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El juego de Ender - Orson Scott Card

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Y había algo raro. Se hablaba mucho <strong>de</strong> Mazer Rackham, pero en los ví<strong>de</strong>os<br />

se veía poco <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra batalla. Algunas escenas <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> la batalla,<br />

la diminuta fuerza <strong>de</strong> Rackham, que parecía patética en comparación con el<br />

vasto po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la principal flota insectora. Los insectores y a habían <strong>de</strong>strozado la<br />

may or parte <strong>de</strong> la flota humana en el escudo <strong>de</strong>l cometa, aniquilado las primeras<br />

naves espaciales y puesto en ridículo las tentativas humanas <strong>de</strong> alta estrategia;<br />

esa película era exhibida frecuentemente, para <strong>de</strong>spertar una y otra vez agonía y<br />

terror ante la victoria <strong>de</strong> los insectores. Entonces salía la flota dirigiéndose hacia<br />

la pequeña fuerza <strong>de</strong> Mazer Rackham cerca <strong>de</strong> Saturno, la <strong>de</strong>sigualdad<br />

<strong>de</strong>sesperanzadora, y entonces…<br />

Entonces un disparo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pequeño crucero <strong>de</strong> Mazer Rackham, una nave<br />

enemiga explotando. Eso era lo único que se podía ver. Muchas películas<br />

mostraban marines abriéndose camino por las naves <strong>de</strong> los insectores. Muchos<br />

cuerpos <strong>de</strong> insectores tendidos por todas partes en el interior. Pero ninguna<br />

película <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> insectores en lucha cuerpo a cuerpo, a menos que<br />

estuviera tomada <strong>de</strong> la Primera Invasión. A En<strong>de</strong>r le frustraba que la victoria <strong>de</strong><br />

Mazer Rackham estuviera censurada <strong>de</strong> forma tan obvia. Los estudiantes <strong>de</strong> la<br />

Escuela <strong>de</strong> Batalla tenían mucho que apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Mazer Rackham, y todo lo<br />

relativo a su victoria estaba oculto a la vista. La pasión por el secreto no era una<br />

gran ay uda para los chicos que tenían que apren<strong>de</strong>r a hacer otra vez lo que había<br />

hecho Mazer Rackham.<br />

Naturalmente, en cuanto se corrió la voz <strong>de</strong> que En<strong>de</strong>r Wiggin estaba viendo<br />

los ví<strong>de</strong>os <strong>de</strong> guerra una y otra vez, la sala <strong>de</strong> ví<strong>de</strong>os comenzó a atraer<br />

muchedumbres. Casi todos eran comandantes, que miraban los mismos ví<strong>de</strong>os<br />

que miraba En<strong>de</strong>r, que fingían que sabían por qué los estaba mirando y qué<br />

conclusiones sacaba. En<strong>de</strong>r nunca explicó nada. Incluso cuando mostró siete<br />

escenas <strong>de</strong> la misma batalla, pero <strong>de</strong> diferentes ví<strong>de</strong>os, sólo un chico le preguntó,<br />

sin mucha confianza:<br />

—¿Son <strong>de</strong> la misma batalla?<br />

En<strong>de</strong>r se limitó a encogerse <strong>de</strong> hombros, como si no tuviera importancia.<br />

Fue durante la última hora <strong>de</strong> prácticas <strong>de</strong>l séptimo día, apenas unas horas<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que la escuadra <strong>de</strong> En<strong>de</strong>r hubiera ganado su séptima batalla, cuando<br />

el may or An<strong>de</strong>rson en persona entró en la sala <strong>de</strong> ví<strong>de</strong>os. Alargó una nota a uno<br />

<strong>de</strong> los comandantes que estaban sentados, y luego se dirigió a En<strong>de</strong>r.<br />

—<strong>El</strong> coronel Graff <strong>de</strong>sea verte en su oficina inmediatamente.<br />

En<strong>de</strong>r se levantó y siguió a An<strong>de</strong>rson por los corredores. An<strong>de</strong>rson palmeaba<br />

las cerraduras que impedían a los estudiantes entrar a los alojamientos <strong>de</strong> los<br />

oficiales; por fin llegaron don<strong>de</strong> Graff había echado raíces en una silla giratoria<br />

empernada al suelo <strong>de</strong> acero. La tripa se <strong>de</strong>sparramaba por los brazos <strong>de</strong>l sillón,<br />

incluso cuando se sentaba <strong>de</strong>recho. En<strong>de</strong>r intentó recordar. Graff no le había<br />

parecido especialmente gordo la primera vez que le conoció, hacía sólo cuatro

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