El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada
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NARRATIVA<br />
billetes para pagarse <strong>la</strong> comida. Aunque estuviera dispuesto no<br />
iba a resultar; su masculinidad no reaccionaba frente a un hombre<br />
ni aunque estuviera de espaldas y empinado. Aunque el maricón<br />
hab<strong>la</strong>ra de <strong>la</strong> teoría de Darwin para <strong>la</strong> evolución de <strong>la</strong>s especies<br />
que se enfrentaban a nuevas circunstancias, no cambiarían sus<br />
gustos. Nada podía hacer que no fuera ajustarse a su muleta, que<br />
ya era mucho, y salir a <strong>la</strong> calle a trabajar.<br />
Armonizar <strong>la</strong> muleta con su cuerpo sí que era muy difícil,<br />
parecía imposible que pudiera levantarse. Al muchacho le faltaban<br />
<strong>la</strong>s dos piernas, <strong>la</strong> mano izquierda y también el antebrazo.<br />
Era un prodigio, parecía una quimera. Sentado en <strong>la</strong> cama tomaba<br />
<strong>la</strong> muleta, aferrado a el<strong>la</strong> con su derecha hacía apoyar <strong>la</strong> axi<strong>la</strong><br />
y comenzaba a incorporarse, suavemente, solo así era capaz de<br />
conseguir el equilibrio, por eso no le permitía a nadie que viniera<br />
en su auxilio. Jorge Ángel decía que a Ramón le subió el apoyo,<br />
de los pies pasó a <strong>la</strong> axi<strong>la</strong>, quizá sea verdad, y él también lo reconoce,<br />
por eso insiste en levantarse sin ayuda, con <strong>la</strong> muleta inclinada,<br />
subiendo poco a poco, y él casi colgando, enganchado a su<br />
soporte. <strong>El</strong> peor momento es cuando <strong>la</strong> madera queda recta, bien<br />
fijada al suelo, entonces es cuando precisa más del equilibrio; el<br />
mejor agarre; el único posible es cuando toma el tronco pequeñito<br />
de madera, el cilindro horizontal fijado al centro, esa es <strong>la</strong><br />
única posibilidad que tiene de aferrarse a <strong>la</strong> muleta. Al principio<br />
fue a dar muchas veces contra el suelo y se desesperaba.<br />
Incontables veces terminó llorando. Era muy difícil, casi imposible,<br />
mantenerse erguido y sujeto a <strong>la</strong> muleta para quien no tiene<br />
pies, hay que ser un maestro en <strong>la</strong> armonía, buscar el punto exacto,<br />
mantenerse un poco inclinado, una minucia, sobre el <strong>la</strong>do en<br />
que se afirma; lo peor es levantar <strong>la</strong> madera y devolver<strong>la</strong> al suelo<br />
en justo apoyo y mantener el ángulo que hace <strong>la</strong> muleta con el<br />
suelo. Ramón debe conseguir <strong>la</strong> precisión de un relojero en cada<br />
movimiento. Ahora sabe que ha sido más difícil que vencer <strong>la</strong><br />
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