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El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

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CIENCIA FICCIÓN<br />

nísimas IAs cuyo fallo, basado en <strong>la</strong> pura lógica de los hechos<br />

probados, haría que <strong>la</strong>s injusticias, y sobre todo los innumerables<br />

casos de corrupción de magistrados, terminasen de una vez y para<br />

siempre...<br />

Al menos en teoría.<br />

Como ciudadano y operador de <strong>la</strong> Ley durante muchos años,<br />

entendía que aquel cambio era necesario y para bien.<br />

Pero, como abogado defensor, veía en grave peligro su futuro<br />

profesional. Se terminarían <strong>la</strong>s causas justificativas y los atenuantes;<br />

ya no podría jugar con <strong>la</strong>s emociones del jurado, ni manipu<strong>la</strong>rlo<br />

hasta confundirlo.<br />

No, ahora todo sería preciso. Daría lo mismo que el acusado<br />

tuviera toda una familia que alimentar, una infancia p<strong>la</strong>gada de<br />

maltratos domésticos o unos antecedentes impecables... si era<br />

culpable, sería condenado y sentenciado a <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud en <strong>la</strong>s<br />

colonias p<strong>la</strong>netarias, extrayendo minerales y alimentos para los<br />

habitantes de <strong>la</strong> vieja Tierra.<br />

Y el destino había querido que <strong>la</strong> primera audiencia de nuevo<br />

tipo correspondiera a un proceso en el que él intervenía como<br />

defensor.<br />

Miró casi con lástima hacia el banquillo de los acusados. Allí,<br />

escoltados por un par de cyborgs, gendarmes comunes en juzgados<br />

y prisiones, (por aquello de que un humano siempre será<br />

mucho más cruel con otro humano que cualquier máquina), estaban<br />

sus dos clientes.<br />

Temía que muy poco iba a poder hacer esta vez para lograr su<br />

absolución. Porque aquellos dos hombres, grises, pero bien alimentados,<br />

habían cometido el Pecado Capital, el peor crimen<br />

imaginable en aquel<strong>la</strong> sociedad:<br />

Robar gallinas.<br />

Seis gallinas.<br />

Todo comenzó en el 2012, cuando el Estado de Guyana atacó<br />

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