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Pancracio Celdrán Gomáriz Inventario general de insultos<br />
Filomena se vio, corrió a la espada,<br />
pero cayó con más seguro abrazo<br />
en los tiranos brazos desmayada...<br />
Infeliz.<br />
Persona apocada, bonachona y condescendiente que por su afabilidad excesiva y cortés trato peca<br />
de tonta; individuo ingenuo y bienintencionado, de quien se abusa, y a quien todos toman el pelo.<br />
Gonzalo de Céspedes y Meneses, en sus Historias peregrinas y ejemplares, (mediados del siglo XVII),<br />
usa así el término:<br />
...no había en toda aquella poderosa ciudad (de Sevilla) caballero o ciudadano,<br />
mercader o plebeyo (...) que no acudiese al aumento y regalo de don Sancho, que este era<br />
el nombre del infeliz caballero...<br />
Espronceda (primera mitad del siglo XIX) continúa este valor semántico dos siglos después:<br />
Estos, por lo común, son buena gente;<br />
son a los que llamamos infelices.<br />
En contextos ligeramente despectivos, denotando conmiseración y lástima hacia la persona a quien<br />
se dirige, se usa como sinónimo de ingenuo que se cree importante no siéndolo. Suele ir acompañado del<br />
adjetivo "pobre". Ejemplo de infeliz fue cierto paisano del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, de<br />
quien se cuenta que cuando llegaron a Torrelaguna las nuevas de su elección como arzobispo de Toledo<br />
en 1495, decía en la plaza: "Me alegro por él y por mí...". Quiso el cura del pueblo saber por qué se<br />
alegraba por sí mismo, y le contestó: "Porque yo fui su maestro". Queriendo saber cómo un pobre infeliz<br />
como él, que no sabía leer, podía llamarse maestro del Cardenal Cisneros, repuso: "Sepa su merced que<br />
yo enseñé a fray Francisco Jiménez de Cisneros a silbar...".<br />
Ingrato.<br />
Desagradecido, que olvida el favor recibido; también, persona o cosa que tiene rudeza o mal trato;<br />
sujeto áspero y desagradable, desabrido y molesto. Juan de Zabaleta, en la dedicatoria de su obra El dia<br />
defiesta por la tarde, mediados el siglo XVII, agradeciendo viejos apoyos a un su amigo, dice:<br />
No sé cómo hay ingratos. La cosa más fácil que hazen los mortales es agradecer. Al<br />
que tiene con qué, ¿qué le cuesta...?. Y al que no tiene, ¿qué le cuesta desear tenerlo...?<br />
Lope de Vega aseguraba que nada hay en la vida tan despreciable, ni vicio más detestable, que la<br />
ingratitud. A lo largo de los dos siglos de oro (XVI-XVII), la escena española bulle con el asunto del<br />
olvido o desconocimiento del bien recibido. Calderón de la Barca, en la loa de su auto PsiQuis y Cupido,<br />
ve así al sujeto aquejado de esta maldad:<br />
Quien usa beneficios<br />
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