06.12.2012 Views

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

NARRATIVA<br />

el despertador mi corazón <strong>la</strong>tió a mil golpes por minuto, como<br />

tantas veces a lo <strong>la</strong>rgo de mi vida pasé toda <strong>la</strong> noche soñando. Y<br />

al igual que tantas veces a lo <strong>la</strong>rgo de toda mi vida, podía recordar<br />

el sueño. Pero esa vez amanecí con dolor de cabeza —uno de<br />

los que te ta<strong>la</strong>dra el cráneo de <strong>la</strong>do a <strong>la</strong>do—, y <strong>la</strong> clásica transpiración<br />

que mana del cuerpo cuando tienes el papel protagónico<br />

en una buena pesadil<strong>la</strong>. Era un agudo dolor. Como si un caballo<br />

me estuviera pateando <strong>la</strong> sien.<br />

Fui al baño.<br />

Del botiquín tomé un par de calmantes y me miré en el espejo.<br />

Intenté sonreír pero solo alcancé a duplicar una horrible mueca.<br />

Me <strong>la</strong>vé <strong>la</strong> cara. De <strong>la</strong> repisa tomé mi kit mágico: Gillette Mach<br />

3 Turbo, crema hidratante Gillette y colonia Nivea. Tras el rasurado<br />

intenté una segunda sonrisa frente al espejo: lucía como <strong>la</strong><br />

mierda, para colmo tenía un raro sabor en <strong>la</strong> boca.<br />

Arena. Ozono. Carne podrida. Pólvora. Respiro. Y exhalo.<br />

No estoy solo, hay un hombre cruzado de brazos. Al parecer está<br />

esperando por mí. Hay poco menos de diez metros entre él y yo.<br />

Es negro. Una prenda cuelga del brazo de ese hombre, quizá sea<br />

un saco. Un saco gris. <strong>El</strong> negro no lleva corbata y mueve una de<br />

sus manos. Mientras camino a su encuentro ese hombre repite el<br />

mismo gesto. Al parecer me está pidiendo que hue<strong>la</strong>, que respire<br />

profundo. Le devuelvo un gesto a manera de respuesta. Entonces<br />

inhalo, repleto así mis pulmones. Y suavemente exhalo toda<br />

aquel<strong>la</strong> mezc<strong>la</strong>. Arena. Ozono. Carne podrida. Pólvora. Conozco<br />

el color, el olor y hasta el sabor de <strong>la</strong> arena del desierto. Pero<br />

nunca olí el ozono, al menos eso creo, tampoco he escuchado de<br />

alguien que lo haya pa<strong>la</strong>deado. <strong>El</strong> negro camina hacia mí. Su saco<br />

cuelga del hombro. Los días de tormenta huelen a ozono, eso<br />

dicen, es el olor que se siente justo antes de comenzar <strong>la</strong> lluvia. A<br />

electricidad dicen que huele el ozono, el aroma azul de <strong>la</strong> descarga<br />

eléctrica. Arena. Ozono. Carne podrida. Pólvora. Los perros<br />

67

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!