El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada
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NARRATIVA<br />
recordó a Jorge...<br />
...Cuando le llevó el refresco el día anterior, también le dijo<br />
que tenía un regalo para él, que cuando quisiera podía pasar a<br />
buscarlo. Ramón salió en <strong>la</strong> noche de su casa, entró en <strong>la</strong> de Jorge<br />
Ángel y notó muy nervioso a su vecino. Fumaba aferrado al<br />
ámbar de Groen<strong>la</strong>ndia de su pipa, y le ofreció algo de beber; si<br />
quería le servía un whisky, un vodka con naranja, una cerveza.<br />
Por el whisky se decidió Ramón, con hielo, y en los vasos, anchos<br />
y redondos.<br />
—Pensé que tomarías vodka, seguro que Bubka le ponía<br />
naranja —le dijo Jorge Ángel cuando le alcanzó el vaso y mostró<br />
el regalo.<br />
Era una fotografía a todo color, enmarcada y cubierta por un<br />
cristal; Ramón muy levantado en el podio más alto, roja <strong>la</strong> camiseta<br />
y rojo el short, colgando del cuello una medal<strong>la</strong> muy dorada<br />
y los brazos abiertos, levantados, como en <strong>la</strong> V de Victoria. En el<br />
segundo pedestal apareció Bubka, el ucraniano luciendo ga<strong>la</strong>rdón<br />
de p<strong>la</strong>ta, y otro más en el tercero, uno que Ramón no reconoció<br />
y que, por el apellido que Jorge Ángel dec<strong>la</strong>mó afectado, le parecía<br />
italiano.<br />
Ramón agradeció mucho, se reía nervioso, miraba al cuadro,<br />
al vecino, y otra vez al cuadro, tomaba un trago, se reía, le brindó<br />
al vecino de su vaso, le dijo que era feliz, y no se preocupó por <strong>la</strong><br />
manera en que el amigo había conseguido una farsa tan real.<br />
“Solo un fake, obra de un amigo, me costó mi dinerito”.<br />
Si hubiera tenido piernas no dudaría en levantarse y abrazar a<br />
Jorge Ángel, pero no pudo subir y volvió a beber, y escuchó a <strong>la</strong><br />
cantante que escogió el vecino, le gustaba mucho, estaba de moda<br />
entre <strong>la</strong> gente de buen gusto, eso decía el dueño de <strong>la</strong> casa, y que<br />
se l<strong>la</strong>maba Lhasa, era mexicana, vivía en Canadá, <strong>la</strong> canción que<br />
se escuchaba era <strong>la</strong> que prefería; y ponía su voz para acompañar<br />
a <strong>la</strong> mujer, tenía buen tono, empastaba muy bien su voz con <strong>la</strong> de<br />
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