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tienen en sus manos, y no tienen intención <strong>de</strong> tratarte con mucha amabilidad.<br />
Mira lo que te han hecho hasta ahora.<br />
—Lo único que han hecho es ascen<strong>de</strong>rme.<br />
—Y con eso y un bizcocho, a ser feliz, ¿no?<br />
En<strong>de</strong>r se rio y negó con la cabeza.<br />
—A lo mejor tienes razón.<br />
—Creen que te tienen a su merced. No se lo permitas.<br />
—Pero vine por eso —dijo En<strong>de</strong>r—. Para que me convirtieran en un<br />
instrumento. Para salvar al mundo.<br />
—No me puedo creer que sigas crey endo todo eso.<br />
—¿Creerme qué?<br />
—La amenaza <strong>de</strong> los insectores. Salvar el mundo. Escucha, En<strong>de</strong>r, si los<br />
insectores tuvieran intención <strong>de</strong> venir a por nosotros, y a estarían aquí. No nos van<br />
a invadir otra vez. Les vencimos y se han ido para siempre.<br />
—Pero los ví<strong>de</strong>os…<br />
—Todos son <strong>de</strong> la Primera y Segunda Invasión. Tus abuelos no habían nacido<br />
cuando Mazer Rackham les borró <strong>de</strong>l mapa. Observa. Todo es falso. No hay<br />
ninguna guerra. Nos están tomando el pelo.<br />
—Pero ¿por qué?<br />
—Porque mientras la gente tenga miedo a los insectores, la F.I. seguirá en el<br />
po<strong>de</strong>r, y mientras la F.I. siga en el po<strong>de</strong>r, ciertos países podrán mantener su<br />
hegemonía. Pero sigue mirando los ví<strong>de</strong>os, En<strong>de</strong>r. La gente <strong>de</strong>scubrirá el <strong>juego</strong><br />
muy pronto y habrá una guerra civil que acabe con todas las guerras. Esa es la<br />
amenaza, En<strong>de</strong>r, no los insectores. Y en esa guerra, cuando llegue, tú y yo no<br />
seremos amigos. Porque tú eres norteamericano, como nuestros queridos<br />
profesores, y y o no.<br />
Fueron al comedor y comieron mientras hablaban <strong>de</strong> otras cosas. Pero En<strong>de</strong>r<br />
no podía <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pensar en lo que había dicho Dink. La Escuela <strong>de</strong> Batalla era<br />
tan absorbente, el <strong>juego</strong> era tan importante en las mentes <strong>de</strong> los niños que En<strong>de</strong>r<br />
había olvidado que había un mundo exterior. Honor español. Guerra civil.<br />
Política. La Escuela <strong>de</strong> Batalla era sólo un puntito, ¿no?<br />
Pero En<strong>de</strong>r no llegó a las mismas conclusiones que Dink. Los insectores eran<br />
reales. La amenaza era real. F.I. controlaba muchas cosas, pero no controlaba los<br />
ví<strong>de</strong>os ni las re<strong>de</strong>s. No don<strong>de</strong> En<strong>de</strong>r se había criado. En casa <strong>de</strong> Dink, en los<br />
Países Bajos, tras tres generaciones bajo la hegemonía rusa, quizás estuviera<br />
controlado todo, pero En<strong>de</strong>r sabía que las mentiras no duraban mucho en<br />
Norteamérica. Eso creía.<br />
Lo creía, pero la semilla <strong>de</strong> la duda estaba ahí, y permaneció, y <strong>de</strong> vez en<br />
cuando echaba una pequeña raíz. Esa semilla que crecía lo cambió todo. Hizo<br />
que En<strong>de</strong>r prestara más atención a lo que la gente quería <strong>de</strong>cir, no a lo que <strong>de</strong>cía.<br />
Le hizo más sabio.