06.12.2012 Views

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CIENCIA FICCIÓN<br />

mática y vamos para allá.<br />

<strong>El</strong> Cansao hizo un gesto de aprobación. —Ba<strong>la</strong>s para automática<br />

tengo de todo, Marquito —dijo—. Nueve, nueve del ruso,<br />

nueve del ruso chiquito, tres cincuenta y siete, cuatro cinco, cinco<br />

siete... lo que quieran los señores.<br />

—La automática es para el diario —protestó Marquito—.<br />

Para <strong>la</strong>s cosas serias llevo el Taurus. Además, no tengo <strong>la</strong> automática<br />

arriba.<br />

—¡Acabáramos! —exc<strong>la</strong>mó <strong>El</strong> Coco—. ¿A esta hora y con ese<br />

recado? Mira, cómprale un hierro al Cansao y partimos ya pero<br />

ya. ¿También tienes armas, Cansao?<br />

<strong>El</strong> Cansao asintió calmosamente.<br />

Marquito pareció pensarlo por un rato, y después pidió con<br />

decisión: —Dame algo alemán.<br />

No había nadie sentado en <strong>la</strong> mesa, y en el salón de reuniones<br />

quedaban sólo el negro y el hombre más joven, quienes acodados<br />

en el pullman de <strong>la</strong> ventana oeste disfrutaban una excelente vista<br />

de <strong>la</strong> Bahía.<br />

La Bahía era más negra que <strong>la</strong> noche, pero su superficie<br />

reflejaba <strong>la</strong>s luces de ambos <strong>la</strong>dos con un brillo aceitoso e irisado<br />

que no tenían <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s. En <strong>la</strong> parte del oeste, sin embargo, era<br />

menos vívida <strong>la</strong> iluminación y se quedaba más cerca de <strong>la</strong> oril<strong>la</strong>.<br />

—Mira para allá —el joven señaló hacia <strong>la</strong> parte vieja de <strong>la</strong><br />

ciudad, <strong>la</strong> occidental—. <strong>El</strong> país de <strong>la</strong> ciguaraya; en cada cuadra se<br />

está cometiendo ahora al menos un asesinato, un robo, una vio<strong>la</strong>ción,<br />

una estafa, una pelea.<br />

—Eso siempre ha sido así, Fernando —dijo el negro—. Yo nací<br />

ahí, en Centro Habana.<br />

—Pero <strong>El</strong> Vedado no era así antes —dijo Fernando—. Ni<br />

Miramar, ni Boyeros. Todo desde <strong>la</strong> Bahía hasta Jaimanitas es una<br />

selva llena de fieras, Samuel.<br />

<strong>El</strong> negro se encogió de hombros. —Bueno, justicia poética. Ya<br />

231

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!