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El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

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CIENCIA FICCIÓN<br />

voläpuk, del inglés, del español o de ningún otro idioma sonoro.<br />

A <strong>la</strong>s cuatro décimas de segundo “Sin-Cráneo” logró contactar <strong>la</strong><br />

zona de emisión de sentimientos del encéfalo de su contrario y<br />

comenzó a sentir emociones foráneas. A <strong>la</strong>s seis décimas de segundo<br />

“Mind-Boggler” dio el paso crucial: estrechó el <strong>la</strong>zo cerebral<br />

que los unía, compartiendo memorias, a lo que correspondió el<br />

cubano lo mejor que pudo, compartiendo sensaciones. Primero<br />

táctiles, luego visuales, luego auditivas…<br />

Pasó un segundo, dos, tres… en <strong>la</strong>s pantal<strong>la</strong>s, los gráficos neurológicos,<br />

que el público seguía conteniendo el aliento, eran en<br />

verdad sui géneris. Algo nunca antes visto, que iba mucho más<br />

allá del simple neuro feed-back. Había circuitos neuronales que<br />

quedaban abiertos sólo para, según todas <strong>la</strong>s apariencias ¡cerrarse<br />

con <strong>otros</strong> simi<strong>la</strong>res en <strong>la</strong> mente del otro púgil!<br />

<strong>El</strong> grado de integración seguía creciendo. En <strong>la</strong>s pantal<strong>la</strong>s, <strong>la</strong>s<br />

zonas activas en un cerebro mostraban perfecta simetría con <strong>la</strong>s<br />

del otro. Nada tenía sentido: <strong>la</strong> conso<strong>la</strong> del árbitro mostraba graves<br />

daños encefálicos en ambos adversarios, pero los luchadores<br />

parecían lúcidos, conscientes, en perfectas condiciones.<br />

Al quinto segundo, el público comenzó a gritar.<br />

Vítores, los pocos capaces de captar <strong>la</strong> trascendencia de aquel<br />

insólito evento.<br />

Reproches, quienes solo eran capaces de ver que su pasatiempo<br />

favorito se había visto inesperadamente interrumpido por<br />

algún oscuro motivo, y temían que sus apuestas pudieran ser<br />

anu<strong>la</strong>das si se decretaba un empate o se suspendía el desafío.<br />

Al sexto segundo, “Sin-Cráneo” y “Mind-Boggler” seguían<br />

impertérritos su mutua exploración mental. Intercambiaron pensamientos,<br />

recuerdos y sensaciones.<br />

A los seis segundos y tres décimas de establecido el contacto,<br />

Johnson comenzó a mover sus manos obedeciendo órdenes mentales<br />

del cerebro de Muñoz… como si fueran una so<strong>la</strong> mente, una<br />

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