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El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

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LITERATURA POLICIAL<br />

viejo tiene más peste que <strong>la</strong> otra, será que el olor es una reve<strong>la</strong>ción<br />

de cómo se hal<strong>la</strong> uno por dentro—, pero el Bisa está sentado en<br />

el borde de <strong>la</strong> cama y <strong>la</strong> mira con los ojos inexpresivos de siempre,<br />

como si fueran de plástico, mas no ve manchas ni pegotes pestilentes<br />

en sus manos ni en <strong>la</strong> sábana. <strong>El</strong> viejo pide el tibor, que<br />

tiene deseos de orinar y de hacer caca y Soligial se asusta. Vuelve<br />

el presentimiento de ayer, cuando no había derramado <strong>la</strong> comida,<br />

se había <strong>la</strong>vado <strong>la</strong>s manos, echó <strong>la</strong> ceniza y el cabo de tabaco en<br />

<strong>la</strong> basura y había preguntado por <strong>la</strong> hora del baño. Soligial pronosticó<br />

que debía suceder algo grande. “Va a llover”, estaría lloviendo<br />

una quincena y le saldría moho a <strong>la</strong>s toal<strong>la</strong>s. Todo un<br />

acontecimiento… ¿o el Bisa se iría a morir? Quizás lo trascendente<br />

era eso, pues <strong>la</strong> repentina mejoría de los enfermos graves es un<br />

mal síntoma, y lo trascendental era que el<strong>la</strong> se vería al fin libre de<br />

aquel azote, Jesús, María y José, <strong>la</strong> mejor premonición de su vida.<br />

Pone el tibor sobre el cajón y sienta allí al viejo. Ya no tiene<br />

aquel<strong>la</strong> apretazón en el pecho, sino un atisbo de euforia, aunque<br />

sabe que el ajetreo con el Bisa no ha comenzado. Comenzará un<br />

poco más tarde, cuando tenga que conducirlo hasta el patio a<br />

cepil<strong>la</strong>rle esas prótesis hediondas. Después a bañarlo, afeitarlo, el<br />

desayuno, se orina, cambiarlo, sacarlo al colgadizo, <strong>la</strong> merienda,<br />

atajarlo, el almuerzo, se orina, cambiarlo, se escapa sin rumbo, a<br />

buscarlo —¡si tuviera un candado para <strong>la</strong> reja del patio!— se<br />

caga, bañarlo y se dormirá. Una hora. Pero un sueñecito aun sin<br />

oscuridad marca el ayer. <strong>El</strong> Bisa despertará y pedirá café y desayuno<br />

creyendo que ya es mañana ¡a <strong>la</strong>s cuatro de <strong>la</strong> tarde!, no<br />

importa, él se orina, merienda, se escapa, a buscarlo, se orina,<br />

comida, se caga, ¡tantos infartos que les dan a gente buena y sana,<br />

carajo, si cuando uno llega a viejo, que Dios <strong>la</strong> perdone, lo que<br />

deben darle es un toletazo por <strong>la</strong> cabeza! Cierta vez pensó que si<br />

autorizaran a deshacerse de todo ser humano que constituyera un<br />

engorro familiar o social, debían procesar a este y convertirlo en<br />

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