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jak le dijo: Mi padre me lleva a estudiar Torá. Satán le<br />
dijo: ¡No! No vas a estudiar Torá sino que tu padre te<br />
lleva para inmo<strong>la</strong>rte. Itzjak le contestó, si así fuera, estoy<br />
contento que <strong>el</strong> Santo Bendito Sea me desea y más<br />
todavía por cumplir los deseos de mi padre. Cuando<br />
Satán vio que Itzjak no le hacía caso, fue donde Sara y<br />
le dijo: ¿Adónde fue tu hijo?<br />
–Su padre lo llevó a estudiar Torá en lo de Ever.<br />
Satán le dijo, pobre miserable, no le llevó<br />
a estudiar Torá, sino para degol<strong>la</strong>rlo lo lleva.<br />
Cuando oyó eso, comenzó a <strong>la</strong>mentarse y a suspirar<br />
y a llorar y su alma salió por <strong>el</strong> gran dolor.<br />
Por <strong>el</strong>lo está escrito que “Y vino Abraham a decir<br />
<strong>el</strong>egías a Sara y a llorar<strong>la</strong>”. (Midrash Hagadá (Buber),<br />
Bereshit 22, 40)<br />
Sara sabe de dolor y <strong>la</strong> soledad, en <strong>la</strong> fortaleza de su espíritu. Sólo<br />
se doblega ante <strong>la</strong> noticia, que resultaba ser falsa, de <strong>la</strong> pérdida de su hijo,<br />
<strong>el</strong> único, <strong>el</strong> que quería. Sin él <strong>la</strong> vida no tiene sentido. Fuera de ese dolor<br />
no hay dolor que no haya podido resistir.<br />
[1] Ver Génesis 19:6 – 19:11<br />
Y salió hacia <strong>el</strong>los Lot a <strong>la</strong> entrada, y cerró <strong>la</strong> puerta tras sí. Y dijo: No, os ruego, hermanos míos,<br />
no hagáis maldad. He aquí que yo tengo dos hijas que no han conocido varón; <strong>la</strong>s haré salir para<br />
vosotros y haced de <strong>el</strong><strong>la</strong>s como bien os pareciere; so<strong>la</strong>mente a estos hombres no hagáis nada,<br />
por cuanto han venido a <strong>la</strong> sombra de mi techo. Y <strong>el</strong>los dijeron: Quítate de enfrente. Y dijeron:<br />
Este uno (Lot) vino a establecerse (aquí temporalmente y ya está haciendo justicia. Ahora haremos<br />
más mal a ti que a <strong>el</strong>los. Y porfiaron con <strong>el</strong> hombre, con Lot, mucho, y se aproximaron para<br />
romper <strong>la</strong> puerta. Y extendieron los hombres (los áng<strong>el</strong>es) sus manos, y metieron a Lot con<br />
<strong>el</strong>los en casa y cerraron <strong>la</strong> puerta. Y a los hombres que estaban en <strong>la</strong> entrada de <strong>la</strong> casa hirieron<br />
con ceguera, desde <strong>el</strong> pequeño hasta <strong>el</strong> grande, y <strong>el</strong>los se fatigaban para encontrar <strong>la</strong> entrada<br />
[2] Ver Jueces 19: 1-30, Tal vez uno de los episodios más dramáticos que presenta <strong>el</strong> texto,<br />
citamos aquí solo un fragmento a partir d<strong>el</strong> versículo 22: Mientras alegraban su corazón, los<br />
hombres de <strong>la</strong> ciudad, gente malvada, cercaron <strong>la</strong> casa y golpeando <strong>la</strong> puerta le dijeron al viejo,<br />
dueño de <strong>la</strong> casa: «Haz salir al hombre que ha entrado en tu casa para que ‘lo conozcamos’.<br />
El dueño de <strong>la</strong> casa salió donde <strong>el</strong>los y les dijo: «No, hermanos míos; no os portéis mal. Puesto<br />
que este hombre ha entrado en mi casa no cometáis esa infamia. Aquí está mi hija, que es donc<strong>el</strong><strong>la</strong>.<br />
Os <strong>la</strong> entregaré. Abusad de <strong>el</strong><strong>la</strong> y haced con <strong>el</strong><strong>la</strong> lo que os parezca; pero no cometáis con<br />
este hombre semejante infamia.» Pero aqu<strong>el</strong>los hombres no quisieron escucharle. Entonces <strong>el</strong><br />
hombre tomó a su concubina y se <strong>la</strong> sacó fuera. Ellos <strong>la</strong> conocieron, <strong>la</strong> maltrataron toda <strong>la</strong> noche<br />
hasta <strong>la</strong> mañana y <strong>la</strong> dejaron al amanecer. Llegó <strong>la</strong> <strong>mujer</strong> de madrugada y cayó a <strong>la</strong> entrada<br />
de <strong>la</strong> casa d<strong>el</strong> hombre donde estaba su marido; allí quedó hasta que fue de día. Por <strong>la</strong> mañana<br />
se levantó su marido, abrió <strong>la</strong>s puertas de <strong>la</strong> casa y salió para continuar su camino; y vio<br />
que <strong>la</strong> <strong>mujer</strong>, su concubina, estaba tendida a <strong>la</strong> entrada de <strong>la</strong> casa, con <strong>la</strong>s manos en <strong>el</strong> umbral,<br />
[ .il ]/3 La '<strong>mujer</strong> hermana' /273