You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
—pensó. Comenzó a enjabonarse <strong>de</strong> nuevo—. Pue<strong>de</strong> que alguien haya<br />
terminado la práctica tar<strong>de</strong>» .<br />
Y pue<strong>de</strong> que no. Se dio la vuelta. Había siete, apoy ados <strong>de</strong> espaldas contra los<br />
lavabos metálicos, o <strong>de</strong> pie cerca <strong>de</strong> las duchas, observándole. Bonzo estaba al<br />
frente <strong>de</strong> ellos. Muchos sonreían, la mueca con<strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>l cazador ante su<br />
víctima acorralada. Bonzo no sonreía, sin embargo.<br />
—Hola —dijo En<strong>de</strong>r.<br />
Nadie respondió.<br />
En<strong>de</strong>r cerró la ducha, a pesar <strong>de</strong> que todavía tenía jabón encima, y alargó la<br />
mano en busca <strong>de</strong> su toalla. No estaba allí. Uno <strong>de</strong> los chicos la sostenía. Era<br />
Bernard. Lo único que faltaba para que el cuadro fuera completo era que Stilson<br />
y Peter estuvieran también allí. Necesitaban la sonrisa <strong>de</strong> Peter; necesitaban la<br />
estupi<strong>de</strong>z obvia <strong>de</strong> Stilson.<br />
En<strong>de</strong>r reconoció la toalla como su punto flaco. Nada le haría parecer más<br />
débil que correr <strong>de</strong>snudo tras la toalla. Eso es lo que querían, humillarle,<br />
<strong>de</strong>strozarle. No iba a seguirles el <strong>juego</strong>. Rehusó sentirse débil sólo porque<br />
estuviera mojado, aterido y sin ropa. Se irguió enérgicamente, mirándoles <strong>de</strong><br />
frente, con los brazos en jarras. Fijó su mirada en Bonzo.<br />
—Tú mueves —dijo En<strong>de</strong>r.<br />
—Esto no es un <strong>juego</strong> —dijo Bernard—. Estamos hartos <strong>de</strong> ti, En<strong>de</strong>r. Te<br />
gradúas hoy.<br />
En<strong>de</strong>r no miró a Bernard. Era Bonzo quien estaba hambriento <strong>de</strong> muerte,<br />
aunque estuviera en silencio. Los otros habían ido por ir, por ver hasta dón<strong>de</strong><br />
podían llegar. Bonzo sabía hasta dón<strong>de</strong> podía llegar.<br />
—Bonzo —dijo En<strong>de</strong>r con voz suave—. Tu padre estaría orgulloso <strong>de</strong> ti.<br />
Bonzo se puso rígido.<br />
—Le encantaría verte venir a pelear con un chico <strong>de</strong>snudo en la ducha, más<br />
pequeño que tú, y que has traído a seis amigos. Diría: « Oh, cuánto honor» .<br />
—No hemos venido a pelear contigo —dijo Bernard—. Sólo hemos venido<br />
para convencerte <strong>de</strong> que juegues limpio. Quizá perdiendo un par <strong>de</strong> <strong>juego</strong>s <strong>de</strong><br />
vez en cuando.<br />
Los <strong>de</strong>más se rieron, pero Bonzo no se rio, y tampoco En<strong>de</strong>r.<br />
—Estarás orgulloso, Bonito, chico guapo. Pue<strong>de</strong>s ir a casa y <strong>de</strong>cirle a tu<br />
padre, « sí, he vapuleado a En<strong>de</strong>r Wiggin, que apenas tenía diez años y yo tenía<br />
trece. Y a<strong>de</strong>más sólo me había traído a seis amigos para ayudarme, y <strong>de</strong> alguna<br />
forma nos las arreglamos para <strong>de</strong>rrotarle, a pesar <strong>de</strong> que estaba <strong>de</strong>snudo y<br />
mojado y solo; En<strong>de</strong>r Wiggin es tan peligroso y aterrador que bastante hicimos<br />
no presentándonos doscientos» .<br />
—Cierra la boca, Wiggin —dijo uno <strong>de</strong> los chicos.<br />
—No hemos venido a oír hablar a este pequeño <strong>de</strong>sgraciado —dijo otro.<br />
—Tú cállate —dijo Bonzo—. Callaos y no os metáis.