presente y futuro - Educación Especial
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4.1.3. Evaluación<br />
CAPÍTULO 8: ORGANIZACIÓN Y DISEÑO CURRICULAR PARA LA EDUCACIÓN INCLUSIVA<br />
La evaluación, por su parte, constituye uno de los factores condicionantes de todas las<br />
prácticas educativas. Según sea el modelo evaluador elegido, así será el modelo de ense-<br />
ñanza y aprendizaje desarrollado. Todo el sistema está en función de la evaluación: lo que<br />
se evalúa es lo que vale, lo demás no cuenta, pierde valor. Se aprende para aprobar, no<br />
para aprender. Las cabezas bien llenas, pero no bien hechas (Montaigne), se vacían<br />
durante los periodos de vacaciones -lo sabemos todos-, y ese relleno artificial es favore-<br />
cido por un sistema de evaluación que premia sólo la memorización y la valoración en<br />
función de una prueba puntual en la que se demuestra lo que se "sabe", aunque se olvi-<br />
de al día siguiente. Por otro lado, este modelo tiende a homogeneizar, a uniformar al<br />
alumnado en cuanto a sus niveles de aprendizaje, ya que aplica la misma prueba a todos,<br />
sin diferenciar sus potencialidades iniciales. Ni atiende al que no llega a esa prueba están-<br />
dar ni deja pasar adelante al que la tiene superada con antelación. De esta forma, el alum-<br />
nado no estereotipado en el modelo "medio" establecido, queda marginado del sistema,<br />
con las graves repercusiones que esto tiene para su vida futura y para la evolución posi-<br />
tiva de la convivencia social, especialmente en una sociedad tan diversificada como la<br />
nuestra en el momento actual.<br />
En el caso de los alumnos con necesidades educativas especiales, además, dificulta la<br />
posterior incorporación al mundo laboral, pues los compañeros pueden visualizar a éstos<br />
como "incompetentes" para realizar las tareas habituales de la escuela, situación que<br />
transfieren a posibles circunstancias futuras y a la negación de un puesto de trabajo deter-<br />
minado. No debe ser admitido, por tanto, un modelo de evaluación que margine a través<br />
de pruebas únicas c iguales, sino que habrá que abordar una evaluación continua y for-<br />
mativa que dé cuenta de las competencias reales de cada alumno y favorezca, también,<br />
su desarrollo máximo.<br />
Este modelo de evaluación continua y formativa (Casanova, M.A., 1995) presupone<br />
evaluar procesos y no sólo resultados; por lo tanto, la evaluación debe incorporarse desde<br />
el comienzo del trabajo y servir para ofrecer datos acerca del desarrollo del aprendizaje<br />
y de la consecución progresiva de las competencias. Con ello, permite potenciar los<br />
aprendizajes de modo continuado y personalizado con cada alumno, sin sujetarlo a unos<br />
parámetros o a unos niveles iguales para todos. Hace posible graduar el ritmo de ense-<br />
ñanza ajusfándolo al ritmo y estilo de aprendizaje de cada niño o joven. Las diferencias<br />
se atienden, también y especialmente, mediante un modelo evaluador que lo permita, que<br />
no obligue y constriña el avance de la persona por tener establecida una evaluación rígi-<br />
da, uniformadora e igual para todos. Si se quiere atender a la diversidad, no debe utili-<br />
zarse la evaluación como elemento homogeneizador de las personas, sino como clave<br />
para la diversificación adecuada de los aprendizajes.<br />
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