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El juego de Ender - Orson Scott Card

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jefes <strong>de</strong> batallón, y sólo entonces se dio cuenta <strong>de</strong> que había igual ruido en la sala<br />

don<strong>de</strong> estaba. Los hombres <strong>de</strong> uniforme se abrazaban los unos a los otros, reían,<br />

gritaban; otros, lloraban; algunos se arrodillaban o se postraban, y En<strong>de</strong>r supo que<br />

estaban rezando. En<strong>de</strong>r no lo entendía. Todo parecía erróneo. Se suponía que<br />

tenían que estar enfadados.<br />

<strong>El</strong> coronel Graff se separó <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más y vino hacia En<strong>de</strong>r. Las lágrimas<br />

corrían por su cara, pero sonreía. Se inclinó, alargó los brazos y, ante la sorpresa<br />

<strong>de</strong> En<strong>de</strong>r, le abrazó, le apretó con fuerza, y susurró:<br />

—Gracias, gracias En<strong>de</strong>r, gracias a Dios por ti, En<strong>de</strong>r.<br />

Los <strong>de</strong>más también se acercaron a estrecharle la mano, a felicitarle. Intentó<br />

buscar una explicación lógica a todo eso. ¿Había pasado el examen a pesar <strong>de</strong><br />

todo? Era su victoria; no la <strong>de</strong> ellos, y una victoria hueca, un frau<strong>de</strong>; ¿por qué se<br />

comportaban como si hubiera ganado con honor?<br />

La muchedumbre se apartó y <strong>de</strong>jó pasar a Mazer Rackham. Fue <strong>de</strong>recho<br />

hacia En<strong>de</strong>r y le alargó la mano.<br />

—Tomaste la <strong>de</strong>cisión difícil, chico. Todo o nada. Acabar con ellos o acabar<br />

con nosotros. Pero el cielo sabe que no había ninguna otra forma <strong>de</strong> hacerlo.<br />

Felicida<strong>de</strong>s. Les venciste, y todo ha terminado.<br />

¿Terminado? ¿Les venciste? En<strong>de</strong>r no lo entendía.<br />

—Te vencí.<br />

Mazer se rio, con una risa fuerte que llenó la sala.<br />

—En<strong>de</strong>r, nunca has jugado conmigo. Des<strong>de</strong> que me convertí en tu enemigo,<br />

no has jugado ni un solo <strong>juego</strong>.<br />

En<strong>de</strong>r no entendió la broma. Había jugado muchos <strong>juego</strong>s, a un precio<br />

terrible para sí mismo. Empezó a enfadarse.<br />

Mazer estiró la mano y le tocó los hombros. En<strong>de</strong>r se lo sacudió. Entonces,<br />

Mazer se puso serio y dijo:<br />

—En<strong>de</strong>r, durante los últimos meses has sido el comandante <strong>de</strong> nuestras flotas.<br />

Esta era la Tercera Invasión. No era un <strong>juego</strong>, las batallas eran reales, y el único<br />

enemigo con el que luchabas eran los insectores. Ganaste todas las batallas, y<br />

hoy has combatido con ellos en su mundo <strong>de</strong> origen, don<strong>de</strong> estaba la reina, las<br />

reinas <strong>de</strong> sus colonias, todas estaban allí y las <strong>de</strong>strozaste completamente. No nos<br />

atacarán <strong>de</strong> nuevo. Lo hiciste. Tú.<br />

Real. No un <strong>juego</strong>. La mente <strong>de</strong> En<strong>de</strong>r estaba <strong>de</strong>masiado cansada para<br />

enfrentarse con todo eso. No eran simplemente puntos <strong>de</strong> luz en el aire; eran<br />

naves reales con las que había luchado y naves reales que había <strong>de</strong>struido. Y un<br />

mundo real que había hecho caer en el olvido. Caminó entre la muchedumbre.<br />

Esquivando sus felicitaciones, ignorando sus manos, sus palabras, su júbilo.<br />

Cuando llegó a su habitación se quitó la ropa, trepó a la cama y se durmió.<br />

En<strong>de</strong>r se <strong>de</strong>spertó cuando le zaran<strong>de</strong>aron. Tardó un momento en<br />

reconocerles. Graff y Rackham. Les dio la espalda.

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