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Epílogo: La trilogía, unidad y fracaso 323<br />
supone afirmar que ya no había nada más que decir, o bien que aunque el final no fuera<br />
intencional, de hecho, el mensaje estaba dicho 523 . Lo acaba porque lo que sigue después<br />
del terremoto, el mundo histórico, es conocido por todos: Atenas degenera hacia el<br />
imperialismo.<br />
Otros aluden al hecho de que puesto que el personaje creado por él, Solón, no lo acabó,<br />
él tampoco 524 . Parece como si pretendiera decir que no puede acabar, corregir, en suma,<br />
una obra que de haber sido escrita en su totalidad nada hubiera tenido que envidiar a las<br />
de Homero o Hesíodo (Timeo 21d). Si Solón no pudo con la empresa, él no podría hacerlo<br />
523<br />
Vidal-Naquet parte de un dualismo muy marcado. Atenas primitiva es lo Uno, la permanencia, la<br />
unidad, lo Mismo, lo terrestre. Atlántida es el despliegue de la alteridad, de la mezcla, del cambio, de lo<br />
marítimo. Pero esos dos mundos antitéticos no son más que la expresión de la Atenas histórica: «el diálogo<br />
se interrumpe, sin duda porque está ya todo dicho y la continuación de la historia es de todos conocida»<br />
(1983, pág. 325). De la misma manera que la Atenas actual degenera en el imperialismo, la Atenas primitiva<br />
acaba en la misma situación, atlantizándose, como un proceso inevitable de la evolución de toda naturaleza<br />
tanto física como humana. Para Lukinovitch se trata de un recurso pensado desde el principio con un fin<br />
intencional y constituye una forma particular de conclusión que viene marcada por tres elementos<br />
específicos: el invitado ausente anuncia el silencio de Hermócrates; la fragmentariedad de los escritos<br />
solonianos y de los vestigios que quedan de aquel mundo en la geografía ática, el océano infranqueable<br />
(1981, págs. 74-77). El diálogo se interrumpe allí donde Critias está a punto de reproducir las palabras de<br />
Zeus cuando anuncia la guerra a los Olímpicos reunidos en asamblea. «Ahora bien, en la República, Platón<br />
había condenado el discurso directo del que se sirven los poetas y dramaturgos en sus obras para poner en<br />
boca de los dioses o los héroes sus observaciones completamente inventadas por ellos mismos. El filósofo<br />
habría designado el discurso directo como la forma extrema de ilusión mimética, un señuelo que no haría<br />
más que aumentar la divergencia que separa a la palabra de la verdad» (pág. 78). Una opinión esta que no<br />
comparto, ya que Platón hace hablar al Demiurgo en estilo directo en Timeo (41a), por lo que no le temblaría<br />
la mano al hacer hablar a Zeus, una divinidad inferior. El problema radicaba más bien en qué hacerle decir.<br />
Clay habla del final del Critias como de un nuevo tipo de aposiopesis, lo que implicaría una llamada para<br />
regresar al comienzo del discurso del Timeo en el que se habla del ser y el devenir, el conocimiento y la<br />
opinión, lo visible y lo invisible (1997, pág. 52 y 1999, pág. 16). El lector habría sido preparado para este<br />
final por la ausencia del cuarto dialogante y por el fracaso de Solón en completar su escritura. Critias lo<br />
confía todo a la memoria y no consulta los documentos solonianos ni tampoco los egipcios, que se lo<br />
cuentan de memoria a Solón, lo que parece implicar que en realidad no existen documentos escritos. Ni<br />
pretendió acabarlo ni escribir el Hermócrates. Tal vez de una forma deliberada lo que pretende Platón decir<br />
es presentar un reflejo del imperialismo ateniense al final del s. V, lo mismo que cuando Critias el político<br />
intentó corregir el destino ateniense, pero una guerra civil se lo impidió. Dombrosky se adhiere a la teoría<br />
de que la inconclusión del diálogo se debió a su interés por escribir las Leyes y afirma que, aunque no se<br />
puede asegurar tal teoría, suena a plausible, por las similitudes entre ambos textos (1981b, pág.123-126;<br />
1981a, pág. 159). Admite que, aunque la historia no esté completa, lo que nos ofrece Platón es suficiente<br />
para averiguar cuales fueron las motivaciones de ese final. La inevitabilidad de la degeneración moral afecta<br />
a la Atenas primitiva y a la Atlántida. Lo que destruye el Estado trazado en la República es la intrínseca<br />
irracionalidad del mundo (geológica y política), lo que demuestra que ningún Estado puede ser<br />
perfectamente moral. Acabarlo en mitad de una frase, cuando Critias había prometido contar la historia<br />
completa de la batalla entre Atenas y Atlántida, da la impresión de que Platón intentó abarcar más de lo que<br />
podía realmente hacer. Para Nagy el Timeo-Critias contiene numerosas referencias a las técnicas de<br />
recitación que utilizaban los rapsodas en los certámenes poéticos que se celebraban, entre otras fiestas, en<br />
las Panateneas (2002, págs. 62 y 67). Los rapsodas establecían turnos sin interrupción para recitar las obras<br />
de Homero. El momento en el que se corta la historia es análogo al punto en el que un rapsoda dejaba su<br />
narración para que siguiera otro. Dicho corte refleja el momento en el que sobreviene la época histórica<br />
frente a la edad de oro, cuando la voluntad de Zeus no está plenamente realizada, y se corresponde también<br />
con el hecho de que Solón la dejara inacabada.<br />
524<br />
David (1984), págs. 51-52.