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CRITIAS UN MUNDO MITICO --TESOS DOC--

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Tiempo cíclico y tiempo histórico 170<br />

mejorar las herramientas humanas para entender y llevar a la práctica ese mensaje divino.<br />

El devenir provoca un alejamiento que obliga a servirse de instrumentos cada vez más<br />

complejos. Los descendientes directos de los dioses conservan una naturaleza más<br />

divinizada (una racionalidad en su estado original), mientras que con el transcurrir de las<br />

generaciones esta se humaniza, por lo que se hace necesario acudir a herramientas, como<br />

la palabra o la memoria, que son más imperfectas. Todo está contenido en el alma: la Idea<br />

de gobierno justo («porque nunca el alma que no haya visto la verdad puede tomar figura<br />

humana» Gorgias 249b) y su realización histórica (la Atenas ideal de los textos egipcios).<br />

Para recuperar/recordar deberán leer los escritos que rememoran aquellas hazañas o<br />

acudir a su tradición oral, a cualquier elemento que les permita superar la destrucción<br />

catastrófica, fuentes en cualquier caso indirectas y distantes de los hechos, que tendrán<br />

que reinterpretarse constantemente para poder llegar a entender la enseñanza fundamental<br />

de aquel mundo. En este contexto la historia no aparece como un hecho reversible ni<br />

circunferencial, sino como un continuo lineal de momentos de constante renovación y<br />

renacimiento, donde el éxito se mide en función de la distancia, no ya con la Idea, sino<br />

con su específico fin último en el ámbito de su nivel. En el tiempo mítico el progreso se<br />

definía como una tarea basada en la imitación o la supeditación a la potencia modélica,<br />

Atenas (o Atlántida en su estadio ideal), que estaba situada al mismo nivel temporal que<br />

los demás pueblos. Bastaba verla en acción e imitar su estructura política o sus<br />

presupuestos educativos y de conocimiento. No tenían más que viajar a cualquiera de<br />

ellas para conocerlas. No necesitaban ninguna construcción conceptual para entender la<br />

posibilidad de un gobierno justo. En el tiempo de los hombres, el progreso necesita ser<br />

redefinido, pues ya no se cuenta con la presencia viva de lo ejemplar. Ambos momentos<br />

son radicalmente diferentes, inscritos en la misma linealidad, pero que precisan de<br />

posicionamientos cognoscentes distintos 265 .<br />

265<br />

Como es lógico, el debate sobre si existió un concepto de progreso en Platón se dividió en dos bandos.<br />

En el lado afirmativo, en el que me incluyo, citaré a Nisbet (1991, pág. 50-57), que basándose en Leyes III<br />

y en la República afirma que según Platón el progreso de la humanidad sigue la línea que va desde un<br />

Estado original primitivo hasta la complejidad de la sociedad ateniense, desde simples unidades sociales<br />

basadas en el parentesco hasta la ciudad-Estado. El objetivo de esa concepción no es otro que político:<br />

«para poder gobernar sabia y justamente el político necesita conocer el curso del desarrollo de la<br />

humanidad… la realidad equivalía a un crecimiento, y la sabiduría consistía en captar ese crecimiento».En<br />

cuanto a los ciclos afirma que «lo que eventualmente degenerará y quedará destruido pasa antes por una<br />

fase de génesis y progreso». Dodds (1985, pág.13-15) se basa de nuevo únicamente en las Leyes y la<br />

República. Para Platón el progreso consiste en una aproximación a un modelo preexistente: el modelo<br />

eterno del mundo de las ideas. Nada puede ser inventado, nada evoluciona, pues todo existe en la realidad<br />

transcendente de las Formas. En este marco la idea de progreso es difícil de aceptar. La utopía racional de<br />

la República «es menos un signo de confianza en el futuro que de insatisfacción con el presente». En la<br />

sociedad primigenia de las Leyes Platón proyecta la simplicidad, la ausencia de corrupción del Estado ideal.<br />

La historia no es más que un proceso de progreso técnico, pero de regresión moral donde no hay una<br />

dirección de cambio estable. Edelstein (1967, pág. 102-111) centra su análisis en el Político. El progreso

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