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Al enfrentarnos ante <strong>el</strong> hecho que Sara, <strong>la</strong> madre d<strong>el</strong> pueblo, <strong>la</strong> <strong>mujer</strong><br />
d<strong>el</strong> Padre de <strong>la</strong> nación no puede tener hijos, nos vemos tentados a preguntar:<br />
¿Será éste un indicio que <strong>el</strong> <strong>judaísmo</strong> no es sólo cuestión de herencia<br />
genética? Que <strong>la</strong> paternidad y <strong>la</strong> maternidad no son sólo producto biológico,<br />
sino ideológico y formativo.<br />
Sara no es <strong>la</strong> única <strong>mujer</strong> estéril en <strong>el</strong> texto bíblico. La <strong>mujer</strong> en <strong>el</strong><br />
mundo patriarcal antiguo cumple ante nada <strong>la</strong> función de reproducción, es<br />
<strong>el</strong><strong>la</strong> quien permite <strong>la</strong> reproducción d<strong>el</strong> c<strong>la</strong>n, de <strong>la</strong> tribu. En <strong>el</strong> mundo antiguo<br />
<strong>la</strong> progenie numerosa garantiza en gran medida <strong>la</strong> posición de <strong>la</strong> <strong>mujer</strong>.<br />
Los niños, como en toda sociedad tradicional, representan también parte<br />
d<strong>el</strong> sostén económico, por tanto, parte d<strong>el</strong> poder. Aportan más a <strong>la</strong> economía<br />
que lo que consumen. Comienzan a trabajar desde pequeños. (También<br />
en <strong>la</strong>s provincias de muchos países <strong>la</strong>tinos los niños aportan desde pequeños<br />
su cuota de trabajo a <strong>la</strong> agricultura). Una <strong>mujer</strong> que no procrea no<br />
aporta al desarrollo y <strong>el</strong> bienestar de su familia, su tribu. ¡Sara es estéril y<br />
después tiene sólo un hijo! Es una matriarca poco productiva, y, sin embargo,<br />
<strong>la</strong> Madre d<strong>el</strong> pueblo.<br />
Tal vez <strong>la</strong> esterilidad de Sara, venga entonces a destacar justamente<br />
otros aspectos de su personalidad. Lo que normalmente era considerado<br />
como un factor que disminuía <strong>el</strong> valor de al <strong>mujer</strong> en <strong>el</strong> mundo antiguo, no<br />
parece incomodar a Dios en su <strong>el</strong>ección de Abraham como padre de <strong>la</strong> nación.<br />
La Madre por antonomasia es estéril, poniéndose así de r<strong>el</strong>ieve otras<br />
de sus cualidades, más allá de <strong>la</strong> maternidad y enfatizando al mismo tiempo,<br />
<strong>el</strong> deseo, <strong>el</strong> anh<strong>el</strong>o por los hijos. Hijos que no llegan como un acto natural<br />
espontáneo, sino por <strong>la</strong> intervención divina. La esterilidad como <strong>la</strong> interpretación<br />
de <strong>la</strong> misma como un acto r<strong>el</strong>acionado a <strong>la</strong> voluntad divina<br />
aparece curiosamente en <strong>la</strong>s cuatro matriarcas. Es un tema apasionante.<br />
Sara manifiesta c<strong>la</strong>ramente que fue Dios quien le privó <strong>la</strong> posibilidad<br />
de procrear, casi <strong>la</strong>mentando, casi protestando: “Y dijo Sarai a Avram:<br />
He aquí que <strong>el</strong> Eterno me ha impedido tener hijos”Genésis 16:2.<br />
¡El mismo Dios que <strong>la</strong> <strong>el</strong>ige como matriarca,<br />
le impide tener hijos!<br />
Y <strong>el</strong> caso de Leá no nos deja duda acerca de<br />
<strong>la</strong> intervención de <strong>la</strong> voluntad de Dios respecto a su<br />
maternidad:”Viendo <strong>el</strong> Eterno que Leá era despreciada,<br />
abrió su matriz” Genésis,29:31.<br />
Y <strong>el</strong> midrash es más explícito aún, dejando<br />
c<strong>la</strong>ro que los embarazos de Leá son de alguna manera,<br />
recompensa por no ser <strong>la</strong> más querida de <strong>la</strong>s<br />
<strong>mujer</strong>es. recordano<br />
[ .il ]/3 De madres y matriarcas /243