06.12.2012 Views

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

LITERATURA POLICIAL<br />

Un rubio alto, sin dientes, con <strong>la</strong> camiseta rota y peor aspecto<br />

que un músico de heavy metal se ade<strong>la</strong>ntó a decirme algo, pero<br />

Dignoser lo detuvo con un gesto de su mano.<br />

—Tiene media hora, escritor —me dijo con solemnidad y yo<br />

supe que de mi puntualidad dependía no solo el prestigio del<br />

muchacho en el barrio sino también mi integridad física.<br />

Solté el bofe en <strong>la</strong> bicicleta, pero a los veinte minutos ya estaba<br />

de regreso con cien ejemp<strong>la</strong>res de mi exitosa nove<strong>la</strong>. Otros veinte<br />

minutos más tarde regresaba a mi casa sin un solo libro. En el<br />

bolsillo tres dó<strong>la</strong>res y cincuenta pesos cubanos y amarrados a<br />

diferentes partes de mi bicicleta dos mazos de lechuga, una cabeza<br />

de puerco, dos jabones Lux, un pomo de champú por <strong>la</strong> mitad,<br />

tres sábados cortos del aguardiente de marras y un jarrón de<br />

porce<strong>la</strong>na china de <strong>la</strong> dinastía Ming con su chapil<strong>la</strong> de inventario<br />

del Museo de Artes Decorativas. Comparado con los derechos de<br />

autor era un buen negocio. Además, mi nove<strong>la</strong> había caído en<br />

manos de su verdadero público.<br />

Pero <strong>la</strong> historia no concluye aquí. Reencontrarme con un<br />

barrio parecido al de mi infancia, cuyos recuerdos me habían<br />

servido para <strong>la</strong> construcción de mi primera nove<strong>la</strong>, era toda una<br />

tentación. Las buenas re<strong>la</strong>ciones que había establecido con<br />

Dignoser y sus amigos me permitían conversar con personajes de<br />

tremenda riqueza y colorido y, quizás, hasta encontrar historias<br />

que me permitieran acometer una segunda nove<strong>la</strong> más veraz que<br />

<strong>la</strong> recién concluida. Qué lejos estaba yo de imaginar el precio que<br />

habría de pagar. Comencé a darme cuenta cuando noté que a<br />

Dignoser habían comenzado a l<strong>la</strong>marlo en el grupo por el nombre<br />

de Gravil<strong>la</strong>. Gravil<strong>la</strong> era el bautismo de uno de los delincuentes<br />

de mi primera nove<strong>la</strong>. Pero aquello era so<strong>la</strong>mente un botón de<br />

muestra, poco a poco fui conociendo personalmente a cada uno<br />

de los personajes que yo había creado: Pedro Pechoemulo, Chago<br />

el Buey, Frank <strong>la</strong> Puerca, <strong>El</strong> Puchy, Pedrusco el Rey del Brillo y <strong>El</strong><br />

129

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!