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El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

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NARRATIVA<br />

altura ayudado por <strong>la</strong> pértiga. Nunca lo abandonan los temores,<br />

supone que es el miedo quien lo mantiene concentrado, si se re<strong>la</strong>ja,<br />

si olvida el riesgo, cae al suelo. Ramón es un acróbata a toda<br />

hora, mejor que cualquier cirquero. Para mortificarlo, insiste<br />

Jorge Ángel, dice que sus propuestas siguen en pie y sin muletas,<br />

a menos que logre un buen contrato con el Cirque du Soleil. Por<br />

eso sale a <strong>la</strong> calle esperando el pago, esa es su gran proeza, y bien<br />

sabe que merece reverencias. Él es un artista del equilibrio y su<br />

carpa son <strong>la</strong>s calles, él trabaja a toda hora. Algunas veces tiene<br />

suerte y siente que le reconocen el sacrificio cuando le dejan caer<br />

una moneda en su bolsillo, y en ocasiones un billete. Si algo le<br />

incomoda en serio es que se aglomeren para verlo, que vengan los<br />

turistas a indagar y que hagan fotos, que se vayan y no paguen.<br />

Alguna vez se golpeó fuerte, olvidó que su único sostén era <strong>la</strong><br />

muleta y con el<strong>la</strong> quiso romper una cámara de hacer fotos. <strong>El</strong><br />

fotógrafo turista miraba conmovido, se reía, y también <strong>la</strong> esposa,<br />

y los dos hijos. “Ma, look how funny”, dijo <strong>la</strong> niña ha<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong><br />

blusa de su madre, y señaló a Ramón, y aunque no entendiera<br />

pa<strong>la</strong>bra alguna del inglés, le molestaron <strong>la</strong> expresión de <strong>la</strong> niña y<br />

<strong>la</strong> mirada de <strong>la</strong> madre, <strong>la</strong> sonrisa del hermano, el f<strong>la</strong>shazo de <strong>la</strong><br />

cámara del padre. Le molestó toda <strong>la</strong> familia, tan perfecta, equilibrada,<br />

y que <strong>la</strong> niña tuviera dos manos, una para ha<strong>la</strong>r <strong>la</strong> blusa<br />

de <strong>la</strong> madre y otra para seña<strong>la</strong>rlo, le molestó que el padre tuviera<br />

también dos auxilios con cinco dedos cada uno, que lo enfocara,<br />

que apretara el obturador intentando llevarse lejos su imagen<br />

amputada, <strong>la</strong> fotografía de un animal de feria. No pudo soportar<br />

e intentó romper <strong>la</strong> cámara con <strong>la</strong> madera antes apoyada sobre el<br />

suelo, esa vez Ramón no tuvo miedo y perdió <strong>la</strong> concentración,<br />

olvidó lo de su apoyo y cayó al suelo sin que pudiera averiar el<br />

aparato del fotógrafo, se derrumbó, muy parecido a como lo<br />

hacía cuando traspasaba <strong>la</strong> soga auxiliándose de <strong>la</strong> pértiga, solo<br />

que esa vez no tuvo un colchón donde hundir el cuerpo sin gol-<br />

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