron que en el grupo de edad de 30 y 40 años, el 96% y el 85% de<br />
los individuos, respectivamente, no presentaba signos de pérdida ósea alveolar.<br />
En el 8% de los individuos de 40-70 años se apreciaba una destrucción<br />
periodontal grave. El mismo grupo investigador (Hugoson et al., 1992) publicó<br />
los datos de 597 individuos de una edad similar, 10 años más tarde (1983).<br />
Cerca del 98% de los individuos de 20 años y el 77% de los de 30 años se<br />
clasificaron como pacientes con gingivitis o con salud periodontal. En la<br />
totalidad de la muestra, un porcentaje mayor de individuos (11%) fue encuadrado<br />
en el grupo de periodontitis grave, comparado con el estudio anterior. Sin<br />
embargo, este aparente incremento se acompañó de la conservación de un<br />
mayor número de dientes y de un descenso en el porcentaje de pacientes<br />
edéntulos (16% frente al 12%, en el grupo de edad de 40-60 años).<br />
El mismo grupo (Hugoson et al., 1998) comparó la distribución de la<br />
enfermedad periodontal en adultos suecos en los años 1973, 1983 y 1993<br />
utilizando sus datos previos y un estudio nuevo realizado en 1993. Los individuos<br />
se dividieron en cinco grupos: sanos (grupo 1); gingivitis (grupo 2); pérdida<br />
moderada de hueso alveolar, es decir, pérdida de hasta un tercio de soporte óseo<br />
de la superfície radicular (grupo 3); pérdida grave de hueso alveolar, es decir,<br />
entre un tercio y dos tercios del soporte óseo de la superfície radicular (grupo 4)<br />
y defectos óseos angulares y defectos de la furcación, o ambos (grupo 5). Durante<br />
estos 20 años, los sujetos de los grupos 1 y 2 aumentaron desde el 49% en 1973<br />
hasta el 60% en 1993. Además, hubo un descenso en el número de individuos del<br />
grupo 3 con periodontitis moderada. Los individuos con periodontitis grave en<br />
los grupos 4 y 5 constituían el 13% de la población y no mostraban cambios<br />
desde 1983 a 1993. Sin embargo, los individuos de estos grupos tenían un mayor<br />
número de dientes que sus homólogos en 1983. En 1973, las cifras en estos<br />
grupos eran más bajas porque un número mayor había perdido su dentadura<br />
debido a la falta de una correcta asistencia periodontal en ese momento. En 1993,<br />
los individuos de los grupos 3-5 se dividieron según el porcentaje de superficies<br />
con gingivitis aislada o con bolsas periodontales ≥ 4 mm. En ese momento, el<br />
20%, el 42% y el 67% de los individuos de los grupos 3, 4 y 5, respectivamente,<br />
se encuadraron en grupos con necesidad de tratamiento periodontal, con más de<br />
un 20% de localizaciones con sangrado al sondaje y más de un 10% de<br />
localizaciones con bolsas periodontales ≥ 4 mm. Recientemente se han revisado