Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Doctor los <strong>de</strong>struy ó en un resplandor <strong>de</strong> luz. Sintió en ese momento lo que había<br />
sentido la reina-colmena, viendo a través <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> sus obreros cómo la<br />
muerte venía hacia ellos a <strong>de</strong>masiada velocidad para esquivarla, pero no con la<br />
suficiente velocidad para no presentirla. No había sin embargo ningún recuerdo<br />
<strong>de</strong> dolor. Lo que la reina-colmena sentía era tristeza, resignación. La reinacolmena<br />
no había pensado estas palabras cuando vio a los humanos venir a<br />
matar, pero eran estas palabras lo que En<strong>de</strong>r entendió:<br />
—No nos perdonaron —pensó la reina-colmena—. Moriremos.<br />
—¿Qué puedo hacer para que volváis a vivir? —preguntó En<strong>de</strong>r.<br />
La reina envuelta en su capullo <strong>de</strong> seda no podía respon<strong>de</strong>r con palabras; pero<br />
cuando En<strong>de</strong>r cerró los ojos e intentó recordar, en vez <strong>de</strong> recuerdos acudieron<br />
nuevas imágenes. Había que poner el capullo en un sitio frío, en un sitio oscuro,<br />
pero con agua, para que no se secara; no, no sólo agua, agua mezclada con la<br />
savia <strong>de</strong> cierto árbol, y había que mantenerla tibia a fin <strong>de</strong> que pudieran tener<br />
lugar en el capullo ciertas reacciones. Luego, tiempo. Días y semanas, para que<br />
la crisálida que estaba <strong>de</strong>ntro cambiara. Y luego, cuando el capullo hubiera<br />
tomado un color marrón polvoriento, En<strong>de</strong>r se vio rompiendo el capullo, y<br />
ay udando a salir a la pequeña y frágil reina. Se vio cogiéndola por el miembro<br />
anterior y ay udándola a ir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus aguas natales hasta un lugar <strong>de</strong> anidamiento,<br />
blando, con hojas secas sobre arena. « Entonces estaré viva —dijo el<br />
pensamiento—. Entonces <strong>de</strong>spertaré. Entonces haré mis cien mil hijos» .<br />
—No —dijo En<strong>de</strong>r—. No puedo.<br />
Angustia.<br />
—Tus hijos son ahora los monstruos <strong>de</strong> nuestras pesadillas. Si te <strong>de</strong>spierto,<br />
sólo será para que os matemos otra vez.<br />
Entonces cruzaron por su mente docenas <strong>de</strong> imágenes <strong>de</strong> seres humanos<br />
asesinados por insectores, pero con las imágenes le llegó una aflicción tan fuerte<br />
que no pudo aguantarlo, y <strong>de</strong>rramó las lágrimas que esos muertos no pudieron<br />
<strong>de</strong>rramar.<br />
—Si pue<strong>de</strong>s hacer que sientan lo que me has hecho sentir, quizás os perdonen.<br />
« Sólo yo —pensó—. Me localizaron a través <strong>de</strong>l ansible, lo siguieron y<br />
moraron en mi mente. Consiguieron conocerme en la agonía <strong>de</strong> mis<br />
atormentados sueños. Aunque me pasara el día <strong>de</strong>struyéndolos; <strong>de</strong>scubrieron el<br />
miedo que les tenía, y <strong>de</strong>scubrieron también que no sabía que les estaba<br />
matando. En las pocas semanas <strong>de</strong> que dispusieron, construyeron este lugar para<br />
mí, y el cadáver <strong>de</strong>l Gigante y el patio <strong>de</strong> recreo y el parapeto <strong>de</strong>l Fin <strong>de</strong>l<br />
Mundo, para que mis propios ojos me condujeran a este lugar. Soy el único a<br />
quien conocen, y por lo tanto sólo pue<strong>de</strong>n hablar conmigo, y a través <strong>de</strong> mí» .<br />
« Somos como vosotros —el pensamiento se abrió paso en su mente—. No<br />
queríamos asesinaros, y cuando lo comprendimos, <strong>de</strong>cidimos no volver nunca<br />
más. Creíamos que éramos los únicos seres racionales <strong>de</strong>l universo, hasta que os