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intentando averiguar lo que pueda <strong>de</strong> su pasado.<br />
<strong>El</strong> viaje fue largo. Para cuando terminó, Valentine había concluido el primer<br />
volumen <strong>de</strong> su historia <strong>de</strong> las guerras insectoras y lo había transmitido a la Tierra<br />
por el ansible, con el nombre <strong>de</strong> Demóstenes, y En<strong>de</strong>r se había ganado algo más<br />
que la adoración <strong>de</strong> los pasajeros. Ahora le conocían, y se había ganado su amor<br />
y su respeto.<br />
Trabajó duro en el nuevo mundo, gobernando con persuasión y no<br />
autoritariamente, y trabajando tan duro como el que más en las tareas <strong>de</strong> asentar<br />
una economía autosuficiente. Pero su trabajo más importante, y en esto<br />
coincidieron todos, era explorar lo que habían <strong>de</strong>jado los insectores, intentando<br />
encontrar, entre las estructuras, la maquinaria y los campos tanto tiempo<br />
<strong>de</strong>satendidos, algo que pudiera servir a la raza humana. Algo <strong>de</strong> lo que se pudiera<br />
apren<strong>de</strong>r. No había libros para leer; los insectores no los necesitaban. Teniendo<br />
todo presente en sus memorias, hablando a medida que pensaban, cuando los<br />
insectores murieron, su conocimiento murió con ellos.<br />
Y sin embargo, <strong>de</strong> la soli<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los techos que cubrían sus cobertizos <strong>de</strong><br />
animales y sus <strong>de</strong>spensas <strong>de</strong> comida, En<strong>de</strong>r aprendió que el invierno podía ser<br />
duro, con fuertes nevadas. De las vallas con estacas afiladas apuntando hacia<br />
afuera, aprendió que había animales mero<strong>de</strong>adores que eran un peligro para los<br />
cultivos y los rebaños. Del molino, aprendió que los frutos <strong>de</strong> gusto extraño que<br />
crecían en las frondosas huertas se secaban y se molían para convertirlos en<br />
comida. Y <strong>de</strong> los cabestrillos, que una vez se utilizaron para transportar a los niños<br />
a los campos, aprendió que aunque los insectores no eran muy dados a la<br />
individualidad, sí querían a sus hijos.<br />
La vida se asentó, y pasaron los años. La colonia vivía en casas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y<br />
utilizaba los túneles <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> los insectores como almacenes y talleres.<br />
Ahora se gobernaban mediante un consejo, y elegían a los administradores, y<br />
aunque En<strong>de</strong>r seguía siendo llamado gobernador, no era en realidad más que un<br />
juez. Había crímenes y peleas en convivencia con generosidad y cooperación;<br />
había personas que se querían y personas que no se querían; era un mundo<br />
humano. Ya no esperaban con ansiedad cada nueva transmisión <strong>de</strong>l ansible; los<br />
nombres que eran famosos en la Tierra significaban bien poco allí. <strong>El</strong> único<br />
nombre que conocían era el <strong>de</strong> Peter Wiggin, el Hegemon <strong>de</strong> la Tierra; las<br />
únicas noticias que llegaban eran noticias <strong>de</strong> paz, <strong>de</strong> prosperidad, <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s<br />
naves que salían <strong>de</strong>l litoral <strong>de</strong>l sistema solar terrestre, traspasaban el escudo <strong>de</strong><br />
cometas y llenaban los mundos <strong>de</strong> los insectores. Pronto habría otras colonias en<br />
este mundo, el mundo <strong>de</strong> En<strong>de</strong>r; pronto habría vecinos; ya estaban en camino,<br />
pero nadie se preocupaba. Ay udarían a los recién llegados cuando llegaran, les<br />
enseñarían lo que tenían que apren<strong>de</strong>r, pero lo que importaba ahora era quién se