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Pancracio Celdrán Gomáriz Inventario general de insultos<br />
estafando jorgolinos (compinches de rufianes),<br />
y brechando los marrajos, (trucando los dados).<br />
En el Diccionario de Autoridades del primer tercio del siglo XVIII, significa como hoy: "cauto,<br />
astuto, y difícil de engañar". En ese sentido lo emplea el sainetista Ramón de la Cruz:<br />
¡Qué serio y qué avinagrado<br />
es este hombre! Yo no sé<br />
cómo siendo tan marrajo,<br />
consiente que su mujer<br />
tenga cortejo; y el caso<br />
es que desde que lo tiene,<br />
la mira con más agrado<br />
sin duda debe de ser<br />
gran peso una mujer, cuando<br />
algunos maridos buscan<br />
quien les ayude a llevarlo...<br />
Marrano.<br />
Sujeto sucio y desaliñado; persona que procede con vileza. Es insulto intercambiable con el de<br />
"cerdo, puerco, cochino, gorrino o guarro". No está clara su etimología, como substantivo alusivo al<br />
animal; como tal es de uso antiguo en nuestra lengua, remontándose a los orígenes del idioma, hacia el<br />
siglo X, en que aparece en escrituras leonesas de compra-venta. Cree Corominas que se trata de una de las<br />
voces del fondo prerrománico, pero no resulta descabellado atribuirle origen árabe, en cuya lengua<br />
mahran equivale a "cosa prohibida". Amén de lo dicho, conviene tener en cuenta otras connotaciones de<br />
tipo étnico-religioso que convirtieron este calificativo en sinónimo de tornadizo, converso, judío o<br />
morisco que abrazaban el cristianismo de manera insincera, para eludir la expulsión. Como el marrano<br />
solía volver de manera oculta a la práctica de su antigua fe, ser tachado de tal adquirió tintes peligrosos,<br />
ya que una acusación de esa naturaleza acarreaba, hasta la desaparición del tribunal del Santo Oficio,<br />
afrontar la cárcel, e incluso la pena capital. Cree Covarrubias (1611), erróneamente, que el término nació<br />
del hecho de pedir los judíos y moriscos, como condición para su conversión, se les concediera merced de<br />
no tener que comer cerdo o marrano, no tanto por cumplir con la ley mosaica o coránica, cuanto por la<br />
repugnancia que decían les causaba la carne de este animal. De esta singularidad nacería el llamarles con<br />
el nombre del animal que aborrecían, vituperio que les sería asignado por sarcasmo a estos cristianos<br />
nuevos. El insulto se generalizó a partir del Renacimiento, y se extendió por Europa, donde se llamaba<br />
"marrano" a todos los españoles, para zaherirlos tachándoles de judíos o cristianos nuevos. En este<br />
sentido se documenta en la comedia cervantina, La casa de los celos, donde Roldán insulta a Bernardo<br />
tachándolo de cristiano nuevo, de sangre poco limpia, de converso:<br />
¡Oh cuerpo de San Dionís,<br />
con el español marrano!<br />
Amén de esto, el término experimentó cierto cambio semántico, y se tildó de marrano a quien se<br />
quería humillar o despreciar. Téngase en cuenta que en el sur de Francia se llamaba gourret al judío, es<br />
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