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Pancracio Celdrán Gomáriz Inventario general de insultos<br />
Calavera.<br />
Hombre de muy escaso juicio y asiento; persona alocada y viciosa. Joven irresponsable, de vida<br />
disoluta. Mariano José de Larra se remonta nada menos que a la Grecia clásica para buscar un ejemplar de<br />
esta especie, y escribe: "El famoso Alcibiades era el calavera más perfecto de Atenas". Coetáneamente, el<br />
médico y escritor Pedro F. Monlau, escribe El heredero o los calaveras parásitos, donde aborda al<br />
personaje degenerado y crapuloso que en la primera mitad del siglo pasado ya hacía estragos en las<br />
buenas familias.<br />
Calientapollas.<br />
Mujer que permite besos, caricias y tocamientos, negándose, tras estos preámbulos, a culminar los<br />
juegos sexuales con el coito. Es término despectivo, aplicado a quien permite el magreo, dejando que se<br />
le meta mano, y luego no es consecuente con la situación de calentamiento creada. También se dice<br />
"calientabraguetas".<br />
Callacuece.<br />
Mosquita muerta que las mata callando. Pudo haberse dicho del refrán antiguo que asegura: "Callar<br />
y cocer y no darse a conocer". Con lo que se quiere significar que uno debe estar en lo suyo, pero con una<br />
oreja puesta en lo de los demás, por si acaso. Por extensión, se dice de quien es hipócrita y taimado.<br />
Persona en cuya presencia no debe comentarse asuntos de importancia. También se llama así a "la ropa<br />
tendida", espía o soplón que puede andar al acecho sin apercibirse uno de ello.<br />
Callo, callonca.<br />
Mujer jamona y muy corrida, que ha pasado por muchas manos. Pudo derivar de la voz "cellenca":<br />
puta barata y rastrera. También se dijo de la persona achacosa y llena de melindres que no se vale por sí y<br />
necesita ayuda, siendo incordio y pejiguera constante. En su acepción más habitual: mujer fea, adefesio,<br />
que nada tiene que ofrecer. Pudo decirse del valor semántico del término callo, con cuyo significado tiene<br />
cruce: dureza que se forma en la piel, costra reseca y vieja. En el sentido indicado, una mujer merecedora<br />
de tal comparación estaría en las antípodas de las peritas en dulce. Velázques de Velasco, en su obrita La<br />
Lena documenta así el término: "... como estas calloncas tienen la carne tan mal acostumbrada, dan<br />
literalmente lo que les queda a quien tiene paciencia para ensillarlas".<br />
Calzonazos, calzorras.<br />
Se dice del hombre que carece de voluntad, condescendiente y flojo en exceso. Dominado por su<br />
mujer, y aterrorizado por la suegra, abdica de sus derechos como cabeza de familia y deja que aquéllas<br />
vistan los calzones, manden y dispongan. Fernán Caballero, a mediados del siglo XIX, pone en boca de<br />
una de sus protagonistas femeninas la siguiente frase, dirigida por ésta al marido: "¡Qué has de hacer tú,<br />
calzonazos!". También se dijo del hombre cobarde, que huye ante cualquier peligro, tal vez derivado de la<br />
frase arrefranada, utilizada ya por el autor de la Celestina, Fernando de Rojas (1499): "tomar alguien las<br />
calzas de Villadiego", es decir, huir con tal precipitación y prisa, presa del miedo, que no tuvo tiempo de<br />
calzárselas.<br />
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