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no tenían intención <strong>de</strong> castigarles por participar en esa sucia escaramuza. « ¿No<br />
van a hacer nada? ¿No les importa lo que pasa en la escuela?» , pensaba En<strong>de</strong>r<br />
perplejo.<br />
Como había vuelto al cuartel antes que <strong>de</strong> costumbre, En<strong>de</strong>r llamó a su<br />
consola el <strong>juego</strong> <strong>de</strong> fantasía. Había pasado bastante tiempo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que jugó por<br />
última vez. Tanto, que y a no salió el escenario que había <strong>de</strong>jado. Ahora estaba en<br />
el cadáver <strong>de</strong>l Gigante. Con la diferencia <strong>de</strong> que ahora era difícil <strong>de</strong>cir que se<br />
trataba <strong>de</strong> un cadáver, a no ser que le mirara <strong>de</strong> lejos <strong>de</strong>tenidamente. La erosión<br />
había convertido el cuerpo en una colina, cubierta <strong>de</strong> hierbas y vi<strong>de</strong>s<br />
entrelazadas. Sólo la cresta <strong>de</strong> la cara <strong>de</strong>l Gigante era todavía visible, y era <strong>de</strong><br />
hueso blanco, como una protuberancia caliza <strong>de</strong> una montaña triste y marchita.<br />
En<strong>de</strong>r no quería luchar otra vez con los niños-lobos, pero, para su sorpresa, no<br />
estaban allí. A lo mejor, muertos una vez, se habían ido para siempre. Eso le puso<br />
triste.<br />
Hizo su anterior recorrido bajo tierra, a través <strong>de</strong> los túneles, hasta llegar a la<br />
cornisa <strong>de</strong>l acantilado que daba a aquel hermoso bosque. También ahora se<br />
arrojó al vacío, y también ahora lo recogió una nube y lo llevó a la sala <strong>de</strong> la<br />
torre <strong>de</strong>l castillo.<br />
La serpiente comenzó a <strong>de</strong>stejerse <strong>de</strong> la alfombra otra vez, pero esta vez<br />
En<strong>de</strong>r no vaciló. Le pisó la cabeza y la aplastó con el pie. Se retorcía y removía<br />
bajo su pie, y a modo <strong>de</strong> respuesta, En<strong>de</strong>r la apisonó y la sepultó aún más en el<br />
suelo <strong>de</strong> piedra. Finalmente, se quedó quieta. En<strong>de</strong>r la recogió y la agitó hasta<br />
que se <strong>de</strong>stejió <strong>de</strong>l todo y <strong>de</strong>sapareció la forma <strong>de</strong> la alfombra. Luego,<br />
arrastrando la serpiente, se puso a buscar una salida.<br />
Pero encontró un espejo. Y en el espejo vio una cara que reconoció<br />
fácilmente. Era Peter, con la barbilla goteando sangre y una cola <strong>de</strong> serpiente<br />
saliendo por una comisura <strong>de</strong> su boca.<br />
En<strong>de</strong>r gritó y arrojó la consola. <strong>El</strong> ruido alarmó a los pocos chicos que había<br />
en el cuartel, pero se excusó y les dijo que no era nada. Se alejaron. Miró otra<br />
vez a su consola. Su figura seguía allí, con la vista fija en el espejo. Intentó coger<br />
un mueble para romper el espejo, pero no podía moverlo. Tampoco podía<br />
arrancar el espejo <strong>de</strong> la pared. Al final, En<strong>de</strong>r arrojó la serpiente contra él. <strong>El</strong><br />
espejo se hizo añicos, <strong>de</strong>jando al <strong>de</strong>scubierto un agujero en la pared. Por el<br />
agujero salieron docenas <strong>de</strong> pequeñas serpientes, que mordieron rápidamente la<br />
figura <strong>de</strong> En<strong>de</strong>r una y otra vez. Arrancando serpientes <strong>de</strong> su cuerpo<br />
frenéticamente, la figura cay ó y murió en medio <strong>de</strong> un bullicioso montón <strong>de</strong><br />
pequeñas serpientes.<br />
La pantalla se borró y salió la ley enda:<br />
¿JUEGAS OTRA VEZ?