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El juego de Ender - Orson Scott Card

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Caminó por el corredor sonriendo. Podía ser pequeño, pero conocían su<br />

nombre. Por la sala <strong>de</strong> <strong>juego</strong>s, claro, lo que no quería <strong>de</strong>cir nada. Pero y a verían.<br />

Iba a ser un gran soldado también. Todos conocerían su nombre, y pronto. Quizá<br />

no en la escuadra Salamandra, pero pronto.<br />

Petra estaba esperando en el corredor que llevaba a la sala <strong>de</strong> batalla.<br />

—Espera un poco —dijo a En<strong>de</strong>r—. Acaba <strong>de</strong> entrar la escuadra Conejo, y<br />

hay que esperar unos minutos hasta que cambie la sala <strong>de</strong> batalla.<br />

En<strong>de</strong>r se sentó a su lado.<br />

—<strong>El</strong> canje <strong>de</strong> sala <strong>de</strong> batalla implica algo más que simplemente cambiarla<br />

por la siguiente —dijo—. Por ejemplo, ¿por qué hay gravedad en el corredor<br />

justo antes <strong>de</strong> entrar a la sala?<br />

Petra cerró los ojos.<br />

—Y si las salas <strong>de</strong> batalla son realmente ingrávidas, ¿qué pasa cuando una<br />

está conectada? ¿Por qué no se mueve siguiendo la rotación <strong>de</strong> la escuela?<br />

En<strong>de</strong>r asintió con la cabeza.<br />

—Esos son los misterios —dijo Petra con un susurro ronco—. No metas la<br />

nariz en esos asuntos. Al último soldado que lo intentó le pasaron cosas terribles.<br />

Lo encontraron colgando <strong>de</strong> los pies <strong>de</strong>l techo <strong>de</strong>l lavabo, con la cabeza hundida<br />

en el váter.<br />

—Así que no soy el primero que hace esa pregunta.<br />

—No olvi<strong>de</strong>s esto, pequeño —dijo pequeño con un tono que parecía amistoso,<br />

no <strong>de</strong>spreciativo—. Nunca te dicen más <strong>de</strong> lo que tienen que <strong>de</strong>cirte. Pero<br />

cualquier chico con cabeza sabe que la ciencia ha cambiado bastante <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />

días <strong>de</strong> Mazer Rackham y la Flota Victoriosa. Está claro que ahora po<strong>de</strong>mos<br />

controlar la gravedad. Conectarla y <strong>de</strong>sconectarla, cambiar su dirección, a lo<br />

mejor incluso reflejarla. He estado pensando en la cantidad <strong>de</strong> cosas que se<br />

podrían hacer teniendo armas gravitacionales y energía gravitacional en las<br />

astronaves. Y piensa cómo se podrían mover las astronaves en las cercanías <strong>de</strong><br />

los planetas. Podrían incluso <strong>de</strong>sgajar pedazos enormes <strong>de</strong>l planeta reflejando<br />

sobre el planeta su propia gravedad, pero en otra dirección, y concentrándola en<br />

un punto pequeño. Pero no nos dicen nada.<br />

En<strong>de</strong>r entendió más <strong>de</strong> lo que Petra había dicho. La manipulación <strong>de</strong> la<br />

gravedad era una cosa; el engaño <strong>de</strong> los oficiales era otra; pero el mensaje más<br />

importante era este: el enemigo son los adultos, no las otras escuadras. No nos<br />

dicen la verdad.<br />

—Ven, pequeño —dijo Petra—. La sala <strong>de</strong> batalla está lista. La mano <strong>de</strong><br />

Petra no tiembla. <strong>El</strong> enemigo está muerto. —Emitió una risilla—. Me llaman<br />

Petra el poeta.<br />

—También dicen que estás más loca que un cencerro.

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