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El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

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CIENCIA FICCIÓN<br />

Tanto el público como el jurado notaron bien pronto algo raro<br />

en el combate. Sorprendidos, observaban los gráficos cerebrales<br />

en <strong>la</strong>s pantal<strong>la</strong>s, sin entender nada. Y el más desconcertado de<br />

todos era el estadounidense.<br />

La extraña pasividad del púgil local se prolongaba; volvió a<br />

internarse en <strong>la</strong> mente de su contrario, ya sin intención de golpear…<br />

para escuchar, ahora de manera incluso más c<strong>la</strong>ra e<br />

inequívoca que antes:<br />

¿…qué sucede…?<br />

Consternado, pero increíblemente satisfecho, “Sin-Cráneo”<br />

retiró esta vez sus sentidos de <strong>la</strong> materia gris de “Mind-Boggler”<br />

durante todo un medio segundo.<br />

¡Entonces estaba en lo cierto! <strong>El</strong> estupor y el triunfo iluminaron<br />

tanto su rostro como <strong>la</strong>s pantal<strong>la</strong>s públicas.<br />

Por pura suerte, fuera del <strong>la</strong>boratorio, y en condiciones del<br />

todo inesperadas, Manuel “Sin-Cráneo” Muñoz acababa de comprobar<br />

<strong>la</strong> existencia de algo que miles de científicos habían buscado<br />

en vano durante <strong>la</strong>rgas décadas; <strong>la</strong> transmisión del pensamiento.<br />

Alteradas por el tremendo stress del combate, su mente y <strong>la</strong> de<br />

su adversario, de algún modo inimaginable, habían entrado en<br />

resonancia… y uno de los pensamientos del yanqui había pasado<br />

a su propio cerebro.<br />

Fue entonces cuando “Mind-Boggler”, curioso, decidió a su<br />

vez escudriñar en el cerebro de “Sin-Cráneo” <strong>la</strong>s mismas zonas.<br />

Y así fue como se vio de repente invadido por una intensa emoción.<br />

Un orgullo que no le pertenecía; <strong>la</strong> satisfacción de descubridor<br />

del cubano, por haber finalmente hal<strong>la</strong>do el por tantos años<br />

buscado secreto de <strong>la</strong> telepatía.<br />

Telepatía, sí. Ambos se hurgaron mutuamente en sus entramados<br />

neuronales. Llegaron, tras breves pero escalofriantes fracciones<br />

de segundo, a conversar de modo c<strong>la</strong>ro, sin hacer uso del<br />

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