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El juego de Ender - Orson Scott Card

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<strong>de</strong>sayuno. Oficialmente tenéis una hora libre entre el <strong>de</strong>sayuno y la práctica.<br />

Veremos qué pasa una vez que <strong>de</strong>scubra qué tal sois.<br />

Al cabo <strong>de</strong> tres minutos, aunque muchos no estaban todavía vestidos, les<br />

or<strong>de</strong>nó salir <strong>de</strong> la habitación.<br />

—¡Pero estoy <strong>de</strong>snudo! —dijo un chico.<br />

—Vístete más rápido la próxima vez. A los tres minutos <strong>de</strong> la primera<br />

llamada, corriendo por la puerta; esta es la norma <strong>de</strong> esta semana. La semana<br />

próxima la norma es dos minutos. ¡Moveos!<br />

Pronto correría por el resto <strong>de</strong> la escuela el chiste <strong>de</strong> que la escuadra Dragón<br />

era tan patosa que tenía que hacer prácticas <strong>de</strong> vestirse.<br />

Cinco <strong>de</strong> los chicos estaban totalmente <strong>de</strong>snudos, y corrían por los corredores<br />

acarreando sus trajes refulgentes; pocos estaban totalmente vestidos. Llamaban<br />

mucho la atención cuando pasaban por las puertas abiertas <strong>de</strong> algún aula.<br />

Ninguno volvería a retrasarse si lo podía evitar.<br />

En los corredores que conducían a la sala <strong>de</strong> batalla, En<strong>de</strong>r les hizo correr <strong>de</strong><br />

un lado a otro, rápido, para que sudaran un poco, mientras los <strong>de</strong>snudos se<br />

vestían. Luego les condujo a la puerta superior, la que daba al centro <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong><br />

batalla, exactamente igual que las puertas <strong>de</strong> los <strong>juego</strong>s <strong>de</strong> verdad. Después les<br />

hizo dar un salto y utilizar los asi<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>l techo para arrojarse al interior <strong>de</strong> la<br />

sala.<br />

—Reuníos en la pared opuesta —dijo—. Como si fuerais a por la puerta <strong>de</strong>l<br />

enemigo.<br />

Descubrían su preparación a medida que saltaban, <strong>de</strong> cuatro en cuatro, por la<br />

puerta. Casi ninguno sabía cómo establecer una línea directa hacia el objetivo, y<br />

cuando llegaban a la pared opuesta, muy pocos nuevos tenían alguna i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

cómo agarrarse o incluso controlar los rebotes.<br />

<strong>El</strong> último en salir fue un chico pequeño, obviamente menor <strong>de</strong> edad. No había<br />

ninguna posibilidad <strong>de</strong> que consiguiera llegar al asi<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l techo.<br />

—Pue<strong>de</strong>s utilizar un asi<strong>de</strong>ro lateral, si quieres —dijo En<strong>de</strong>r.<br />

—¡Utilízalo tú! —dijo el chico.<br />

Remontó el vuelo <strong>de</strong> un salto, tocó el asi<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l techo con la punta <strong>de</strong> un<br />

<strong>de</strong>do y salió disparado por la puerta sin ningún tipo <strong>de</strong> control, girando en tres<br />

direcciones a la vez. En<strong>de</strong>r intentó <strong>de</strong>cidir si le gustaba el pequeño por su negativa<br />

a aceptar concesiones o si le molestaba por su actitud insubordinada.<br />

Finalmente, consiguieron reunirse a lo largo <strong>de</strong> la pared. En<strong>de</strong>r advirtió que<br />

todos sin excepción se habían alineado con las cabezas en la misma dirección en<br />

que habían estado en el corredor. Por eso, En<strong>de</strong>r se agarró <strong>de</strong>liberadamente a lo<br />

que ellos consi<strong>de</strong>raban el suelo y se colgó <strong>de</strong> él boca abajo.<br />

—¿Por qué estáis boca abajo, soldados? —inquirió.<br />

Algunos comenzaron a darse la vuelta.<br />

—¡Atención!

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