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El juego de Ender - Orson Scott Card

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—Había también evi<strong>de</strong>ncias. No eran evi<strong>de</strong>ncias que ellos pudieran ver. No<br />

estaba presente en la Primera Invasión, porque esa era exploratoria. Pero la<br />

Segunda Invasión era una colonia. Para establecer una nueva colmena, o lo que<br />

fuera.<br />

—Y se trajeron una reina.<br />

—Mira los ví<strong>de</strong>os <strong>de</strong> la Segunda Invasión, cuando estaban <strong>de</strong>struy endo<br />

nuestra flota en el escudo <strong>de</strong>l cometa. —Comenzó a ponerlos y a visualizar las<br />

acciones <strong>de</strong> los insectores.<br />

—Muéstrame la nave <strong>de</strong> la reina.<br />

Era sutil. En<strong>de</strong>r tardó mucho tiempo en verlo. Las naves insectoras se<br />

mantenían en movimiento, todas. No había ninguna insignia obvia, ningún centro<br />

nervioso aparente. Pero gradualmente, a medida que Mazer ponía los ví<strong>de</strong>os una<br />

y otra vez, En<strong>de</strong>r empezó a ver que todos los movimientos irradiaban <strong>de</strong> un punto<br />

central. <strong>El</strong> punto central cambiaba, pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberlo mirado el tiempo<br />

suficiente, era obvio que los ojos <strong>de</strong> la flota, el yo <strong>de</strong> la flota, la perspectiva <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la que se tomaban todas las <strong>de</strong>cisiones, era una nave concreta. La señaló.<br />

—Tú la ves. Yo la veo. De todos los que han visto los ví<strong>de</strong>os sólo hay dos que<br />

lo ven. Pero es cierto, ¿no?<br />

—Hacen que esa nave se mueva exactamente igual que cualquier otra nave.<br />

—Saben que es su punto flaco.<br />

—Pero tienes razón. Esa es la reina. Pero ¿no crees que cuando fuiste a por<br />

ella, habrían concentrado inmediatamente todo su po<strong>de</strong>r sobre ti? Podían haberte<br />

hecho explotar en mil pedazos.<br />

—Lo sé. Esa parte no la entiendo. No es que no intentaran <strong>de</strong>tenerme; me<br />

disparaban. Pero es como si hasta que fue <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong> no pudieran creer<br />

que mataría a la reina. Pue<strong>de</strong> que en sus mundos no se mate a las reinas, que sólo<br />

se las capture, que sólo se las dé jaque mate. Hice algo que no pensaban que un<br />

enemigo podía hacer.<br />

—Y cuando ella murió, los <strong>de</strong>más también murieron.<br />

—No, sólo se hicieron estúpidos. En las primeras naves que abordamos, los<br />

insectores todavía estaban vivos. Orgánicamente. Pero no se movían, no<br />

respondían a nada, incluso cuando nuestros científicos viviseccionaron algunos<br />

para ver si podíamos apren<strong>de</strong>r algo más sobre ellos. Al cabo <strong>de</strong> un rato,<br />

murieron. Sin voluntad. Cuando la reina ha <strong>de</strong>saparecido no queda nada en esos<br />

pequeños cuerpos.<br />

—¿Por qué no te creen?<br />

—Porque no encontramos una reina.<br />

—Voló en pedazos.<br />

—Peripecias <strong>de</strong> la guerra. La biología ocupa un lugar secundario en la<br />

supervivencia. Pero algunos están comenzando a acercarse a mi opinión. No<br />

pue<strong>de</strong>s vivir en este lugar sin que la evi<strong>de</strong>ncia salte a la vista.

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