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—Nada es divertido, lo sé.<br />
En<strong>de</strong>r estaba tendido en su cama con los ojos fijos en el techo. Des<strong>de</strong> que era<br />
comandante no dormía más <strong>de</strong> cinco horas diarias. Pero las luces se apagaban a<br />
las 22.00 horas, y no se encendían <strong>de</strong> nuevo hasta las 06.00. Sin embargo, algunas<br />
veces trabajaba en su consola, forzando la vista para ver la imagen mortecina <strong>de</strong><br />
la pantalla. Aunque, normalmente, fijaba los ojos en el invisible techo y pensaba.<br />
O los profesores habían sido magnánimos con él, o era mejor comandante <strong>de</strong><br />
lo que pensaba. De su pequeño grupo <strong>de</strong> veteranos <strong>de</strong>sastrados, sin ningún<br />
prestigio en sus anteriores escuadras, estaban surgiendo jefes capacitados. Tanto<br />
era así, que en vez <strong>de</strong> los cuatro batallones habituales había formado cinco, todos<br />
con un jefe <strong>de</strong> batallón y un segundo; todos los veteranos tenían una posición.<br />
Había hecho que la escuadra practicara maniobras con batallones <strong>de</strong> ocho<br />
hombres y con medios batallones <strong>de</strong> cuatro hombres, y <strong>de</strong> esta forma, con sólo<br />
una or<strong>de</strong>n, podía asignar a su escuadra hasta diez maniobras distintas y hacer que<br />
se ejecutaran instantáneamente. Nunca se había fragmentado una escuadra <strong>de</strong><br />
esa manera, pero tampoco formaba parte <strong>de</strong> los planes <strong>de</strong> En<strong>de</strong>r hacer cosas que<br />
se hubieran hecho anteriormente. La may oría <strong>de</strong> las escuadras practicaban<br />
maniobras masivas, estrategias prefabricadas. En<strong>de</strong>r no tenía ninguna. En<br />
cambio, enseñaba a sus jefes <strong>de</strong> batallón a utilizar con eficacia sus pequeñas<br />
unida<strong>de</strong>s con objetivos limitados. Sin apoy o, solos, bajo su propia iniciativa. Tras<br />
la primera semana, escenificó simulacros <strong>de</strong> guerra, ejercicios violentos que<br />
<strong>de</strong>jaban a todos agotados. Pero al cabo <strong>de</strong> menos <strong>de</strong> un mes <strong>de</strong> entrenamiento,<br />
sabía que su escuadra podía ser, en potencia, el mejor grupo <strong>de</strong> combate que<br />
había participado en el <strong>juego</strong>.<br />
¿Hasta qué punto estaba todo previsto por los profesores? ¿Sabían que le<br />
habían dado chicos grises pero excelentes? ¿Le habían dado treinta reclutas,<br />
muchos <strong>de</strong> ellos menores <strong>de</strong> edad, porque sabían que los más pequeños<br />
aprendían a may or velocidad, pensaban a mayor velocidad? ¿O se podría<br />
conseguir lo mismo con cualquier grupo mandado por un comandante que<br />
supiera lo que quería que hiciera su escuadra, y que supiera enseñarles a<br />
hacerlo?<br />
Le preocupaba la cuestión, porque no estaba seguro <strong>de</strong> si estaba confundiendo<br />
o cumpliendo sus expectativas.<br />
De lo único que sí se hallaba seguro era <strong>de</strong> que estaba impaciente por entrar<br />
en batalla. La may oría <strong>de</strong> las escuadras necesitaban tres meses porque tenían<br />
que memorizar docenas <strong>de</strong> formaciones complejas. « Nosotros y a estamos<br />
preparados. Enviadnos a la batalla» .<br />
La puerta se abrió en la oscuridad. En<strong>de</strong>r escuchó. Unos pasos arrastrando los<br />
pies. La puerta se cerró.