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pudo ver que tres estaban inutilizados y dos dañados; sólo uno estaba entero. Nada<br />
que temer. Bee les apuntó <strong>de</strong>spreocupadamente, pulsó el botón, y …<br />
No sucedió nada.<br />
Las luces se encendieron.<br />
<strong>El</strong> <strong>juego</strong> había terminado.<br />
Aunque les estaba mirando, Bee tardó un instante en compren<strong>de</strong>r lo que había<br />
pasado. Cuatro <strong>de</strong> los soldados Dragón presionaban con sus cascos las esquinas <strong>de</strong><br />
la puerta. Y uno acababa <strong>de</strong> pasar por ella. Acababan <strong>de</strong> realizar el ritual <strong>de</strong> la<br />
victoria y poner fin al <strong>juego</strong> justo <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sus narices.<br />
Sólo entonces se le ocurrió a William Bee que la escuadra Dragón no sólo<br />
había puesto fin al <strong>juego</strong>, sino que era posible que, según las reglas, lo hubieran<br />
ganado. Después <strong>de</strong> todo, pasara lo que pasara, no eras <strong>de</strong>clarado ganador a<br />
menos que tuvieras cuatro soldados <strong>de</strong>scongelados para tocar las esquinas <strong>de</strong> la<br />
puerta y otro para atravesar la puerta y entrar al corredor <strong>de</strong>l enemigo. Por<br />
consiguiente, según se mirara, se podía argumentar que el ritual final era la<br />
victoria. Ciertamente, la sala <strong>de</strong> batalla lo i<strong>de</strong>ntificó como el fin <strong>de</strong>l <strong>juego</strong>.<br />
La puerta <strong>de</strong> los profesores se abrió y el may or An<strong>de</strong>rson entró en la sala.<br />
—En<strong>de</strong>r —gritó, mirando en torno suy o.<br />
Uno <strong>de</strong> los soldados Dragón congelados intentó respon<strong>de</strong>rle con las<br />
mandíbulas que estaban fuertemente amordazadas por el traje refulgente.<br />
An<strong>de</strong>rson dirigió el garfio hacia él y le <strong>de</strong>scongeló.<br />
En<strong>de</strong>r sonreía.<br />
—Le gané <strong>de</strong> nuevo, señor —dijo.<br />
—Tonterías, En<strong>de</strong>r —dijo An<strong>de</strong>rson con voz suave—. Tu batalla era contra<br />
Grifón y Tigre.<br />
—¿Tan estúpido me consi<strong>de</strong>ra? —dijo En<strong>de</strong>r.<br />
—Después <strong>de</strong> esta pequeña maniobra, se revisarán las reglas para exigir que<br />
todos los soldados enemigos estén congelados o inutilizados antes <strong>de</strong> que se pueda<br />
abrir la puerta —dijo An<strong>de</strong>rson, esta vez en voz alta.<br />
—De todas formas, sólo podía funcionar una vez —dijo En<strong>de</strong>r.<br />
An<strong>de</strong>rson le alargó el garfio. En<strong>de</strong>r <strong>de</strong>scongeló a todos a la vez. A la mierda<br />
el protocolo. A la mierda todo.<br />
—¡Eh! —gritó al alejarse An<strong>de</strong>rson—. Y la próxima vez ¿qué será? ¿Mi<br />
escuadra en una jaula sin pistolas, contra el resto <strong>de</strong> la Escuela <strong>de</strong> Batalla? ¿Qué<br />
tal un poco más <strong>de</strong> igualdad?<br />
Se oyó un fuerte murmullo <strong>de</strong> aprobación <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más chicos, y no procedía<br />
tan sólo <strong>de</strong> la escuadra Dragón. An<strong>de</strong>rson ni siquiera se volvió para refrendar el<br />
<strong>de</strong>safío <strong>de</strong> En<strong>de</strong>r. Al final, fue William Bee quien respondió:<br />
—En<strong>de</strong>r, si tú estás en un lado <strong>de</strong> la batalla, no habrá igualdad cualquiera que<br />
sean las condiciones.<br />
—¡Cierto! —gritaron los chicos.