06.12.2012 Views

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CIENCIA FICCIÓN<br />

ligeramente y comenzó a bajar. <strong>El</strong> movimiento lo desequilibró y<br />

casi lo hizo caer hacia atrás, pero se recuperó tirando del agarradero<br />

y apoyando <strong>la</strong> mano izquierda en el propio panel de mando.<br />

Fue una <strong>la</strong>rga bajada.<br />

Cuando el ascensor se detuvo y se abrieron <strong>la</strong>s puertas, Sergio<br />

maniobró para salir, con extrema caute<strong>la</strong>. Más que a <strong>la</strong> caída en<br />

sí, que no sería grande, le temía a encontrarse entre los restos de<br />

los demás allá en el fondo del pozo. Sólo de pensarlo le daban<br />

escalofríos, y ya estaba bastante trastornado.<br />

Había llegado a un nivel del garaje.<br />

Sergio miró en todas direcciones sin apartarse mucho de <strong>la</strong><br />

puerta. Pensó que era una suerte que <strong>la</strong> salida del elevador del<br />

piso ejecutivo diera a un área apartada del parqueo. Probablemente<br />

ningún asaltante habría llegado hasta ahí. Sergio comenzó a caminar<br />

con sigilo hacia una pequeña puerta metálica en <strong>la</strong> gran pared<br />

del fondo; quizás lo llevaría a una pequeña habitación donde<br />

esconderse o a un corredor de salida. Entonces salió un negro de<br />

detrás de una columna.<br />

<strong>El</strong> negro era alto, nilótico, fuerte. Llevaba armadura semicompleta,<br />

un Ka<strong>la</strong>shnikov y arnés militar, pero su equipo era un personaje<br />

secundario: los protagonistas eran los ojos, desfachatadamente<br />

indiferentes a <strong>la</strong> muerte propia y <strong>la</strong> vida ajena. Miraba a<br />

Sergio como si fuera el último p<strong>la</strong>to de un buen banquete.<br />

Sergio vio <strong>la</strong> cara del negro y se preguntó por qué no estaba<br />

muerto aun. <strong>El</strong> otro, por su parte, no movía un músculo.<br />

Había algo en los extravagantes dreadlocks que salían bajo el<br />

casco, como correas de sujeción, algo en aquel<strong>la</strong> fealdad más allá<br />

de raza; Sergio creyó encontrarlos en algún rincón de su memoria.<br />

¿Negocios, conflictos, mero encuentro? ¿Lo que fuese, valdría<br />

clemencia?<br />

<strong>El</strong> negro agitó el cañón del Ka<strong>la</strong>shnikov, apuntando hacia <strong>la</strong><br />

puerta metálica del fondo. Sergio comenzó a andar despacio, sin<br />

264

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!